La vuelta de don Camilo
La vida del escritor en el regreso a la Alcarria
Para ser feliz y conjurar la muerte, ese contratiempo te?ido de vulgaridad, Camilo Jos¨¦ ha retornado al origen y ahora reestrena paisaje, escritura y amor.Camilo Jos¨¦ ha regresado a La Alcarria. ?l comenz¨® en Guadalajara su prosa viajera y en ella ha vuelto a instalarse, con instinto alobado, al cabo de trotar por el mundo en un gran c¨ªrculo de a?os. Despu¨¦s de ver la Casa de Gram¨¢ticos de Brihuega, tantear las ruinas de la casa del arcipreste en Hita, estar de pensi¨®n en Horche y pasar dos veranos de amistad en el molino de Caspue?as, se ha afincado de inquilino en el mirador de El Clav¨ªn. Desde este montecillo de Guadalajara y asomado al borde de La Alcarria, est¨¢ viendo la campi?a a sus pies y la sierra al fondo. Es una casa muy estrat¨¦gica que tiene algunos olivos, arbustos de romero y una encina pasmosa repleta de bellotas de oto?o de cuyo tronco cuelga una hamaca de Venezuela y a cuya sombra hacen g¨¢rgaras los periodistas suecos.
A las ocho de la ma?ana, con su nuevo jersei rojo, pasea por las cuestas y saluda a los ni?os que bajan al. colegio. Camil¨ªn est¨¢ delgado, pol¨ªcromo y provocativo, y pasa un poco de hambre para no aumentar su barriga cr¨®nica. Despu¨¦s de desayunar se instala en los altos de la casa y frente a una mesa atestada de papeles toma un cuaderno escolar y empieza a manuscribir arqueando las cejas. De tiempo en tiempo un dedo grueso y blando remonta sus gafas, que han resbalado por la nariz, a su debido lugar.
Camilo Jos¨¦ tanto como ama Galicia por su coraz¨®n, ama Castilla por su lengua y brega por estos p¨¢ramos como anta?o el Arcipreste, que tambi¨¦n peleaba gozosamente con la lengua y persegu¨ªa mozas m¨¢s o menos en flor. Tambi¨¦n Camilo hace descubiertas a los pueblos aleda?os para gustar en este caso un cordero asado o un cochinillo de pocos meses, unas setas de cardo y dos o tres tocinillos de postre.
Camilo, que es travieso, a veces se confiesa a medio camino entre Xavier Cugat y Mickey Mouse. Otras veces bromea de su grandeur a cuestas en Le clavin les-deux-¨¦glises y cuando va a Sig¨¹enza con toda su pompa siente sobre s¨ª la p¨²rpura de don Pedro Gonz¨¢lez de Mendoza. En cualquier caso, en La Alcarria se siente heredero de Juan Ruiz y del marqu¨¦s de Santillana.
Vuelta a la poes¨ªa
Camilo ha regresado a la poes¨ªa. Quiz¨¢ porque despu¨¦s de escribir tanto para el C¨ªrculo de Lectores, ahora le viene en gana contar cosas de s¨ª con la desnudez provocativa de la l¨ªrica. Cuando era jovencito escrib¨ªa "ponte seria muchacha, ahora que estoy tan fuerte" y ahora retorna a sus pocos a?os para decir con su l¨ªrica feroz: "Hija de perra, hija de Dios, sab¨ªa / que me escond¨ª una tarde y t¨² me viste", que pertenece a uno de sus ¨²ltimos Sonetos entre el amor y la muerte.
Camilo ha regresado al amor. Despu¨¦s de tantos a?os de reventar mozas con su tiern¨ªsima crueldad, ahora se confiesa enamorado (?qu¨¦ debilidad, mi querido hombr¨®n!) de una rubia radiante, como corresponde a un cadete. Y se ha echado a la espalda a la academia, a la familia y al protocolo y vuelve a hacer lo que le viene felizmente en gana.
En esta noche fastuosa, cachonda y alborotada, Camilo recibe a sus amigos en La Alcarria, dice hermosuras atroces, juega con el pelo adorable de Marina y medita su ¨²ltimo poema, aquel que se titula Reloj de arena, reloj de sol, reloj de sangre. Quien quiera o¨ªr este poema b¨¢rbaro que vaya a la premi¨¨re del 7 de noviembre en Conde Duque. Ahora que ya es Nobel ning¨²n municipal podr¨¢ llamarle la atenci¨®n reglamentariamente.
En sus confesiones del follet¨®n semanal Desde el Palomar de Hita se preguntaba: "No s¨¦ si ser¨¢ ya algo tarde para empezar a marchar por el sendero de la felicidad" pero, dando un manotazo algunas p¨¢ginas m¨¢s adelante, resolv¨ªa: "No hay amor a destiempo". Camilo Jos¨¦ (non vi Nobel tan novel) es verdaderamente feliz en esta tierra.
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