Cortejar a Egipto
PASADOS LOS a?os de aislamiento que su realismo pol¨ªtico hizo padecer a Egipto, este pa¨ªs ha vuelto a ocupar la posici¨®n de cuasi-hegemon¨ªa que por tama?o, poblaci¨®n e influencia estrat¨¦gica y sociocultural tuvo en el mundo ¨¢rabe. Expulsado en 1977 de todos los organismos ¨¢rabes como consecuencia del hist¨®rico gesto de acercamiento a Israel en busca de la paz, Egipto recobra ahora su papel de ¨¢rbitro y principal instancia mediadora en esa convulsa regi¨®n.Su exclusi¨®n era contra natura, entre otras cosas porque obligaba a que el protagonismo recayera en otras potencias de la regi¨®n incapaces de desempe?ar un papel constructivo. El vac¨ªo dejado por El Cairo resultaba, as¨ª, muy dif¨ªcil de llenar y su retorno al seno de la naci¨®n ¨¢rabe era s¨®lo cuesti¨®n de tiempo.
Pero si Egipto es un elemento esencial en Oriente Pr¨®ximo, lo es a¨²n m¨¢s en el Magreb. El intercambio mutuo de visitas del rais Mubarak y del l¨ªder Gaddafi a un lado y otro de la frontera libio-egipcia en los pasados d¨ªas lo ha puesto. de manifiesto. Por un lado, Libia no es ya el pa¨ªs peligroso e impredecible de hace a?os. El aislamiento del voluble coronel no s¨®lo en Occidente, como consecuencia de sus actividades terroristas, sino en el mundo ¨¢rabe ten¨ªa debilitado al Gobierno de Tr¨ªpoli. Habiendo abandonado por la simple fuerza de los acontecimientos los sue?os semiimperiales de uniones pol¨ªticas con Siria y Egipto, con Egipto a solas o con Argelia, Gaddafi, ha tenido que luchar por una legitimidad hecha de mayor prudencia y templanza. Los gestos teatrales a los que es tan aficionado apenas si disimulan este nuevo pragmatismo. En Tobruk, Gaddafi ha hablado con Mubarak, su ac¨¦rrimo enemigo durante 12 a?os, de "paz, seguridad y comprensi¨®n".
La demostraci¨®n m¨¢s acusada de esta progresiva moderaci¨®n libia est¨¢, primero, en la cumbre de Marraquech del pasado febrero: Gaddafi. uni¨® all¨ª su firma a la de los jefes de Estado de Marruecos, Mauritania, Argelia y T¨²nez para poner los cimientos de un mercado com¨²n (la Uni¨®n ?rabe Magreb¨ª) que contribuir¨¢, sin duda, a la moderaci¨®n regional y a un muy necesario acercamiento a Europa. En mayo, el l¨ªder libio acudi¨® nuevamente a Marruecos, a la cumbre de los Estados ?rabes que consagr¨® el regreso de Egipto a la respetabilidad. Gaddafi y Mubarak se abrazaron entonces con calor.
Los encuentros en Marsa Matruh y en Tobruk, a principios de la presente semana, son consecuencia de aquel abrazo. Aunque ambos han omitido hablar de reanudaci¨®n de relaciones, se va a permitir la libre circulaci¨®n de ciudadanos entre los dos pa¨ªses. Y es m¨¢s importante que hayan tratado de la reanudaci¨®n de las relaciones econ¨®micas, que es esencial para el Estado libio.
No debe olvidarse, por otra parte, que la reconciliaci¨®n es tambi¨¦n importante para El Cairo. En efecto, el colch¨®n libio entre Egipto y el resto del Magreb era un impedimento artificial a la continuidad natural de un grupo de pa¨ªses -del Atl¨¢ntico al mar Rojo- cuya unidad econ¨®mica y pol¨ªtica no puede sino ser beneficiosa para toda la orilla sur del Mediterr¨¢neo.
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