Cosmonautas y f¨²tbol
El recital de Julio Iglesias en Mosc¨² a beneficio de la Unicef, el m¨¢s emotivo para el cantante
Julio Iglesias "cantar¨¢ el primer concierto que se organice en el cosmos", certific¨® muy rotunda, sonriente, con toda su humanidad vestida de negro, Sveltana Savistkaya, la cosmonauta hero¨ªna de la URSS; ocurri¨® tal cosa en el camerino del cantante minutos antes de su recital de anteanoche, con el que culmin¨® su presentaci¨®n en Mosc¨², en v¨ªsperas de subir al escenario, hoy, viernes, de la ciudad de las noches blancas, Leningrado.
Cuando Sveltana lleg¨® al camerino acababa de salir, ayudado por unas muletas (le falta una pierna) el que se apod¨® la Ara?a Negra, Leo Jashin, inscrito en la memoria del f¨²tbol como el mejor portero de todos los tiempos, emparejado con Zamora; Julio lo recibi¨® en la puerta del Palacio de los Deportes, donde ha ofrecido sus tres recitales: "?ste es mi m¨¢s grande ¨ªdolo de juventud", repet¨ªa. Jashin le record¨® los chupinazos que hab¨ªa robado a las mallas salidos de los pies de Gento, Su¨¢rez, Di St¨¦fano, Puskas, y le record¨® al cancerbero Julio Iglesias: "Te deseo un buen partido esta noche"; al final volver¨ªa al camerino para balbucear entre l¨¢grimas disimuladas: "Te llevar¨¦ siempre en el coraz¨®n".La ¨²ltima velada de Iglesias en la ciudad de la Plaza Roja, anunciada antes del Me va, me va inicial, a beneficio de la Unicef, fue arrolladora como las dos precedentes, m¨¢s emotiva quiz¨¢, m¨¢s tensa por momentos. Hab¨ªa m¨¢s prism¨¢ticos para escrutar de lejos al cantante; el desfile de hombres y mujeres para depositar ramos de flores en el escenario fue continuo; Julio Iglesias no daba abasto a cantar y arrodillarse para besar. Y cantaba. Mucha gente, bajo la lluvia, permaneci¨® en las afueras del local esperando un milagro; un grupo de dos docenas era latinoamericano: "D¨ªgale a Julio que aqu¨ª afuera est¨¢ su familia, que nos dejen pasar". Una decena de cubanos, desde las cuatro de la tarde ya estaba en sus asientos; son aprendices de pilotos en Iegorievsk, a 120 kil¨®metros de Mosc¨²: "Somos unos 200 extranjeros en la escuela y casi todos quer¨ªan venir, pero s¨®lo nosotros pudimos pagar el viaje y la entrada".
El recital lleg¨® a la mitad, Julio ya hab¨ªa dicho en ruso gracias y buenas noches, y se hizo un intervalo: el presidente de la Asociaci¨®n Sovi¨¦tica de F¨²tbol apareci¨® en escena para regalarle "al ex portero del Real Madrid" un bal¨®n y un bander¨ªn de su instituci¨®n. Y dijo: "Estoy orgulloso esta noche, porque he comprobado que el f¨²tbol dio una estrella mundial de la canci¨®n".
Julio Iglesias, ceremoniosamente, rodillas en tierra, susurr¨® Solamente una vez, mirando con mimo el mont¨®n de rosas que m¨¢gicamente depositaban a sus pies, y la sala abarrotada estall¨®. Poco despu¨¦s lleg¨® el momento emotivo: cinco ni?osde la Unicef subieron al escenario. Julio Iglesias jug¨®, habl¨®, brome¨®, cant¨® Una paloma blanca y se matiz¨® un clima que s¨®lo los sovi¨¦ticos, inm¨®viles, expresaban con sus caras a modo de mapas de cosas indecibles.
Al t¨¦rmino de las dos horas y media de canciones surgi¨® el pugilato: la polic¨ªa y los acomodadores se propusieron que el p¨²blico no se abalanzara cantando, susurrando o en silencio hacia el escenario; hubo moratones, caras desencajadas, tentaciones de alguna cosa, pero el p¨²blico venci¨® al romper la muralla humana policial. El desbordamiento fue s¨®lo de segundos; al toque de un silbato, como rayos, acudieron soldados y paracas de refuerzo.
La masa fue contenida. En la sala hab¨ªa mucha oficialidad. Y el recital, filmado por la televisi¨®n, ser¨¢ ofrecido el pr¨®ximo d¨ªa 11 por la perestroika de la URSS al pueblo sovi¨¦tico; calculan que 200 millones de personas presenciar¨¢n todo el espect¨¢culo.
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