La Europa necesaria
I. Europa ya es posible y necesaria. Esta doble y desnuda afirmaci¨®n es, sin embargo, la convicci¨®n pol¨ªtica m¨¢s importante en las ¨²ltimas d¨¦cadas del Viejo Continente y tambi¨¦n la creencia colectiva que con mayor derecho ha de animar el futuro inmediato de los europeos.El camino de la construcci¨®n encontr¨® siempre los l¨ªmites del orden internacional heredado de la posguerra. La rivalidad entre los bloques, la pol¨ªtica de guerra fr¨ªa, la aparici¨®n del arma nuclear como la m¨¢s cr¨ªtica expresi¨®n de ¨¦sta y el reparto -incluida Europa- en zonas geopol¨ªticas de influencia disminuyeron la personalidad europea.
Como consecuencia, el esp¨ªritu de Yalta ha supuesto -por demasiado tiempo- la subordinaci¨®n de los intereses nacionales de los pa¨ªses miembros de cada bloque a los geoestrat¨¦gicos de las dos potencias. Su resultado: una soberan¨ªa tan limitada como la que revelan las dram¨¢ticas intervenciones en Hungr¨ªa, 1956; en Checoslovaquia, 1968, o en Polonia, 1981. Pero tambi¨¦n la m¨¢s sutil y continuada interferencia norteamericana en los asuntos internos de los socios europeos de la Alianza Atl¨¢ntica.
Europa, as¨ª dividida, se convirti¨® pronto en elemento secundario del concierto internacional, en zona de amortiguaci¨®n de uno u otro bloque, en testigo mudo de las decisiones sobre su propio futuro, en teatro militar de operaciones ajenas. Y no fue Europa.
II. Sin embargo, los contradictorios a?os ochenta est¨¢n confirmando indicios de renovaci¨®n y cambio furdamentales en las relaciones internacionales y en el papel que en ellas corresponde a Europa.
De un lado, el modelo americano descubre su aut¨¦ntica debilidad. La ascensi¨®n y crisis de la era Reagan es, simult¨¢neamente, la doble prueba de una ficci¨®n: el crecimiento inmediato y la imposibilidad final de mantener, al tiempo, un desarrollo ordenado en torno a la industria militar. La m¨¢s alta popularidad del neoconservadurismo ha coincidido, parad¨®jicamente, con el m¨¢ximo endeudamiento y d¨¦ficit externo. Llegadas a este punto, las alternativas no pueden ser m¨¢s precarias: un mayor recorte de las prestaciones sociales o un aumento de la presi¨®n fiscal. Sus socios europeos no han aportado m¨¢s originalidades, y las consecuencias del modelo neoliberal empiezan a hacerse evidentes: quienes lo proclaman deben aceptar la sociedad polarizada, la marginaci¨®n y empobrecimiento de amplios colectivos, la desintegraci¨®n y la inhibici¨®n social a que conducen el endeudamiento, la competitividad salvaje entre empresas, el mercado desigual y desregulado y el Estado reducido al papel de c¨®mplice de los m¨¢s estrechos intereses.Reforma integral
De otra parte, es constatable el agotamiento pol¨ªtico, econ¨®mico y moral de los sistemas del socialismo real; la ausencia de pluralismo pol¨ªtico y de instrumentos de participaci¨®n y control, la corrupci¨®n ampliamente extendida, la ineficaz planificaci¨®n estatal y las asfixiantes burocracias colocan al sistema ante una ineludible reforma integral. La URSS de Gorbachov y algunos pa¨ªses socialistas empiezan a revisar los principios y dogmas del comunismo tradicional. Adem¨¢s, la introducci¨®n del mercado y el reconocimiento de la libertad de los agentes econ¨®micos tiene que producirse en el marco de una real democratizaci¨®n de los sistemas pol¨ªticos.
III. La estrategia bipolar, pues, est¨¢ cediendo su lugar a la distensi¨®n. La falacia de tal equilibrio en el terror era que cada potencia buscaba en ella su propia seguridad, su propia paz. El liderazgo de las potencias se debilita y reaparecen los intereses espec¨ªficamente europeos. Europe¨ªsmo no es exactamente atlantismo. Pero su personalidad no est¨¢ tampoco en la configuraci¨®n de un tercer bloque, sino en el est¨ªmulo de un nuevo modelo de relaciones internacionales, de un di¨¢logo Norte-Sur, fundado en la cooperaci¨®n y de un sistema de defensa edificado sobre la seguridad compartida.
Se trata, pues, de europeizar Europa. Una idea que comienza a estar madura entre las fuerzas pol¨ªticas, sociales y culturales de progreso, en la sociedad civil.
La creaci¨®n y desarrollo de la Comunidad Europea, y en particular el Acta ?nica de 1986 y el Mercado ¨²nico de 1992, suponen pasos inestimables en tal direcci¨®n. Sin embargo, la Comunidad precisa del m¨¢s audaz de los desarrollos institucionales: un Parlamento pleno de competencias, un Gobierno responsable ante el mismo, la pol¨ªtica exterior, las prestaciones sociales y la educaci¨®n, la articulaci¨®n de pol¨ªticas comunes en el avance del espacio social, en los reequilibrios regionales... Al calor, en fin, de la hist¨®rica propuesta de Spinelli, Europa debe caminar hacia la constituci¨®n de una unidad pol¨ªtica fundada en una soberan¨ªa com¨²n europea.
Pero la Comunidad ha de reforzarse institucionalmente, al tiempo que asume, sin tibiezas, los retos de su ampliaci¨®n. Los esperanzadores cambios en parte de los pa¨ªses del Este pueden y deben conducir de inmediato a un estrechamiento de relaciones pol¨ªticas y comerciales. Y tambi¨¦n a la integraci¨®n voluntaria de aquellos que satisfagan las normales exigencias de la adhesi¨®n.Una nueva izquierda
IV. Una casa com¨²n espera a todo el continente: desde el Atl¨¢ntico hasta los Urales. Constituida sobre un modelo de paz, democracia activa y progreso social.
Esa Europa debe asumir la democracia y los derechos civiles como valores esenciales de la condici¨®n humana. Esa Europa debe reformular el papel de los Estados, de suerte que, adem¨¢s de la intervenci¨®n directa, promuevan las condiciones de igualdad en que prospere la m¨¢s libre iniciativa social. Descartados al tiempo el darwinismo econ¨®mico y su negaci¨®n estatalista, el mercado libre e igual debe constituir entonces un elemento positivo de redistribuci¨®n de la riqueza y de la creatividad colectivas.
Esa Europa, excluida la tentaci¨®n antinorteamericana, debe desempe?ar un protagonismo rotundo y activo en las iniciativas de desarme, de mediaci¨®n en los conflictos regionales y de est¨ªmulo de un nuevo orden econ¨®mico internacional, entendiendo la paz como producto de una seguridad responsable e igualitariamente compartida.
Esa Europa exige, en fin, la definici¨®n de una nueva izquierda, renovada desde sus mejores tradiciones. Por eso es inaplazable para las fuerzas de la izquierda un compromiso que supere la hist¨®rica escisi¨®n de los a?os 1914 a 1917. La tentaci¨®n neoliberal y el fundamentalismo dogm¨¢tico deben constituir el pasado; en el futuro s¨®lo est¨¢ la Europa de las reformas y de un socialismo democr¨¢tico.
Ciertamente, muchos recelos hist¨®ricos se opondr¨¢n a ello: algunas corrientes socialistas mantienen a¨²n serias reservas ante los partidos comunistas que m¨¢s n¨ªtidamente emprendieron el camino de la renovaci¨®n, y les exige una suerte de rendici¨®n incondicional. Por su lado, entre estos ¨²ltimos no es infrecuente la calificaci¨®n de los socialistas como meros gestores de una pol¨ªtica liberal o simples ap¨¦ndices del atlantismo. Sin duda, en uno y otro frente, muchos intereses conservadores se opondr¨¢n al reencuentro. Aun as¨ª, la casa com¨²n de la izquierda es el reto, el compromiso. Un nuevo y amplio bloque hist¨®rico de socialistas, laboristas, comunistas, verdes, progresistas y otras corrientes emergentes. Una nueva cultura pol¨ªtica en la izquierda europea que encarar¨¢ decididamente la transici¨®n reformista a una sociedad democr¨¢tica y socialmente avanzada.
Y esa Europa ser¨¢.
Adem¨¢s suscriben el presente manifiesto de la Fundaci¨®n Europea entre otras, las siguientes personas:
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.