Espa?a obtuvo el punto necesario para ir a Italia
ENVIADO ESPECIALEl ¨¢rbitro se?al¨® el final del partido, y Luis Su¨¢rez, el seleccionador espa?ol, sali¨® corriendo hacia el c¨¦sped para abrazar a sus jugadores. Su¨¢rez corr¨ªa, loco de alegr¨ªa, por la clasificaci¨®n de Espa?a para el Mundial de Italia, pero tambi¨¦n euf¨®rico y liberado al fin de la tensi¨®n vivida en un partido descontrolado. Espa?a consigui¨® lo que quer¨ªa, su puntito, y en Sevilla, el 15 de noviembre, todo puede prepararse ya para la fiesta. Una fiesta que estuvo en el aire en los ¨²ltimos minutos al empatar Hungr¨ªa a dos y encontrarse Espa?a des bordada por la ilusi¨®n del rival.El partido fue una locura. Lanzada Hungr¨ªa a un ataque a la desesperada desde el primer minuto, qued¨® desterrado cualquier orden habitual en un partido de f¨²tbol. El centro del campo se convirti¨® en una zona de paso por donde cabalgaban, cada 30 segundos, las huestes de uno y otro equipo. Nadie controlaba el bal¨®n, y llegar de una a otra porter¨ªa costaba apenas tres pases. Hungr¨ªa, con su alocada t¨¢ctica, dejaba tantos huecos libres, que los espa?oles no ten¨ªan m¨¢s remedio que responder a la velocidad con m¨¢s velocidad. Y, como no le fue nada mal en la primera parte, donde sum¨® ocasi¨®n tras ocasi¨®n, la serenidad desapareci¨®.De hecho, el 1-2 con el que se lleg¨® al descanso fue un resultado corto por las oportunidades: Julio Salinas se recre¨® en el ¨¢rea, sin rematar, hasta que lleg¨® la defensa h¨²ngara (m. 3); Mart¨ªn V¨¢zquez lanz¨® una falta con un tiro flojo y bombeado que sali¨® fuera por poco tras fallar el portero en su salida (m. 8); Michel chut¨® una falta directa que se fue junto al poste h¨²ngaro (m. 13); un defensa salv¨® un disparo de Manolo (m. 20), y Disztl detuvo con apuros un disparo de Mart¨ªn V¨¢zquez (m. 21).
Hungr¨ªa demostraba ser una selecci¨®n blanda, constru¨ªda alrededor de un jugador con guantes en los pies, Detari, pero sin fuerza, sin la garra ni la personalidad que es precisa en este tipo de partidos. Esa garra s¨®lo surgi¨® en la segunda parte, cuando ya lo ten¨ªa todo perdido. Adem¨¢s, el p¨²blico h¨²ngaro, enfadado todav¨ªa por el esc¨¢ndalo de los resultados ama?ados en la liga de la pasada temporada, no est¨¢ para bromas, y castig¨® a sus hombres con silbidos en cada uno de sus errores.
Hungr¨ªa, en los primeros 45 minutos s¨®lo tuvo dos buenos, del 19 al 21, cuando, tras un error de Michel y Sanchis, Zubizarreta tuvo que detener un disparo de Kovacs y, a la salida de un c¨®rner, otro de Kiprich.
Curiosamente, cuando la cascada de ocasiones baj¨® de ritmo llegaron los goles. Primero, Julio Salinas y Michel marcaron para Espa?a. Parec¨ªa que la locura podr¨ªa remitir, pero Espa?a no tuvo tiempo ni de pensar en tranquilizar la viveza del juego, porque Roth marc¨® el 1-2 y resurgi¨® el nervio h¨²ngaro de cara a la segunda mitad.
Si alg¨²n entrenador pidi¨® a sus hombres, en el descanso, que serenasen el bal¨®n, que lo frenasen, que lo controlasen el m¨¢ximo de tiempo posible, nadie entendi¨® las ¨®rdenes. Porque los segundos 45 minutos fueron jugados al mismo ritmo infernal, descontrolado. Espa?a parec¨ªa c¨®moda en el descontrol, y de hecho podr¨ªa haber sacado m¨¢s provecho en nuevas oportunidades. Pero el cansancio espa?ol iba creciendo, y la ilusi¨®n h¨²ngara, por salvar al menos la cara, fue en aumento. Hungr¨ªa llegaba a los ¨²ltimos metros con m¨¢s empe?o, hasta que, por fin, Pinter acert¨® con un lanzamiento lejano que sorprendi¨® a Zubizarreta.
Los ¨²ltimos minutos fueron de extrema tensi¨®n para los espa?oles. Los m¨¢s veteranos trataron de recuperar cierto orden defensivo, pero, de nuevo, cuando Espa?a cog¨ªa el bal¨®n, lo perd¨ªa enseguida. En ese momento, m¨¢s de un jugador espa?ol deb¨ªa estar maldiciendo a sus compa?eros por las grandes ocasiones falladas. Pero la crisis s¨®lo dur¨® ocho minutos, y Luis Su¨¢rez pudo recordar sus tiempos como jugador saltando al campo para abrazar a sus hombre.
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