Indecorosa corrida
El desarrollo de la corrida fue un c¨²mulo de contradicciones y rarezas. P¨²blico, toreros y presidente formaron una trilog¨ªa extra?a. El p¨²blico riojano protestaba, con raz¨®n, la indecorosa presencia de los Buend¨ªa que saltaban a la plaza, a los que alg¨²n displicente aficionado, de forma irrespetuosa, saludaba desde la barrera con un "?Hola novillito! ?Qu¨¦ tal tonto!". Sobre todo a los tres primeros. Insignificantes.Y cumplida esta fase de la corrida, aquello se convirti¨® en un desconcierto, porque los subalternos pasaban a una mano en banderillas, Ortega Cano pasaba de su quehacer de una forma fr¨ªa y Espartaco, en su primero y al primer muletazo, cuando se encontraban algunas almohadillas en el suelo, se ofusc¨® y desesperadamente se acerc¨® a la barrera para coger la espada de verdad. Alguien de su cuadrilla le aconsej¨® que volviese a la cara del toro. A la cara y a la carga imposible con un toro chico y protestado poblando.
Buend¨ªa / Ortega Cano, Espartaco, Mora
Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa (5?, sobrero), chicos e inofensivos; 6?, mejor presentado y noble. Ortega Cano: silencio; silencio. Espartaco: bronca; ovaci¨®n. Juan Mora: silencio; vuelta. Plaza de Logro?o, 26 de septiembre. Sexta y ¨²ltima corrida de feria.
Por esta raz¨®n se devolvi¨® el quinto, y en el sobrero Espartaco fue maestro en colocaci¨®n y t¨¦cnica para obligar a embestir a un torete casi imposible, parado y remiso., Hizo posible lo imposible y no se le tuvo en cuenta, quiz¨¢ por la indecorosa presencia del Buend¨ªa o porque aqu¨ª, en Logro?o, al l¨ªder, generalmente: se le mide con m¨¢s dureza.
Como contraste se le aplaudi¨® con intensidad a Juan Mora. Este desaprovech¨® el mejor toro de la tarde y, quiz¨¢ de la feria. El ¨²ltimo, que tuvo m¨¢s apariencia, llevaba calidad y nobleza. Mora, se entretuvo m¨¢s en la compostura y el f¨ªsico y deshilvan¨® su faena en un quehacer inconexo y carente de conjunto. recorriendo mucha plaza. El p¨²blico le brind¨® en exceso, los aplausos que escatimara a Espartaco, Cierto que el toro de Espartaco era muy pobre de cara.
Oscuro, desapercibido, desangelado e intrascendente: pas¨® Ortega Cano, que no hizo nada por enderezar la. tarde extra?a, a pesar de ser un torero afin al empresario.
Una extra?a connivencia, se carg¨® de infortunio, desinter¨¦s y pasotismo. Fue una gran confusi¨®n.
Babelia
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