La ¨²nica defensa

COMO NO pod¨ªa ser menos, a la ma?ana siguiente del atentado que casi le hizo saltar completamente por los aires, El Espectador de Bogot¨¢ estaba en los quioscos. Seguimos adelante, proclamaba el titular de primera p¨¢gina. Y es que las bombas rara vez silencian la voz de los que creen profundamente en la libertad y en la verdad.Nada irrita m¨¢s al tirano, al delincuente, al t¨¦rrorista, que el arma liviana e incruenta del papel y la palabra. Acallarla suele ser su objetivo prioritario, y por ello, la ¨²nica defensa del peri¨®dico frente a esos intentos es acudir con puntualidad, pase lo que pase, a la cita diaria que tiene con sus lectores. Tal vez tenga que hacerlo con pocas p¨¢ginas -apenas 16 en este caso-, sin huecograbado, sin color; es lo de menos. Lo importante es haber sido capaz de desafiar al sanguinario con un gramo de tinta y una hoja de papel.

El Espectador es uno de los bastiones m¨¢s firmes de la democracia colombiana, tan sacudida por esta batalla a vida o muerte que un pa¨ªs y un Estado est¨¢n librando contra un ej¨¦rcito de delincuentes y sus numerosos c¨®mplices. Tiene El Espectador una larga y distinguida historia de periodismo serio y libre. Ha pagado su decisi¨®n y valent¨ªa con las vidas de quien lo dirig¨ªa hace dos a?os, de dos corresponsales y de uno de sus asesores jur¨ªdicos. Nadie puede pedirle m¨¢s en esta firme lucha contra las mafias que hoy con el narcotr¨¢fico y ma?ana con cualquier otro motivo ¨ªntentan controlar Colombia y acabar con su convivencia pac¨ªfica. Los delincuentes est¨¢n a un paso de conseguirlo. A veces, lo ¨²nico que les separa de la victoria y se la impide son las 16 p¨¢ginas de este diario de Bogot¨¢, cuya supervivencia suscita admiraci¨®n y cuya valent¨ªa merece respeto.