La pol¨¦mica rodea el posible env¨ªo de tropas de EE UU a la zona productora de coca¨ªna

Como Pedro en Getseman¨ª, la Casa Blanca lo ha negado tres veces. Y sin embargo la duda persiste en todas las mentes. El objeto de la tenaz negativa oficial: la utilizaci¨®n de tropas norteamericanas en misiones de combate contra el narcotr¨¢fico en los pa¨ªses andinos.

La liebre la levant¨® el s¨¢bado The Washington Post al revelar la existencia de una orden secreta firmada hace tres semanas por el presidente George Bush sobre la utilizaci¨®n de personal militar en la lucha contra la droga en Colombia, Per¨² y Bolivia.La instrucci¨®n presidencial autoriza por primera vez la salida de los asesores militares norteamericanos de los campamentos donde se encontraban concentrados a cientos de kil¨®metros de las zonas de operaciones para trasladarse a las llamadas "zonas seguras" y proseguir desde all¨ª la labor de entrenamiento de las fuerzas de seguridad de los pa¨ªses andinos.

La Administraci¨®n describe como "zonas seguras" aquellas en las que las fuerzas gubernamentales ejercen un control total. De acuerdo con la directiva secreta, el personal militar estadounidense podr¨¢ acompa?ar a las fuerzas de seguridad locales en labores de patrulla, aunque no en ataques directos contra instalaciones propiedad de los narcotraficantes, tales como plantaciones de coca o laboratorios de refino.

En una guerra como la del narcotr¨¢fico, la l¨ªnea divisoria entre "acci¨®n de combate" y "acci¨®n defensiva" es tan sutil y tan reminiscente de otras interferencias de Washington como Vietnam en el pasado y El Salvador m¨¢s recientemente, que la Administraci¨®n lleva tres d¨ªas tratando de aclarar sin conseguirlo el alcance de las instrucciones presidenciales. El domingo, en una intervenci¨®n televisiva, el zar antidroga, William Bennett, subray¨® que las tropas norteamericanas no acompa?ar¨ªan a las fuerzas de seguridad de los pa¨ªses andinos en misiones de combate.

El lunes, el portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater dedic¨® m¨¢s de las tres cuartas partes de su conferencia de prensa diaria a negar la especie y a insistir en la misi¨®n puramente de entrenamiento de los asesores militares norteamericanos en los tres pa¨ªses suramericanos. Y, por si esto fuera poco, el propio presidente Bush declar¨® en un discurso en el Departamento del Tesoro: "Ninguna de las naciones andinas ha solicitado la presencia de tropas norteamericanas y no se contempla el uso de las fuerzas armadas de este pa¨ªs en misiones de combate".

Persisten las dudas

Sin embargo, la duda contin¨²a en los medios de comunicaci¨®n y en el Congreso, cuyos dirigentes no conocen todav¨ªa en su totalidad las cl¨¢usulas de la directiva secreta firmada por Bush. Otro elemento que contribuye a alimentar las dudas de los esc¨¦pticos es la disparidad de cifras manejadas por la Administraci¨®n sobre el n¨²mero de asesores militares que se encuentran en Colombia. Mientras el Pent¨¢gono habl¨® de una cantidad entre 50 y 100, Fitzwater se refiri¨® el lunes a 30 y Bush mencion¨® a s¨®lo 16.

Por su parte, un juez de Atlanta decret¨® el lunes por la noche la prisi¨®n incondicional sin fianza de Eduardo Mart¨ªnez Romero, considerado como el tesorero del c¨¢rtel de Medell¨ªn, primer colombiano extraditado a EE UU de acuerdo con el procedimiento de urgencia establecido por el presidente de Colombia, Virgilio Barco. En su declaraci¨®n ante el juzgado federal, donde se le acusa de blanquear m¨¢s de 160.000 millones de pesetas procedentes de la venta de coca¨ªna en EE UU, Mart¨ªnez Romero se declar¨® inocente.