Fuera Pirineos

A PARTIR de principios del a?o pr¨®ximo, Espa?a y Francia habr¨¢n dado un paso definitivo para que la barrera natural que representan los Pirineos nunca m¨¢s pueda seguir asoci¨¢ndose a un obst¨¢culo insuperable que alimente las tendencias de aislamiento y de desconocimiento entre los dos pa¨ªses. Resulta preciso se?alar que, previamente a la decisi¨®n de los Gobiernos, el desarrollo de las comunicaciones, el turismo y los intercambios comerciales hab¨ªan liquidado buena parte del mito fronterizo. Es probable que en esas fechas espa?oles y franceses puedan ir ya libremente de uno y otro lado de la frontera sin verse obligados a ense?ar sus papeles y sin que ning¨²n agente de aduanas les obligue a abrir sus maletas. Y lo mismo les ocurrir¨¢ a los ciudadanos de los otros pa¨ªses de la CE que utilicen en sus desplazamientos la frontera franco-espa?ola.La decisi¨®n de los Gobiernos de Francia y de Espa?a de suprimir su frontera interior como ensayo de lo que preceptivamente debe producirse el 1 de enero de 1993 denota una actitud previsora de estar preparados para cuando llegue el momento. Es lamentable, sin embargo, que la l¨ªnea fronteriza que discurre por el Pa¨ªs Vasco y Navarra haya quedado marginada de la medida ante el temor del Gobierno galo, seg¨²n fuentes oficiales espa?olas, de que la polic¨ªa aproveche las nuevas facilidades para aventurarse en territorio franc¨¦s en persecuci¨®n de etarras. El grado de desconfianza que denota esta actitud pudo estar justificado en el pasado, pero de ninguna manera hoy, tras el cambio radical operado sobre ETA por parte de las autoridades francesas y cuando los dos pa¨ªses han puesto en pie instrumentos de colaboraci¨®n contra el terrorismo en los que se respetan escrupulosamente las respectivas autonom¨ªas.

La desaparici¨®n de fronteras entre pa¨ªses miembros de la CE nunca debiera implicar facilidades a las polic¨ªas nacionales para deambular sin requisitos previos por el ¨¢mbito comunitario en busca de delincuentes probados. Mucho menos si los ciudadanos son simples sospechosos o indeseables desde la exclusiva ¨®ptica policial. Precisamente, el rechazo de Francia a reconocer el pretendido derecho policial de persecuci¨®n transfronteriza -que constituir¨ªa un aut¨¦ntico abuso en tanto no exista una instancia judicial europea con capacidad de control de legalidad y de tutela en cuestiones de seguridad- es el principal obst¨¢culo que se levanta frente al intento del llamado grupo de Schengen (Francia, la Rep¨²blica Federal de Alemania, B¨¦lgica, Holanda y Luxemburgo) de suprimir sus respectivas fronteras interiores con tres a?os de antelaci¨®n al 1 de enero de 1993. Espa?a, que ha solicitado su ingreso en este grupo de naciones, debe contribuir a reforzar la posici¨®n de aquellos pa¨ªses comunitarios que consideran que la supresi¨®n de fronteras no debe significar la creaci¨®n de otras -inform¨¢ticas o no- que sirvan de criba invisible al derecho a la libre circulaci¨®n de determinadas personas o grupos de poblaci¨®n.