El 'C¨¢ntico espiritual' de Valente
El poeta vuelve sobre san Juan de la Cruz y sobre la poes¨ªa m¨ªstica
El an¨¢lisis que hace Jos¨¦ ?ngel Valente de la lectura actual del C¨¢ntico espiritual centra esta entrevista. Valente prepara ahora, de nuevo enfrascado en la espiritualidad, la edici¨®n de la Gu¨ªa espiritual de Miguel de Molinos.Pregunta. En 1942 se celebr¨® el cuarto centenario del nacimiento de san Juan de la Cruz y la proximidad del cuarto centenario de su muerte, en 1991. ?Qu¨¦ diferencias en la lectura de la obra del carmelita advertir¨ªa como m¨¢s significativa entre ambas fechas?
Respuesta. La diferencia fundamental para m¨ª radica en que la lectura actual ser¨ªa una lectura mucho m¨¢s operativa. Es decir, que la obra de san Juan de la Cruz estar¨ªa mucho m¨¢s incorporada a la escritura po¨¦tica de lo que estaba en el a?o 1942. El centenario de 1942 fue m¨¢s que nada una celebraci¨®n triunfalista. Algunos cr¨ªticos, como Colin Thompson, han se?alado que se trat¨® de un centenario que no fue acompa?ado de ninguna evaluaci¨®n cr¨ªtica anal¨ªtica. De ¨¦l deriva, por ejemplo, la lectura de D¨¢maso Alonso, que es una lectura hecha desde este lado. Es la negativa a entrar en el misterio de la experiencia m¨ªstica. La nueva lectura tendr¨¢ que ser una lectura m¨¢s integral, una lectura que asuma desde el lado de la poes¨ªa que san Juan es el poeta clave de la tradici¨®n a la que pertenecemos, pero tambi¨¦n un gran m¨ªstico. Algo que no suele suceder m¨¢s que en las tradiciones orientales. Lo que yo espero es que ahora realmente "entremos m¨¢s adentro en la espesura".
P. La obra de san Juan estuvo olvidada durante 300 a?os, hasta que Men¨¦ndez Pelayo repar¨® en ella mientras estudiaba a fray Luis.
R. Creo que se trat¨® sobre todo de un problema de interpretaci¨®n, de posici¨®n de la cr¨ªtica, que en un pa¨ªs muy tradicionalista ha encasillado a san Juan como un fen¨®meno puramente religioso y no perteneciente a la ¨®rbita de lo literario. As¨ª se da la paradoja de que quien quiz¨¢ sea el poeta clave de la tradici¨®n espa?ola no pesa sobre ella, sino que la determina, como si dij¨¦ramos, a la larga. Incluso Men¨¦ndez Pelayo cuando habla fray Luis se refiere s¨®lo incidentalmente a san Juan de la Cruz, sin entrar a analizarlo.
P. Usted se ha ocupado mucho de su obra.
R. S¨ª, te¨®rica y po¨¦ticamente, pero no soy un fen¨®meno aislado. La aproximaci¨®n al carmelita se produce de una manera selectiva pero ya muy acusada, por ejemplo, en Blas de Otero, cuya obra arranca de una lectura pro funda de san Juan de la Cruz. Lectura que es tambi¨¦n evidente en Luis Cernuda y en algunos poetas latinoamericanos a los que personalmente me he sentido muy pr¨®ximo, como Lezama Lima o Westphalen.
P. Usted ha dicho que la m¨ªstica es el deseo del deseo del otro. Y en rigor la comuni¨®n o identidad entre amor profano y amor sagrado constituye el centro de su lectura del C¨¢ntico.
R. Lo que he sostenido es que necesitamos abolir la distinci¨®n entre cuerpo y esp¨ªritu, que ser¨ªa un poco, en el sentido que le da Derrida, una pervivencia de la metaf¨ªsica. Es decir, es una oposici¨®n que hay que tachar. Hay que operar con ella desde luego, porque est¨¢ ah¨ª, pero hay que operar con ella en situaci¨®n de tachadura. Y lo mismo suceder¨ªa con la distinci¨®n entre sacro y profano. Quiero decir que yo, al hablar del lenguaje amoroso, no distinguir¨ªa nunca entre esas dos categor¨ªas. Y finalmente, el sentido de mi exposici¨®n era el de buscar ese punto anterior a la divisi¨®n. Eso me llevaba, por ejemplo, a repetir una cita de John Donne, un poeta en el que se da un intercambio continuo de lenguajes, de modo que hacia su poes¨ªa profana viene la simbolog¨ªa de la Iglesia cat¨®lica de la que ¨¦l procede, y hacia su poes¨ªa sacra va una imaginer¨ªa de tipo sexual que le lleva incluso a dirigirse a Dios en t¨¦rminos violentamente er¨®ticos. El lenguaje sexual no se puede partir. Y cuanto m¨¢s nos remontamos, ya sea hasta la tradici¨®n cabal¨ªstica o hacia los ritos hierog¨¢micos de Babilonia y de los sumerios, m¨¢s imposible es dividir ese lenguaje. Porque si lo hacemos se provoca enseguida una lectura aleg¨®rica que a m¨ª po¨¦ticamente me parece del todo innecesaria, aunque pueda aceptarse con fines did¨¢cticos. Si la Iglesia quiere leer el Cantar de los cantares como una alegor¨ªa de las nupcias entre Cristo y la Iglesia, eso es cosa suya, pero para m¨ª se trata ya de una segunda lectura. La lectura primaria me sit¨²a ante un lenguaje, el del eros, que es el ¨²nico posible y en el que, insisto, no puedo llevar a cabo la distinci¨®n entre sacro y profano, porque no considero que la experiencia sexual excluya la experiencia de lo divino.
P. ?Es posible una poes¨ªa m¨ªstica sin religi¨®n, encontrar la "oscuridad que arroja luz" sin religi¨®n, sin dogma?
R. Yo creo que s¨ª, que es posible. Ah¨ª est¨¢ toda la experiencia m¨ªstica basada en el yoga, que es una m¨ªstica sin religi¨®n. En cierto modo, adem¨¢s, el problema del m¨ªstico es que termina por abolir los dogmas. Lo que le lleva casi siempre a una situaci¨®n de conflicto con las religiones positivas. Conflicto que evidentemente no busca. El m¨ªstico no es de antemano un revolucionario, pero interioriza tanto el dogma que al final entra en conflicto con ¨¦l. Por eso la Iglesia acaba cortando la tradici¨®n m¨ªstica con el proceso de Miguel de Molinos, que es el ¨²ltimo gran m¨ªstico de la Iglesia en Occidente. Como a cualquier otro Estado, le interesa el poder, y as¨ª no es posible que el individuo mantenga zonas acotadas en las cuales no entre el poder.
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