Pasiones con ars¨¦nico
Historia de Pelayo Amores o el polic¨ªa envenenado
Pelayo Amores no se levant¨® bien aquel d¨ªa de septiembre de 1987; sent¨ªa n¨¢useas. En el hospital, el polic¨ªa escuch¨® el diagn¨®stico: ars¨¦nico. Su mujer, Mar¨ªa Blasco, es la procesada en este caso adobado con videntes, detectives, celos y sangre. Y lunas de miel. La llamada envenenadora de Alaqu¨¤s, localidad valenciana en la que vive y donde Amores ejerce de jefe de la Polic¨ªa Local, ahora baila y viaja con su marido. El fiscal pide nueve a?os de c¨¢rcel para Mar¨ªa.
En septiembre de 1987, un jefe de polic¨ªa local ingresa en un hospital por intoxicaci¨®n arsenical. Su esposa, con la que lleva casado 26 a?os, acusada de un delito de parricidio en grado de frustraci¨®n, termina en la c¨¢rcel. Sale bajo fianza y el marido la agrede con una botella de cristal mientras duerme y le dice que le va "a pegar cinco tiros", acci¨®n que afortunadamente no consum¨®, pero que oblig¨® a suspender la vista oral.Con el proceso judicial en marcha, la pareja decide, el verano pasado, marcharse a Andorra una semana a vivir "una segunda luna de mieI", seg¨²n la esposa. Los s¨¢bados, ahora, van a bailar. Mar¨ªa puede ir nuevamente a prisi¨®n.
El caso de la envenenadora de Alaqu¨¤s, que: se sit¨²a en este pueblo del ¨¢rea metropolitana de Valencia con cerca de 25.000 habitantes, es digno de una novela polic¨ªaca. Si la Justicia, que dictar¨¢ sentencia en breve, absuelve a Mar¨ªa Blasco, ¨²nica procesada, la inc¨®gnita quedar¨¢ en el aire: ?Qui¨¦n suministr¨® a Pelayo Amores el veneno que lo llev¨® directamente al hospital, pero cuyas dosis no fueron suficientes para terminar con su vida? Lo ¨²nico que se demostr¨® durante la vista oral, el pasado viernes, fue que las u?as, cabello y orina del polic¨ªa conten¨ªan veneno y que tard¨® 225 d¨ªas en curarse. Tambi¨¦n que no se sab¨ªa c¨®mo lleg¨® el ars¨¦nico a su organismo.
Mar¨ªa Blasco,de 48 a?os, se cas¨® con Pelayo Amores ya viuda, cuatro a?os despu¨¦s de que muriera su anterior marido en accidente de tr¨¢fico. Mar¨ªa, madre de los cinco hijos del polic¨ªa local, ense?a orgullosa a los periodistas la fotograf¨ªa de su primera boda. El d¨ªa siguiente del juicio, insist¨ªa en que Amores es "un viva la vida que siempre ha tenido muchos l¨ªos, siempre".
Filtros amorosos
Mar¨ªa, desde el banquillo de los acusados, admiti¨® haber pagado un mill¨®n de pesetas a un detective para que averiguara las andanzas del polic¨ªa. El investigador privado no aparece. Ha huido de Espa?a. La vidente a la que acud¨ªa la procesada, ha muerto. Por tanto, la hip¨®tesis, seg¨²n la cual Mar¨ªa buscaba remedios m¨¢gicos, filtros amorosos, para dejar impotente a su marido o reconquistar su amor se ha diluido en la mara?a de suposiciones que rodea el suceso.Los expertos calificaron a la presunta envenadora como enferma mental, con "desarrollo paranoide producido por los celos", considerado como atenuante por el fiscal. Aunque Mar¨ªa lo niega, Salud Cubell, una joven viuda de Alaqu¨¤s, cambi¨® el n¨²mero de su tel¨¦fono -as¨ª lo declar¨® bajo juramento-, porque Mar¨ªa la llamaba todos los d¨ªas y a todas horas para insultarla.
Maria siempre ha sostenido que Salud viv¨ªa una relaci¨®n amorosa con su marido, extremo que tampoco suscribe nadie. Hay m¨¢s ingredientes en esta historia. La polic¨ªa intervino el tel¨¦fono de Mar¨ªa y escuch¨® una conversaci¨®n en la que la procesada y otra mujer, Otilia, se refer¨ªan a dos millones de pesetas. El abogado defensor llev¨® como testigo a Otilia. ?sta asegur¨® no recordar las conversaciones telef¨®nicas. S¨ª que conoc¨ªa los celos y sospechas de Mar¨ªa hacia su marido.
La victima no declara
La defensa se centr¨® en el modo de servir las comidas, -en una fuente que compart¨ªa toda la familia-, para demostrar lo inviable del envenamiento por su defendida. Uno de los hijos del matrimonio, con el que actualmente vive su padre, declar¨® en el sumario que en una ocasi¨®n, su madre evit¨® que bebiera una taza de caf¨¦. El hijo no asisti¨® al Juicio. Tampoco Pelayo Amores testific¨®, en contra de lo previsto; la sorpresa del abogado fue tal que pregunt¨® al presidente del tribunal si exist¨ªa un resquicio en la ley para obligarle a declarar.La peluquera de Mar¨ªa, que, como todo el municipio, conoce el caso de memoria y conversa a menudo sobre ¨¦l, afirma que la envenadora "estaba trastornada por los celos". Las opiniones de las mujeres del pueblo describen a Amores como un hombre poco grato, "de esos que gastan bromas de mal gusto". A la pregunta de si cre¨ªan capaz a Mar¨ªa de envenenar a su esposo, unos vecinos dijeron que s¨ª, y otros, que no. En el juicio, nadie declar¨® haber visto a Mar¨ªa suministrar el ars¨¦nico. Ni el marido.
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