El castigo de la vejez
IN¨²TIL IMAGINAR que dimita un alto cargo de la autonom¨ªa catalana, como la directora general de Asistencia Social, ?ngela Miquel, despu¨¦s del esc¨¢ndalo del geri¨¢trico de Vallvidrera, en el que, como m¨ªnimo, una anciana falleci¨® en estado de avanzada desnutrici¨®n. Los inspectores que mand¨® Miquel a la residen cia de ancianos se revelaron ciegos: nada hab¨ªan visto del siniestro pabell¨®n donde yac¨ªan hacinadas 15 ancianas, aquejadas de demencia senil y tratadas por sus cuidadores como a internos de campos de concentraci¨®n. Cuando el juez orden¨® el cierre de la residencia, la citada directora general critic¨® la orden, asegur¨® que no era de su competencia y se embroll¨® en el habitual y ya cl¨¢sico conflicto entre instituciones, al que es tan aficionado cierto tipo de personajes acostumbrados a extraer sustanciales rentas pol¨ªticas y electorales de la sistem¨¢tica descalificaci¨®n de toda autoridad que no sea la propia.El empe?o demostrado por la Coordinadora de Usuarios de la Sanidad, una entidad de iniciativa privada a cuyas denuncias se debe la actuaci¨®n judicial, ha conseguido finalmente lo que los in¨²tiles inspectores del Gobierno catal¨¢n ni tan siquiera olieron: el cierre del pabell¨®n, la vigilancia del resto de la residencia, la prisi¨®n preventiva de la directora del centro y del m¨¦dico que atendi¨® negligentemente a las internas y la rectificaci¨®n de la inicial actitud de celos institucionales heridos de ?ngela Miquel. In¨²til, sin embargo, imaginar que Miquel dimita, como ser¨ªa su obligaci¨®n en tanto que alta responsable del Gobierno catal¨¢n y como dictar¨ªa la m¨ªnima verg¨¹enza torera. Pues, como todo el mundo sabe, aqu¨ª no dimite nadie, sea de la Administraci¨®n central, de la local o de la aut¨®noma, por m¨¢s desaguisados, p¨¦rdidas humanas o materiales que pesen sobre las espaldas pol¨ªticas del responsable de turno.
En este pa¨ªs de inspectores ciegos y directoras generales empecinadas en sus celos institucionales, la sanidad y la asistencia p¨²blica no garantizan el cuidado de los ancianos, las familias tienen que pagar cantidades elevadas sin garant¨ªas de contraprestaciones decentes y la garant¨ªa de control debe suministrarla una asociaci¨®n privada en prueba fehaciente de que la misma sociedad civil que con tanta frecuencia llena la boca de los pol¨ªticos es la ¨²nica salvaguardia de los ciudadanos frente a tanto desaprensivo y a tanta inutilidad flagrante de la Administraci¨®n.
Tal como pinta el futuro demogr¨¢fico, con una poblaci¨®n cada vez m¨¢s anciana, una sociedad cada vez m¨¢s cruel con quienes abandonan el aparato productivo, una asistencia p¨²blica cada vez m¨¢s reducida y una Administraci¨®n m¨¢s in¨²til, ser¨¢ cuesti¨®n de que empiecen a espabilarse los ciudadanos que quieran evitarse una ancianidad inhumana o incluso concentracionaria. Adem¨¢s de lo que cada uno pueda hacer por s¨ª y para s¨ª, la eficacia de la Asociaci¨®n de Usuarios de la Sanidad en el desvelamiento del esc¨¢ndalo y en la imposici¨®n de medidas urgentes y rigurosas muestra la utilidad de la participaci¨®n de los ciudadanos organizados en el control de la calidad de los servicios. ?stos parecen ser los ¨²nicos pa?os calientes para un problema que no hace m¨¢s que comenzar.
Y el d¨ªa en que las Administraciones p¨²blicas se decidan a abandonar su pasi¨®n por la burocracia y el reglamentismo, por la rigurosa administraci¨®n de la inutilidad y los celos institucionales, y la guerra de competencias, para dedicarse de verdad a resolver los problemas y a administrar con eficacia los dineros de todos, que avisen, pues tal vez quedan todav¨ªa algunos ciudadanos capaces de recuperar la confianza en los administradores que entre todos pagamos y que con excesiva frecuencia s¨®lo a s¨ª mismos parecen servir.
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