Do?a Sol y sus dos amantes
Sangre y arenaDirector: Javier Elorrieta. Gui¨®n: Rafael Azcona y Ricardo Franco, basado en la novela hom¨®nima de Vicente Blasco Ib¨¢?ez. Fotograf¨ªa: Antonio R¨ªos. M¨²sica: Jes¨²s Gluck. Espa?a, 1989. Int¨¦rpretes: Christopher Rydell, Sharon Stone, Ana Torrent, Albert Vidal, Guillermo Montesinos, Jos¨¦ Luis de Villalonga. Estreno en Madrid: cines Callao y Carlos III.
La historia es bien conocida: la perversa do?a Sol, arist¨®crata, bell¨ªsima y caprichosa, se prenda de un guapo torero que comienza una carrera de ¨¦xitos. ?l viene de abajo y arrastra la culpa de la cogida mortal de un amigo muerto en plena juventud y un amor primerizo con la hermana de ¨¦ste.
Una peripecia melodram¨¢tica que en el original se vest¨ªa de drama taurino para mostrar la diferencia de clases en la Espa?a de 1908 se torna aqu¨ª en un enfrentamiento entre dos ardores, sexo incluido.
Algo del tono original de cr¨ªtica social. -muy poco, a decir verdad- queda todav¨ªa en un di¨¢logo crispado -y forzado- entre una do?a Sol rubia y espl¨¦ndida (Sharon Stone) y un Juan Garrido (Christopher Rydell) que a lo largo de todo el, filme hace gala de un hieratismo desconcertante.
El problema de Sangre y arena es que nunca termina de encontrar realmente su tono. Por una parte pone mayor inter¨¦s que las dos versiones americanas en lo estrictamente taurino; por el otro, cae en la trampa de dignificar algunos de los aspectos t¨®picos que sabiamente hab¨ªa sabido poner en pr¨¢ctica Rouben Mamoulian en su versi¨®n de 1942, la m¨¢s conocida, sin conseguirlo.
La comparaci¨®n con la pel¨ªcula americana es l¨ªcita, no en vano la propia publicidad del filme apela a ella recordando dos de las versiones anteriores. Y puestos a ello, conviene recordar que a Mamoulian no le preocup¨® demasiado el tema de la fidelidad ritual a la tauromaquia. Desconocedor probablemente de todo ello, puso su inter¨¦s en cuidar que los t¨®picos del original (la sangre, la muerte, los celos, la crueldad, la identificaci¨®n del amor como la moneda de dos caras que eternamente han representado Eros y T¨¢natos) funcionaran perfectamente mediante la qu¨ªmica del enfrentamiento entre sus dos actores principales. Y lo logr¨®: es infinitamente m¨¢s sugerente Rita Hayworth llamando a un pelele Tyrone Power con un grito ronco, un "?Hey, tourou!", que todos los di¨¢logos en los que Juan intenta describir a Sol lo que se siente frente al toro, por mucho que, en fidelidad al original, se hayan elegido escenarios sevillanos y la m¨²sica sea enteramente espa?ola.
Tampoco ayuda mucho a la empresa el hecho de que, puesto a hacer, Javier Elorrieta, un director que trabaja sobre todo en publicidad y que no se ha prodigado mucho (La noche de los bastones blancos y La noche de la ira), se limite a cumplir la papeleta, aunque ni mucho menos se pueda achacar la debilidad del resultado final a su trabajo.
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