Homenaje a Mar¨ªa Teresa Le¨®n
Tuve que interrumpir las pleamares de la bah¨ªa de C¨¢diz, el restallante sol sobre las c¨²pulas de su catedral, las huellas de mis pies en las espumas de Valdelagrana, para saltar a los pinares guadarrame?os de El Escorial, erguidos sobre los tejados y torres del monasterio de Felipe II. Y no iba yo para salvar, tray¨¦ndolos a Madrid, el San Mauricio de El Greco, algunos peque?os cuadros de Goya y otros de Jer¨®nimo Boch, El Bosco, tan amado por el extra?o rey. Es decir, que iba ahora sin la compa?¨ªa de Mar¨ªa Teresa, Jos¨¦ Bergam¨ªn y Arturo Serrano Plaja. Ninguno de los tres existen ya. Nuestra guerra se acab¨® hace m¨¢s de 50 a?os, y Mar¨ªa Teresa muri¨® no hace todav¨ªa uno, el 14 de diciembre, el mismo d¨ªa que una gran huelga general detuvo toda Espa?a. ?Para qu¨¦ iba yo ahora a El Escorial al final del verano? Iba a los cursos que la Universidad Complutense ofrec¨ªa como homenaje a Mar¨ªa Teresa Le¨®n. Era toda amiga la gente que iba a intervenir, aunque solamente dos, el actor de las Guerrillas del Teatro Salvador Arias y Marcos Ana, joven comisario del Ej¨¦rcito republicano y poeta, encarcelado y condenado a muerte durante 23 a?os, la hab¨ªan conocido personalmente.La coordinadora de los actos dedicados a Mar¨ªa Teresa era la escritora Fanny Rubio y como secretarios estaban los poetas Benjam¨ªn Prado y Jos¨¦ Luis Puerto. Ten¨ªa yo que intervenir el primero y comenc¨¦ diciendo que Mar¨ªa Teresa hab¨ªa sido una de las muchachas m¨¢s bellas de su ¨¦poca, hablando de su valor, su valent¨ªa, de sus condiciones de estupenda oradora y organizadora en la Alianza de Intelectuales Antifascistas durante toda la guerra y como directora tambi¨¦n de las Guerrillas del Teatro del Ej¨¦rcito del Centro y del Teatro de Arte y Propaganda, situado en el de La Zarzuela, donde dirigi¨®, entre otras obras, La Numancia, de Cervantes; Los t¨ªteres de cachiporra, de Federico Garc¨ªa Lorea, y la zarzuela Chateau Margot, llevando siempre a Santiago Onta?¨®n como escen¨®grafo. Habl¨¦ luego de su vida en Buenos Aires y Montevideo, de su labor cinematogr¨¢fica, en la que destac¨® La dama duende, que obtuvo un premio internacional, y de sus charlas por la televisi¨®n y la radio. Me hubiera extendido hablando de su labor literaria, de su intervenci¨®n en el salvamento del Museo del Prado, de toda su vida plena, incansable, tanto en Argentina como en los primeros a?os de Italia. Cuando en 1977 volvimos a Espa?a, ya Mar¨ªa Teresa estaba deshecha y perdida. En seguida se ocup¨® de ella, de manera desvelada y entra?able, mi sobrina Teresa S¨¢nchez Alberti, que ya no la abandon¨® hasta el d¨ªa de su muerte en un sanatorio de Majadahonda.
La persona que habl¨® m¨¢s conmovidamente fue Marcos Ana, que sostuvo una larga y dif¨ªcil correspondencia con ella desde la c¨¢rcel de Burgos y que dio a conocer un disco con la voz de Mar¨ªa Teresa en un discurso que hizo estremecer a todos cuantos la escucharon. Puedo decir que fue la intervenci¨®n m¨¢s entra?able, y su amistad, una de las m¨¢s valiosas que tuvo Mar¨ªa Teresa, desde aquellas cartas primeras hasta los ¨²ltimos d¨ªas en que la vio en Italia.
Luego habl¨® el actor Salvador Arias, que lo hab¨ªa sido en las Guerrillas del Teatro del Ej¨¦rcito del Centro, y cont¨® c¨®mo eran recibidas estas guerrillas por los soldados en los diversos frentes de batalla, el ¨¦xito de las obras del teatro de urgencia que figuraban en el repertorio y el de los pasos de Lope de Vega y Calder¨®n de la Barca, cuyos bufones eran tan celebrados entre los soldados de las trincheras. No olvid¨® la intervenci¨®n, como escen¨®grafo y tambi¨¦n como actor, de Santiago Onta?¨®n, nuestro extraordinario amigo, fallecido en estos d¨ªas. Arias recit¨® adem¨¢s algunas escenas de una obra in¨¦dita de Mar¨ªa Teresa, La libertad sobre el tejado, y un soneto suyo dedicado a ella.
En otro de los actos, Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo, que fue a verla cuando ya estaba hundrida en el olvido, en aquel jard¨ªn de Majadahonda, ley¨® unas temblorosas p¨¢ginas que conmovieron a toda la sala, y el profesor Robert Marrast dedic¨® un detenido y hondo estudio a su novel¨ªstica. Con una bell¨ªsima p¨¢gina de Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald y con la intervenci¨®n de Jos¨¦ Monle¨®n sobre el teatro de la escritora concluy¨® este gran homenaje de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, en El Escorial, a Mar¨ªa Teresa Le¨®n.
Fueron cuatro d¨ªas emocionados y densos, ideados por el entusiasmo y dinamismo de Gonzalo Santonja, bajo la incisiva y tierna direcci¨®n del gran escritor uruguayo Mario Benedetti y con la clara compa?¨ªa del joven poeta Luis Mu?oz.
Estas sesiones fueron entrelazadas con la lectura de los poetas latinoamericanos Eliseo Diego, Enrique Molina, Antonio Cisneros, Jorge Enrique Adoum, Claribel Alegr¨ªa, Idea Vilari?o y Tom¨¢s Segovia.
La ¨²ltima noche, el gran actor Francisco Rabal y yo hab¨ªamos ofrecido en un bello sal¨®n, rodeado por los inmensos pinos de la sierra, un recital dedicado a Mar¨ªa Teresa. Haciendo la selecci¨®n de los poemas, yo advert¨ª a Paco que me parec¨ªa algo breve, respondiendo ¨¦l que ser¨ªa suficiente. Comenzamos el recital, diciendo Paco unas cuantas prosas de Memoria de la melancol¨ªa y a?adiendo yo algunos de mis Retornos de amor. Pero no hab¨ªan pasado 18 minutos cuando terminaba nuestra selecci¨®n, y tuvimos que elegir, al azar y bromeando, nuevos poemas. Con un gran desorden mezcl¨¢bamos textos que sab¨ªamos de memoria, haci¨¦ndonos los dos un gran taco, que el numeros¨ªsimo p¨²blico recibi¨® divertido, aplaudiendo muerto de risa. De esta manera, el homenaje se convirti¨® en un acto alegre y juvenil, quit¨¢ndole toda solemnidad. Y para cerrar se me ocurri¨® de s¨²bito decir una canci¨®n del poeta extreme?o del siglo XVI Diego S¨¢nchez de Badajoz, que sin duda hubiera divertido a Mar¨ªa Teresa: "No me las ense?es m¨¢s,/ que me matar¨¢s. / Est¨¢base la monja / en el monasterio. / Las teticas blancas / bajo el velo negro. / No m¨¢s, / que me matar¨¢s".
Copyright Rafael Alberti.
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