Hagan juego, se?ores diputados
La revitalizaci¨®n del Parlamento ha pasado a ser una necesidad clave de la pol¨ªtica nacional
Desde su aprobaci¨®n en 1982, el reglamento del Congreso ha sido se?alado como el principal culpable, junto al sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas, de la aton¨ªa de la vida parlamentaria y del alejamiento del Parlamento del sentir y de las preocupaciones de los ciudadanos. Los grupos de la oposici¨®n no han dejado de lamentarse en estos a?os de las insuficiencias de esta norma en lo que se refiere a facilitar las tareas de control de la acci¨®n del Gobierno.A sus posibles defectos ha venido a a?adirse una circunstancia exterior que ha trastocado los datos que sirvieron de referencia a su elaboraci¨®n: la mayor¨ªa absoluta alcanzada por el PSOE en octubre de 1982 -al poco tiempo de entrar en vigor el reglamento- y revalidada en 1986. Esta prolongada mayor¨ªa absoluta ha tenido sus efectos en el funcionamiento del Parlamento, introduciendo un desequilibrio exagerado entre mayor¨ªa gubernamental y minor¨ªas de la oposici¨®n, que ha tenido su incidencia m¨¢s negativa en una de las funciones esenciales de la democracia parlamentaria: el control de la actividad gubernamental por parte de la instituci¨®n que representa la soberan¨ªa popular.
El reglamento de 1982 concluy¨® con una ¨¦poca en la que la discusi¨®n y el consenso hab¨ªan sido el m¨¦todo habitual de la actividad parlamentaria, lo que sirvi¨® para hacer del Congreso una instituci¨®n din¨¢mica y central de la vida pol¨ªtica en los primeros a?os de la democracia. Con nula visi¨®n sobre lo que se avecinaba, la fuerza pol¨ªtica patrocinadora del nuevo texto, la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, pretendi¨®, sobre todo, asegurarse los mecanismos suficientes para poder gobernar sin agobios con la mayor¨ªa relativa de que dispon¨ªa.
Norma f¨¦rrea
El resultado fue una norma reglamentista y f¨¦rrea que atribu¨ªa amplios poderes a los ¨®rganos de gobierno del Congreso: presidencia y mesa. El letrado de las Cortes y profesor de Derecho Constitucional, Diego L¨®pez Garrido, ha se?alado algunos de los efectos negativos generados por esta normativa en una situaci¨®n de mayor¨ªa absoluta: la ponencia, ¨®rgano parlamentario donde se preparan las leyes, dej¨® de ser un lugar de debate, se burocratiza la producci¨®n legislativa, se obstruyen los conductos de informaci¨®n hacia los grupos de la oposici¨®n y, en definitiva, se facilita la aplicaci¨®n mec¨¢nica del criterio mayoritario a los distintos niveles y procedimientos de la actividad parlamentaria.
Los principales partidos pol¨ªticos, incluido el PSOE, propugnan la reforma del reglamento del Senado con vistas a reforzar su papel como C¨¢mara de las autonom¨ªas. El debate planteado desde los albores de la etapa democr¨¢tica sobre el papel del Senado no versa tanto sobre su escasa eficacia, derivada de su posici¨®n subordinada respecto del Congreso -tanto en lo que se refiere a las iniciativas en la acci¨®n legislativa como al control parlamentarlo de la actuaci¨®n del Gobierno-, como a la insuficiencia de su dise?o constitucional como C¨¢mara de representaci¨®n territorial.
Programas
Quiz¨¢ porque no son una mercanc¨ªa que venda y que atraiga votos, las cuestiones relativas al funcionamiento del Parlamento apenas son tocadas en los programas de los partidos que concurren a las elecciones. Y, sin embargo, la revitalizaci¨®n de la instituci¨®n, la recuperaci¨®n del diputado como protagonista del trabajo parlamentario por encima de los grupos y de las c¨²pulas de los partidos es fundamental para que el sistema no se degrade; tambi¨¦n lo es para que las preocupaciones de los ciudadanos no queden preteridas y se plasmen, en cambio, lo m¨¢s fielmente posible en leyes y en decisiones de Gobierno.
El Partido Popular se arriesga a proponer en su programa la sustituci¨®n del actual sistema electoral de listas cerradas y bloquedas por el de listas abiertas. Los expertos no se ponen de acuerdo sobre cu¨¢l de los dos sistemas es globalmente mejor, pero estiman que el de listas abiertas tendr¨ªa al menos un efecto positivo para la actividad parlamentaria: el diputado recuperar¨ªa su autonom¨ªa y el grupo parlamentario dejar¨ªa de ser mero ap¨¦ndice de las ejecutivas de los partidos. Por su parte, el Centro Democr¨¢tico y Social habla en su programa de devolver al Congreso su funci¨®n de ¨®rgano central de la vida p¨²blica mejorando su capacidad de control del Gobierno.
La sensaci¨®n de encorsetamiento que el actual reglamento del Congreso proyecta sobre la vida parlamentaria ha trascendido los c¨ªrculos de la clase pol¨ªtica y ha prendido en la opini¨®n p¨²blica. Durante la legislatura que acaba de concluir han sido frecuentes y sonadas las disputas entre mayor¨ªa y minor¨ªas sobre las formas de control ordinario de la actividad gubernamental en las que se materializa la actuaci¨®n del Parlamento: acceso a la informaci¨®n y, sobre todo, a aquella considerada secreta o reservada por el Gobierno, creaci¨®n de comisiones de investigaci¨®n e iniciativa legislativa de la oposici¨®n mediante interpelaciones y proposiciones de ley.
La oposici¨®n se ha quejado en numerosas ocasiones de que la mayor¨ªa gubernamental le ha hurtado informaci¨®n con el pretexto del secreto oficial (casos del memor¨¢ndum de la OTAN y de venta de armas, entre otros); le ha impedido la constituci¨®n de comisiones de investigaci¨®n sobre asuntos graves de la vida nacional (reprivatizaci¨®n de Rumasa, caso el Nani, etc¨¦tera), y, sobre todo, de que ha hecho caso omiso de sus enmiendas en la producci¨®n global legislativa. Pero adem¨¢s han aparecido problemas que afectan a todos los grupos siendo el m¨¢s grave el transfuguismo, fen¨®meno que desde las primenas elecciones democr¨¢ticas de 1977 ha afectado a 89 diputados.
El Parlamento no s¨®lo es un ¨®rgano de la mayor¨ªa gubernamental, sino de la mayor¨ªa y de la oposici¨®n, y esta doble caracter¨ªstica (permitir a la mayor¨ªa realizar su programa y a la oposici¨®n criticarlo y elaborar alternativas) exige un derecho parlamentario que garantice el equilibrio entre una y otra misi¨®n. Por otra parte, aunque en el sistema parlamentario de gobierno no es posible considerar hoy la actIvidad gubernamental y la actividad legislativa como dos actividades desligadas m¨¢s o menos paralelas sino como una ¨²nica actividad conjunta, se ha evidenciado una gubernamentalizaci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria, al punto de que, en vez de ser acicate del Gobierno en la realizaci¨®n de su programa, ha ido a remolque de su ritmo e iniciativa.
Juego limpio
Del lado de la mayor¨ªa gubernamental se tiene una visi¨®n m¨¢s optimista del funcionamiento del Parlamento y hasta se deja entrever que, en todo caso, se excede en su juego limpio y en sus of¨¦rtas de acuerdo con la oposici¨®n. Para Virgillo Zapatero, ministro de Relaciones con las Cortes, en esta legislatura ha habido una mayor dificultad de entendimiento con la oposici¨®n a causa de su fragmentaci¨®n en varios grupos y a su incapacidad para ponerse de acuerdo entre ellos.
Pero a juicio del ministro la realidad del di¨¢logo no ha sufrido, y como prueba se aporta el apabullante flujo de informaci¨®n generado desde los centros gubernativos y administrativos en respuesta a preguntas y a solicitudes de informe de la oposici¨®n y las numerosas comparecencias de los ministros ante el pleno y en comisi¨®n. En todo caso, el Gobierno parece admitir que el actual reglamento del Congreso debe ser reformado.
En los ¨²ltimos meses ha elaborado un borrador de acuerdo del Partido Popular, el PNV, Minor¨ªa Catalana y parte del Grupo Mixto, aunque con las reticencias del CDS y de IU. Estos dos ¨²ltimos partidos se oponen a que la creaci¨®n de las comisiones de investigaci¨®n siga dependiendo de la voluntad de la mayor¨ªa como ocurre en la actualidad.
El borrador da, sin embargo, un paso adelante en el controvertido y crucial tema del acceso de los parlamentarios a materias clasificadas como secreto oficial. Si una materia est¨¢ catalogada como secreto, el Gobierno facilitar¨¢ la informaci¨®n recabada a tres diputados pertenecientes a grupos diferentes, elegidos por el Pleno -por mayor¨ªa de tres quintos- para la totalidad de la legislatura.
Si la materia hubiera sido clasificada como reservada, el Gobierno facilitar¨¢ la informaci¨®n a los portavoces de los grupos parlamentarios. El salto de un grupo a otro ser¨¢ imposible, tal como ha ocurrido esta legislatura, ya que aquellos que por su voluntad abandonen su grupo permanecer¨¢n toda la legislatura en el mixto. Pero es dudoso que estas medidas sean suficientes para devolver al Parlamento el protagonismo que le corresponde. Para ello ser¨ªa necesario acercar el tiempo parlamentario al tiempo real de la sociedad, acabar con la fagocitaci¨®n del diputado por el grupo parlamentario, abrir el Parlamento a la opini¨®n de la sociedad civil y, en definitiva, hacer de los ¨®rganos parlamentarios lugares para el debate.
Bombardeo de preguntas
El Gobierno respondi¨® por escrito en la ¨²ltima legislatura a 23.067 preguntas formuladas por los distintos grupos parlamentarios, lo que representa un 80% m¨¢s que en la anterior legislatura. El Grupo Popular se lleva la palma, con m¨¢s de 15.000 preguntas presentadas, seguido de lejos por el CDS y la desaparecida agrupaci¨®n de la Democracia Cristiana. Al Grupo Socialista el Gobierno le contest¨® por escrito en 200 ocasiones. A las preguntas al Gobierno con respuesta escrita hay que a?adir las orales contestadas que suman un total de 2.026, casi el doble que en la legislatura de 1982-1986.La producci¨®n legislativa entre 1986 y 1989 alcanz¨® la cifra de 122 leyes aprobadas, 20 reales decretos ley convalidados y 179 acuerdos, convenios y tratados aprobados. Las proposiciones de ley y no de ley debatidas fueron 426 y las interpelaciones 218. La comparecencias del Gobierno ante el Pleno fueron 14, mientras que las celebradas en las distintas comisiones fueron 1.646. Las solicitudes de informe presentadas a la Administraci¨®n del Estado y otras entidades p¨²blicas fueron 1.341. Finalmente, los d¨ªas dedicados a plenos fueron 158 con 1.603 asuntos debatidos, y a comisiones 528 con 3.461 asuntos debatidos.
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