Una desolaci¨®n hemisf¨¦rica
Dentro de escasos meses concluir¨¢ el peor decenio econ¨®mico y social de Am¨¦rica Latina desde la gran crisis de los a?os treinta. Los niveles de vida, de consumo, de gasto educativo y de salud, de infraestructura y de nutrici¨®n, de inversi¨®n y de cultura, en el mejor de los casos se estancaron, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses cayeron de forma vertiginosa. La causa central, aunque no fuera ¨²nica, de esta desolaci¨®n hemisf¨¦rica fue, sin duda alguna, la deuda externa. Las cifras se conocen, y no vale la pena fatigarlas: el sobreendeudamiento, el excesivo servicio, la doble sangr¨ªa de divisas -pago de intereses y fuga de capitales producto de una desconfianza comprensible-, la imposibilidad de crecer y pagar simult¨¢neamente.Pero quiz¨¢ la peor tragedia del decenio perdido yace en su prolongaci¨®n indefinida. Por desgracia no existen razones serias para esperar que los pr¨®ximos a?os sean mejores que los anteriores, que el futuro abrigue soluciones de fondo a un problema que se eterniza. Cierto es que las soluciones de facto se generalizan: hoy, Brasil, Argentina, Costa Rica, Per¨², Panam¨¢, Nicaragua, por lo menos, se encuentran en franca mora en el pago de sus obligaciones. En algunos casos la suspensi¨®n de pagos es temporal o accidental, en otros es deliberada. Determinados pa¨ªses est¨¢n retrasados en el cumplimiento de sus compromisos con la banca comercial; otros, incluso con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo: Pero ni esta v¨ªa de los hechos, ni los acuerdos celebrados recientemente por M¨¦xico y que fijar¨¢n la pauta para las dem¨¢s naciones, ofrecen perspectivas halag¨¹e?as para el continente.
Peor a¨²n: la nueva ronda de negociaciones-en frentamientos-acuerdos corre el riesgo de repetir el esquema ya vivido durante los ochenta. Los Gobiernos deudores se debaten entre dos opciones hasta ahora malas por irrealizables: la primera es la negociaci¨®n solitaria, y por definici¨®n aislada, basada en la creencia -err¨®nea por supuesto, pero insistente- de qu¨¦ pa¨ªs es a tal punto espec¨ªfico que obtendr¨¢ un trato preferencial.
M¨¦xico ha sido el adalid de esta tendencia desde 1982, pensando siempre que su vecindad con Estados Unidos le ofrece mejores posibilidades de lograr ventajas que otras naciones. En abstracto es cierto, en los hechos ha resultado cierto a medias. M¨¦xico ha logrado siempre el primer arreglo, pero si se revisan las tasas impl¨ªcitas de inter¨¦s pagadas por la naci¨®n azteca y los plazos obtenidos, se ver¨¢ que no reflejan una situaci¨®n privilegiada con relaci¨®n a los dem¨¢s pa¨ªses. Pa¨ªses que tampoco han buscado la acci¨®n en conjunto, y que tambi¨¦n han preferido la pol¨ªtica del endeudado lobo estepario.
La segunda opci¨®n ha existido s¨®lo en la f¨¦rtil imaginaci¨®n de intelectuales, opositores o ingenuos visionarios: la acci¨®n unilateral, unida de los deudores para forzar a una negociaci¨®n pol¨ªtica, en bloque y radical. Los principales deudores -Brasil, M¨¦xico y Argentina siempre se han negado, y sin ellos nada es posible. Las razones han variado: oportunismo. debilidad pol¨ªtica, caos interno y par¨¢lisis electoral. Pero el resultado ha sido el mismo: los tres grandes pagan (sobre todo M¨¦xico), o suspenden pagos s¨®los (Brasil, dos veces), en mal momento y de mala manera (Argentina, ahora, sin decirlo).
El nuevo arreglo firmado por M¨¦xico con el Comit¨¦ Asesor Bancario es un buen ejemplo de la pol¨ªtica del atolladero. El Gobierno de Salinas de Gortari hab¨ªa dicho, con elocuencia y hasta la saciedad, que m¨¢s deuda no resolver¨ªa nunca el problema de fondo; a saber: el sobreendeudamiento. Debido a sus pol¨ªticas econ¨®micas ortodoxas, gozaba de las simpat¨ªas de los organismos multilaterales, de los Gobiernos de las naciones industrializadas y de los propios bancos. Pod¨ªa invocar -y de hecho lo hizo- razones de seguridad nacional de Estados Unidos para obtener una verdadera reducci¨®n de la deuda mexicana e invertir realmente la transferencia neta de recursos hacia el exterior. Ciertamente carec¨ªa de base interna y de legitimidad pol¨ªtica debido al fraude electoral mexicano del a?o pasado, pero aun esta debilidad se hab¨ªa parcialmente subsanado durante los primeros meses de gesti¨®n del nuevo mandatario mexicano.
Y, sin embargo, el nuevo acuerdo ha sido catalogado de miserable por el ex ministro de Finanzas de Brasil Luis Carlos Bresser, de "magro y ominoso" por The New York Times y de nulo efecto reductor de deuda por The Wall Street Journal, todos ellos aliados o simpatizantes del Gobierno mexicano. La raz¨®n de este escepticismo es evidente: el acuerdo ni proporciona ahorros suficientes, ni reduce la deuda, ni invierte la transferencia de recursos hacia afuera. Afecta solamente a 47.000 millones de d¨®lares de los 100.000 que debe M¨¦xico: implica una reducci¨®n neta de la deuda de M¨¦xico, en el mejor de los casos, de escasos 9.000 millones de d¨®lares, y en la hip¨®tesis m¨¢s probable, le ahorra al pa¨ªs apenas 1.000 millones de d¨®lares anuales, seg¨²n los c¨¢lculos de Rogello Ram¨ªrez de la O, uno de los economistas independientes mexicanos m¨¢s conocidos en el exterior y m¨¢s consultados por las empresas multinacionales con sede en M¨¦xico.
De ser cierto que: este acuerdo constituye la aplicaci¨®n id¨®nea m¨¢s favorable del llamado Plan Brady, el destino de los dem¨¢s pa¨ªses deudores se antoja desesperante. En efecto, parece dif¨ªcil que otras naciones latinoamericanas, cuya importancia estrat¨¦gica para Estados Unidos es menor o nula, obtengan los fondos de instituciones oficiales o multilaterales necesarios para . garantizar la eventual reducci¨®n de la deuda. Es a¨²n menos probable que reciban de la banca comercial fondos frescos de financiamiento- se duda que incluso M¨¦xico, pueda lograrlos. El callej¨®n sin salida se prolonga, pero no se: abre.
La llegada al poder, casi simult¨¢nea, en M¨¦xico, Venezuela y Argentina de nuevos Gobiernos y la perspectiva de elecciones directas para la presidencia en Brasil a fin de a?o ofrecen una peque?a esperanza. Es evidente que el acuerdo mexicano no resuelve nada; es obvio que Venezuela. y Argentina recibir¨¢n un trato semejante, quiz¨¢ mejor, tal vez peor, pero tambi¨¦n ser¨¢ provisional. Al comenzar el ¨²ltimo decenio del siglo cabe, en la fatalidad, que los grandes deudores latinoamericanos, acicalados por pueblos en rebeld¨ªa que ya no aguantan, avancen hacia soluciones de fondo. Por ahora no es; el caso: lo ser¨¢ ma?ana s¨®lo si los m¨¢s afectados, los que sufren en verdad, se niegan a iniciar otra d¨¦cada perdida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- BID
- Opini¨®n
- Tercer mundo
- Banco Mundial
- Revueltas sociales
- Condonaci¨®n deuda
- Comercio internacional
- Relaciones econ¨®micas
- Deuda externa
- Finanzas internacionales
- Latinoam¨¦rica
- Geopol¨ªtica
- Malestar social
- Conflictos pol¨ªticos
- Organizaciones internacionales
- Am¨¦rica
- Partidos pol¨ªticos
- Relaciones exteriores
- Problemas sociales
- Pol¨ªtica
- Finanzas
- Comercio
- Sociedad