Los arquitectos espa?oles apoyan a sus colegas brit¨¢nicos en la pol¨¦mica con el pr¨ªncipe Carlos
Federico Correa califica al futuro monarca de "nost¨¢lgico del pasado"
Carlos de Inglaterra cree que los sue?os de la arquitectura moderna s¨®lo producen monstruos frankensteinianos. Lo cree y lo dice p¨²blicamente en libros (Una visi¨®n de Gran Breta?a) y en una exposici¨®n (abierta hasta el 19 de noviembre en el Museo de Victoria y Alberto de Londres). Los arquitectos brit¨¢nicos -encabezados por Maz Hutchinson, su presidente- han reaccionado un¨¢nimemente contra el pr¨ªncipe, al que califican de "retr¨®grado". Es lo mismo que declaran sus colegas espa?oles consultados por este diario, entre los que se cuentan Ignacio de Sol¨¢-Morales, Federico Correa y el Taller de Arquitectura de Ricard Bofill.
Ante la posici¨®n militante de Carlos de Inglaterra, los arquitectos espa?oles hacen, en general, causa com¨²n con sus colegas brit¨¢nicos. Todos acusan al pr¨ªncipe de seguir demasiado enamorado de formas antiguas y de no hacer ning¨²n esfuerzo por criticar la arquitectura moderna a partir de ella misma, en lugar de buscar soluciones, sin m¨¢s, en el pasado. Pero, en principio, casi todos consideran normal" que un pr¨ªncipe (o cualquier ciudadano no favorecido por la gracia de Dios) opine acerca de cualquier cosa. "A m¨ª me parece bien", dice Ricardo Ayoca, "que opine cualquiera, incluso un pr¨ªncipe".Federico Correa, por su parte, dice: "Si Carlos de Inglaterra quiere opinar, que lo haga". A Antonio V¨¢zquez de Castro le parece bien que "un pr¨ªncipe se arriesgue". En cambio, miembros del Taller de Arquitectura de Ricard Bofill consideran inconveniente que una figura capaz de influir sobre la cultura de un pa¨ªs difunda tan contundentemente su postura personal.
Salvo a Bofill, pues, a todos les parece bien que un pr¨ªncipe hable. Ricard Pie es, con respecto a este punto, ir¨®nico, ya que cree que habla de algo para quitarle m¨ªnimamente la palabra real a su madre: "Es un personaje que, hasta hace poco, s¨®lo sal¨ªa en las revistas del coraz¨®n. En asuntos p¨²blicos, su papel era nulo". ?Por qu¨¦ elige, para hablar, el tema de la arquitectura? Eso quiere decir, en opini¨®n de Pie, que "la arquitectura interesa; que puede, incluso, exaltar a las masas". Manuel de las Casas afirma: "Hac¨ªa 100 a?os que no pasaba esto, que no se trataba la arquitectura a nivel p¨²blico y pol¨ªtico, y eso est¨¢ bien".
Pero ah¨ª termina, para casi todos, la concordia. Porque, en cuanto el pr¨ªncipe empieza a hablar, los arquitectos diagnostican la procedencia de todo lo que dice: "Creo que en su opini¨®n", declara Correa, "asoma una escuela que tuvo auge en los a?os setenta y primeros ochenta y que se dio en llamar posmodernidad; es decir, retorna la tradici¨®n t¨ªpicamente inglesa del arist¨®crata que se interesa por los asuntos culturales. Carlos tiene los defectos del arist¨®crata: lo formal, lo prejuicioso, el amor por el buen gusto. Se apunta tarde a un debate que se hizo en la arquitectura hace 10 a?os sobre el lugar de la ciudad hist¨®rica en la situaci¨®n contempor¨¢nea".
Manuel de las Casas es todav¨ªa m¨¢s cr¨ªtico: ."Si est¨¢ bien que un pr¨ªncipe opine y, en este sentido, creo que no hay presi¨®n sobre los arquitectos, s¨ª hay una cierta manipulaci¨®n del pueblo ingl¨¦s. Cuando habla de arquitectura del pasado quiz¨¢ de lo que est¨¢ hablando es del imperio brit¨¢nico y de la conservaci¨®n de sus esencias". Antonio V¨¢zquez de Castro considera que las opiniones de Carlos son, al fin, "peque?oburguesas".
Postura retr¨®grada
Casi todos los arquitectos consultados est¨¢n de acuerdo en que lo que Carlos critica es m¨¢s o menos criticable, pero, por un lado, le reprochan no saber analizar por qu¨¦ resulta criticable y, por otro, se burlan de lo que defiende. "Tiene" dice Correa, "una postura posmoderna y retr¨®grada. Siente nostalgia por el pasado y no toma en cuenta los problemas del mundo actual. No hay m¨¢s arquitectura que la moderna. Cada ¨¦poca tiene su arquitectura. Hay que analizar sus defectos, pero esos defectos, en general, no son arquitect¨®nicos".Sol¨¢-Morales comparte con el pr¨ªncipe "su malestar en cualquier ciudad contempor¨¢nea". "Las ciudades de hoy no son confortables, pero creer que todo se soluciona volviendo al pasado es una completa estupidez. Por otro lado, est¨¢ tan pringado como los dem¨¢s. ?La Corona no ha tenido nada que ver, acaso, con la aberraci¨®n que es Hong Kong? Pero la soluci¨®n no son las verdes campi?as escocesas", dice el arquitecto.
"Carlos retorna la tradici¨®n paisajista inglesa", explica Ricard Pie. "La arquitectura moderna lleg¨® a Inglaterra, y la implantaci¨®n de rascacielos en la city de Londres se hizo a destiempo y mal. Pero lo que a ¨¦l le duele no, es tanto la especulaci¨®n y la irracionalidad como el estilo. Cuando se ve lo que defiende (columnas d¨®ricas y todo eso), uno se da cuenta de que quiere volver al pasado", agrega.
Se dice que a Carlos le gusta Ricard Bofill: "No me extra?a", opina Manuel de las Casas. "Por una parte, lo entiendo", declara V¨¢zquez de Castro, porque Bofill trabaja un neohistoricismo, pero, por otra, no lo entiendo, porque muchas de sus propuestas tienen una escala capaz de originar un gran impacto en una ciudad y van en contra de esa ideolog¨ªa peque?oburguesa".
En el Taller de Arquitectura de Ricard Bofill est¨¢n m¨¢s o menos de acuerdo con la posici¨®n principesca, ya que se notan algunos puntos en com¨²n. Pero uno de sus integrantes aclara: "Esos puntos pueden defenderse de una manera avanzada o retr¨®grada, y quiz¨¢ exista aqu¨ª un peligroso malentendido. Bofill ha estado muy solo en la revalorizaci¨®n de elementos cl¨¢sicos y ha sido, a menudo, incomprendido".
Es Ricard Pie el que se?ala, por fin, un olvido quiz¨¢ clave en la arquitectura y el dise?o modernos, y all¨ª el clamor del pr¨ªncipe no ser¨ªa tan escandaloso: "Quiz¨¢ hay algo que el estilo moderno no ha sabido aportar a la sociedad. La confortabilidad. Cuando te imaginas leyendo un libro por la noche, mientras fuera llueve, piensas en un sill¨®n con orejeras de piel oscura, en una estanter¨ªa de madera tambi¨¦n oscura. Quiz¨¢ el estilo moderno no ha podido satisfacer necesidades de este tipo, perfectamente l¨ªcitas. Cuando uno maldice los espacios modernos, muchas veces tiene raz¨®n".
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