Prioddades
LA AFIRMACI?N de Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas de que es necesario establecer prioridades en el cuidado de la salud porque los presupuestos de la sanidad p¨²blica no dan para satisfacer todas las demandas de la poblaci¨®n no es nueva. Sin embargo, quiz¨¢ sin propon¨¦rselo, el ministro de Sanidad y Consumo acaba de introducir en la precampa?a electoral uno de los problemas que m¨¢s preocupan a los espa?oles. Bienvenida, entonces, la inoportunidad del se?or ministro.Garc¨ªa Vargas ya se hab¨ªa manifestado en el mismo sentido en repetidas ocasiones a lo largo del ¨²ltimo a?o. Pero, por primera vez, sus declaraciones se han visto acompa?adas de dos ejemplos concretos sobre cu¨¢les pueden ser esas prioridades. El presidente del Instituto Nacional de la Salud (Insalud), Eduardo Arrojo, se?al¨® con el dedo los programas de fecundaci¨®n asistida y la salud dental. Casi al mismo tiempo, el ministro descargaba sobre "los profesionales" la responsabilidad de decidir qu¨¦ se va a poder tratar en un hospital". Esto revela una divergencia entre ambos -Garc¨ªa Vargas ha manifestado varias veces que s¨ª considera prioritario el cuidado de los dientes a cargo de la sanidad p¨²blica hasta los 16 a?os- y ha encendido de nuevo una pol¨¦mica que llevaba cierto tiempo apaciguada: el rechazo de los m¨¦dicos a que otro tipo de profesionales controle su trabajo. La huelga que asol¨® los hospitales hace tres a?os -en abierta oposici¨®n a que un gerente "no necesariamente m¨¦dico" fuera el responsable de presupuestos que rondan o superan los 20.000 millones de pesetas separ¨® con unos acuerdos que no han llegado a ponerse totalmente en pr¨¢ctica.
Las airadas reacciones de organizaciones m¨¦dicas y sindicatos a la posibilidad de que algunas patolog¨ªas queden excluidas de la sanidad p¨²blica se explican en gran medida por la cercan¨ªa de la campa?a electoral. Ellos saben que los hospitales p¨²blicos no atienden todas las demandas que se presentan. Hay escasez de camas y listas de espera. Hay tambi¨¦n prioridades que est¨¢n marcadas por factores tan dispares como la falta de planificaci¨®n en la Administraci¨®n sanitaria y el criterio subjetivo de los m¨¦dicos, en algunos casos m¨¢s seducidos por el protagonismo que proporcionan las nuevas t¨¦cnicas que por satisfacer las necesidades de una mayor¨ªa de usuarios.
Sorprende que el presidente del Insalud, organismo que gestiona drectamente los recursos econ¨®micos de la sanidad, proponga como medida de ahorro la supresi¨®n de los programas de fertilizaci¨®n in vitro cuando a este fin se han destinado s¨®lo 10 millones de los dos billones de pesetas que gast¨® en 1988 el organismo que ¨¦l gestiona. Pero sorprende a¨²n m¨¢s que los responsables de la sanidad consientan situaciones como las que se dan en el hospital Doce de Octubre de Madrid. Este centro, que dispone de un presupuesto de 17.118 millones de pesetas, cuenta con cinco ginec¨®logos dispuestos a solucionar la angustia de las parejas que desean tener un hijo. Pero tan s¨®lo hay un toc¨®logo para tratar a las mujeres que pueden verse abocadas a tener un hijo con malformaciones o a poner en peligro su vida ante la falta de asistencia profesional.
El aumento del gasto sanitario se ha disparado en los pa¨ªses desarrollados, y todos los expertos coinciden en se?alar que la soluci¨®n a ese incremento pasa por la delimitaci¨®n clara de los cuidados m¨¦dicos que se pueden atender. El primer paso para establecer prioridades consiste en definir los derechos de los enfermos y las obligaciones de los m¨¦dicos. La sanidad p¨²blica no se puede desarrollar de espaldas a las nuevas t¨¦cnicas, pero los pacientes no pueden seguir al arbitrio del pulso particular que se vive entre m¨¦dicos y economistas. Los usuarios necesitan saber qu¨¦ prestaciones pueden exigir, independientemente de que residan lejos de una gran ciudad o de que su patolog¨ªa despierte el inter¨¦s de los facultativos.
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