Sadam el ubicuo
El culto a la personalidad del presidente llega hasta el ¨²ltimo rinc¨®n de Irak
Su retrato est¨¢ en todas partes. En cada tienda, en cada esquina, en cada edificio, en cada peri¨®dico, en cada cuartel. Hasta en las camisetas, los collares o los relojes. En Bagdad y en Basora, en los santuarios shi¨ªes de Kerbala y Najaf, en las monta?osas y remotas aldeas del Kurdist¨¢n. Su nombre es Sadam Husein. Lleg¨® al poder con un golpe de Estado, en 1968, aunque no se convirti¨® en presidente hasta 1979. Tiene 52 a?os, los ojos verdes y el pelo negro, es alto (1,90 metros), luce un espl¨¦ndido bigote (que todos los iraqu¨ªes imitan) y se mantiene en forma, aunque hasta hace poco le sobraban unos kilos. Se presenta, y le presentan, como un s¨ªmbolo de su pa¨ªs. Sadam, dicen, es Irak. El de hoy y el de anta?o. El de siempre.
No hay pol¨ªtico ni funcionario, no hay casi un iraqu¨ª que, por instinto o conveniencia, no imite a su presidente. Hay, por tanto, varios millones de Sadam Husein circulando por la calle, en un mimetismo desmedido sin precedentes en la historia moderna. Porque todos y cada uno de los iraqu¨ªes quieren ser Sadam. Son incontables los retratos que le presentan como combatiente con el arma en la mano, como hombre de Estado, como trabajador manual, como general victorioso, como jeque beduino, como padre de familia, como explorador, como pol¨ªtico de masas, como hombre religioso, como compa?ero del emperador Hamurabi (que le entrega el c¨®digo m¨¢s antiguo de que tiene memoria la humanidad), como un nuevo Nabucodonosor, como descendiente de Al¨ª, el yerno del profeta, tal y como demuestra un ¨¢rbol geneal¨®gico que se expone en el museo del fara¨®n¨ªco monumento a los m¨¢rtires. Hay en este recinto una galer¨ªa enteramente dedicada a la figura del l¨ªder y en la que se exhiben desde fotografias de la humilde casa en la que naci¨® en T¨ªkrit, ciento y pico de kil¨®metros al norte de Bagdad, hasta las del fallido atentado que cometi¨® contra el tirano Kasem en 1959 (tras el que, pese a resultar herido, protagoniz¨® una rocambolesea huida del pa¨ªs vestido de beduino), o las de sus m¨¢s recientes actividades como presidente y director de la guerra contra la agresi¨®n iran¨ª".Hasta los cicl¨®peos brazos del monumento a la victoria, que sostienen gigantescas espadas que forman un arco triunfal, son los de Sadam, y m¨¢s de un diplom¨¢tico asegura que los dedos tienen incluso las huellas digitales del l¨ªder.
Elogio autom¨¢tico
No hay f¨¢brica, carretera, monu mento, hospital o escuela en cuya inauguraci¨®n no se haga menci¨®n expresa a que el proyecto se ha convertido en realidad "gracias a la iniciativa y direcci¨®n del presidente, Sadam Husein". Es una coletilla que nadie olvida y que se ha hecho autom¨¢tica, de tanto repetirse.
Sadam busca en los antiguos gobernantes mesopot¨¢micos no persas una identidad nacional que enra¨ªce con lo ¨¢rabe. Deja para las generaciones futuras un mensaje con su nombre grabado en centenares de ladrillos de la nueva Babilonia, levantada sobre las ruinas de adobe de la que dirigi¨® Nabucodonosor; y ve en la victoria ¨¢rabe de Qadisiya, en el a?o 637, un precedente de la "nueva derrota" infligida en los ochenta a los persas.
Es una desesperada b¨²squeda de legitimidad, cuyos ¨²ltimosepisodios han sido la reposici¨®n de una estatua ecuestre de Faisal 1 (el personaje que Alec Guinnes interpreta en Lawrence de Arabia) en una c¨¦ntrica plaza de Bagdad y la inversi¨®n de casi 400 millones de pesetas en adecentar el cementerio real, ubicado en un suburbio de la capital, que acoge los restos de los tres reyes iraqu¨ªes: el propio Faisal I, su hijo Gazi y el hijo de ¨¦ste, Falsal II. Este ¨²ltimo y su heredero, Abdul¨¢, fueron asesinados por los golpistas en 1958. La revisi¨®n hist¨®rica ahora en marcha los ha convertido en nacionalistas ¨¢rabes, cuando no hace mucho eran "sicarios del imperialismo occidental.
La cr¨ªtica no existe
Los iraqu¨ªes no saben lo que es la cr¨ªtica al r¨¦gimen; y si lo saben, s¨®lo deben manifestarlo en lo m¨¢s profundo de sus conciencias. No, desde luego, a los extranjeros. Un maestro, por ejemplo, que confiesa ganar unos 150 dinares al mes (55.000 pesetas al cambio oficial y nueve veces menos en el mercado negro), reconoce que con esa cantidad se pasan grandes apuros; pero cuando se le pregunta cu¨¢l es su opini¨®n sobre la forma en que se dirige la naci¨®n, contesta, como si despertara de un sue?o, que es la mejor posible "gracias al presidente Sadam Huse¨ªn".
Lo cierto es que el pa¨ªs que tiene las reservas petrol¨ªferas m¨¢s grandes del mundo despu¨¦s de las de Arabia Saud¨ª, y que ingresa anualmente por la exportaci¨®n de crudo unos 15.000 millones de d¨®lares (lo que no est¨¢ nada mal para 17 millones de habitantes), atraviesa una grav¨ªsima crisis econ¨®mica que, hacia fuera, se concreta en una gigantesca deuda externa (superior a los 60.000 millones de d¨®lares) y en las dificultades y retrasos en pagar a las empresas extranjeras que siguen invirtiendo en el pa¨ªs. Es una crisis que, hacia dentro, se refleja en el floreciente mercado negro y en la escasez alarmante de productos b¨¢sicos.
La causa inmediata es la guerra, que ha costado al pa¨ªs mesopot¨¢mico unos 150.000 millones de d¨®lares en ocho a?os. Pero a nadie se le ocurre, al menos en p¨²blico, cuestionar abiertamente al l¨ªder por su responsabilidad en el conflicto. Se asume la explicaci¨®n oficial: que la agresi¨®n vino de Ir¨¢n y que la guerra concluy¨®, hace ahora 13 meses, con una gran victoria sobre los persas. En el exterior no se ven las cosas as¨ª. La opini¨®n m¨¢s generalizada es que Sadam aprovech¨® la supuesta debilidad de la reci¨¦n proclamada Rep¨²blica Isl¨¢mica para intentar recuperar el control de Chat el Arat, el r¨ªo que suma a las aguas del Tigris y el ?ufrates y cuyo estuario constituye la ¨²nica salida de Irak al mar, concretamente al golfo P¨¦rsico. Y en cuanto al resultado del enfrentamiento, las ¨²ltimas victorias del Ej¨¦rcito de Bagdad, sobre todo la reconquista de Fao, no ocultan el hecho indiscutible de que la v¨ªa de agua de la discordia sigue sin due?o ¨²nico y, por eilde, fuera de uso por los efectos de la lucha.
Aunque los problemas econ¨®micos iraqu¨ªes proceden, en buena medida, del ingente coste de la reconstrucci¨®n, parece evidente que ¨¦sta se ha concentrado en un escaparate (el eje BasoraFao), al alto precio de miles de millones de d¨®lares y de retrasar la recuperaci¨®n de otras zonas del pa¨ªs. Pese a todo ello, no es Irak un pa¨ªs con miseria, y la pobreza, que raramente es visible, resulta digna y no afecta a los m¨ªnimos niveles de supervivencia, tanto en la capital como en las m¨¢s rec¨®nditas aldeas. Desde luego, Bagdad no recuerda en absoluto que hubo una guerra hace apenas un a?o. Los misiles iran¨ªes llegaron raramente , y sus efectos apenas son perceptibles. Los puentes sobre el Tigris, las amplias avenidas, los modernos bloques de apartamentos y la autopista de seis carriles que conduce al aeropuerto tapan perfectamente los localizados focos de pobreza, esas abigarradas y pin-
Sadam el ubicuo
torescas callejuelas tan frecuentes en todo Oriente Pr¨®ximo.Sadam mantiene un f¨¦rreo control sobre todas las estructuras de poder y se rodea de fieles y parientes, lo que se conoce por el clan de Tikrit, por su lugar de nacimiento.
Sin embargo, de vez en cuando se filtra algo que demuestra que no todo est¨¢, atado y bien atado. Rumores, medias noticias o noticias enteras (aunque raramente confirmadas oficialmente) de intentos de golpe de Estado. El ¨²ltimo, que se sepa, en diciembre de 1988, fue desarticulado antes de que llegara a producirse. Estaba siendo preparado por oficiales del clan de Samarra, una ciudad vecina a Tikrit y mucho m¨¢s lejos que ¨¦sta del poder.
Hubo varias ejecuciones. Nadie sabe cu¨¢ntas. Y se dijo que el ministro de Defensa, Adnan Kairal¨¢, primo y cu?ado de Sadam, quedaba en la cuerda floja por no haber sabido cumplir con una de sus principales funciones: vigilar a los militares.
La 'oveja negra.'
Para postre, parece que Kairal¨¢ se alineaba con su hermana, Sajida, en las discusiones conyugales de ¨¦sta con el presidente, cuya relaci¨®n con Samira Shalibandar, ex esposa del. director de la compa?¨ªa a¨¦rea iraqu¨ª, es notoria. En cualquier caso, la desgracia no tard¨® en llegar al ministro de Defensa en forma de un accidente de helic¨®ptero que, el pasado 5 de mayo, le cost¨® la vida. No faltaron las sospechas de que alguna mano pudo ayudar a que se estrellara el aparato. Para aumentar las dudas o para suprimirlas achacando la muerte al c¨¢lculo de probabilidades, hay que tener en cuenta que este tipo de accidentes son frecuentes en Irak: el jefe de un cuerpo del Ej¨¦rcito y el de una divisi¨®n corrieron, en 1988, en las mismas circunstancias, id¨¦ntica suerte que Kairal¨¢.
Uno de los cuatro hijos de Sadam le ha dado recientemente fuertes quebraderos de cabeza. Se trata de Udai, que el pasado mes de noviembre mat¨® a palos a uno de los guardaespaldas de su padre. ?ste, en un ins¨®lito ejercicio de transparencia informativa, hizo propagar por la radio y la televisi¨®n un mensaje en el que ordenaba que su reto?o fuera procesado por asesinato. Al final, la cosa qued¨® en nada porque el clamor popular, que lleg¨® incluso de la familia de la v¨ªctima, suplic¨® a Sadam que no repitiera el sacrificio de Abraham. Pero Udai ha ca¨ªdo en desgracia. Le pierde su car¨¢cter y su prepotencia: despu¨¦s del episodio, fue expulsado de Suiza por pasearse con una pistola al cinto; y antes, sus gorilas pegaron una paliza a un marido que se atrevi¨® a protestar por el acoso a que somet¨ªa a su esposa en la discoteca de un lujoso hotel de Bagdad. El otro hijo de Sadam, Husein, que trabaja en cuestiones relativas a la informaci¨®n- seguridad-espionaje, no se hace notar.
El c¨ªrculo familiar en las esferas del poder incluye tambi¨¦n a otros altos cargos, entre los que destaca el poderoso ministro de Industria, Husein Karrial, yerno del presidente. Un hermanastro de ¨¦ste, Barzan Ibrahim, jefe de la polic¨ªa secreta hasta 1983, tuvo una sorprendente reaparici¨®n, en marzo de este a?o, en Ginebra, como representante de su pa¨ªs en la comisi¨®n de derechos humanos de la ONU.
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