Bebamos
El alcohol es una droga al parecer bastante dura, pero -que se sepa a¨²n no ha sido excluida de nuestra cultura, y en todos los poemas mito l¨®gicos de los que nacen las relIgiones que m¨¢s nos afectan el culto al vino o a sus equivalentes sigue sien do un aval. Al parecer, Boris Eitsin, dirigen te de la perestroika dura, bebi¨® unos cuantos whiskies de m¨¢s durante su visita a Estados Unidos y se extasi¨® ante el espect¨¢culo de los grandes almacenes, y ahora le quieren pasar factura pol¨ªtica en nombre de un interesado puritanismo. En cierta ocasi¨®n supe que a Lenin se le atribu¨ªa la extra?a veleidad de aullar como un lobo en las noches de luna llena, cuando estaba deprimido o cuando quer¨ªa librarse de alguna furia abstracta. Me pareci¨® maravillo so que un hombre tan exagerada mente convertido en estatua pudiera tener "una debilidad", sobre todo porque vivi¨® m¨¢s de 30 a?os sin comerse un rosco hist¨®rico.
Curioso que reivindiquemos con Catulo el amor y el vino, y que luego le hagamos la prueba de alcoholemia a las estatuas, cuando -en mi opini¨®n- los pol¨ªticos inspiran con fianza desde el momento en que bajan de los pedestales y se salen de las fotograf¨ªas oficiales, Que en la URSS los cenizos involucionistas repiquen con los cilicios sobre los pupitres del Comit¨¦ Central me parece una simple y l¨®gica instrumentalizaci¨®n, coherente con una mentalidad conservadora de la doble o de la triple verdad. Pero que desde una cultura libre se les haga el juego y las tres copas de m¨¢s de Eltsin se pongan en el debe de la legitimidad de la perestroika me parece, por una parte, una prueba de que desde la l¨®gica capitalista interesa torpedear el cambio en la URSS, sobre todo si no conduce a una rendici¨®n sin condiciones, y, por otra, una evidencia de la doble verdad democr¨¢tica, del persistente uso de las virtudes, p¨²blicas y los vicios privados, aunque se sepa que a veces el culo es el verdadero espejo del alma.
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