Que alguien ponga mil pesetas
Izquierda Unida desarrolla una campa?a austera en la que no duda en pedir p¨²blicamente dinero
La de Izquierda Unida es una campa?a poco espectacular. Apenas puede gastar 275 millones de pesetas en total, cuando el PSOE invierte 250 millones s¨®lo en folletos. Las vallas son escasas y tampoco los carteles abundan demasiado, hasta el punto de que el simpatizante respinga de contento cada vez que tropieza con uno. Se basa la campa?a, sobre todo, en el empuje y la tenacidad del candidato, ese Julio Anguita que parece caminar de un mitin a otro abriendo surcos a punta de barba.
El autob¨²s avanzaba a trote lento hacia el pr¨®ximo destino cuando el jefe de prensa de Izquierda Unida avis¨®: "Sentaos, que est¨¢ prohibido levantarse y puede vemos la Guardia Civil". El conductor, que es asturiano, salud¨® al aire con un bocinazo al entrar en su tierra, y a continuaci¨®n se enzarz¨® con el de prensa en una conversaci¨®n acerca de lo que piensa la propia esposa cuando uno tiene una profesi¨®n que le hace dar tantos tumbos. Un poco m¨¢s adelante nos detuvimos para hacer pip¨ª: "Deprisa, deprisa, y nada de caf¨¦s, que llegamos tarde".Al salir de La Coru?a nos hab¨ªan repartido bolsas de pl¨¢stico para el mareo: "Porque hasta Gij¨®n es un camino de muchas curvas". As¨ª, como los componentes de una excursi¨®n escolar de un colegio de frailes, nos dirigimos hacia el pr¨®ximo mitin, en donde un Julio Anguita seguro de s¨ª mismo, profesoral y sin concesiones a la galer¨ªa, expondr¨ªa sobriamente su programa. El candidato de Izquierda Unida hab¨ªa llegado antes, y los de la prensa, todav¨ªa entre arcadas, aterrizamos en el Pabell¨®n Deportivo despu¨¦s de dar varios rodeos gracias a los oficios de un nativo cazado al vuelo.
All¨ª fue donde Anguita se apoy¨® en el atril y dijo: "Aqu¨ª tengo un micr¨®fono, una copa y una botella de agua. Estos son los bienes de que dispongo. Pero si alguien a?ade mil pesetas...". Y en tres minutos escasos explic¨® qu¨¦ es la inflaci¨®n. Julio Anguita dispone de dos trajes -uno de quita y otro de pon- y una afici¨®n sin l¨ªmites por la claridad expositiva, por la que voluntariamente renuncia a dar carnaza. No ambiciona despertar exaltaciones, que eso le parece m¨¢s propio de un coliseo romano, pero s¨ª desea que se note que el suyo es un discurso de Estado. "Porque yo no estoy en esto porque quiera ser l¨ªder de la oposici¨®n, sino de la Moncloa. Yo salgo de casa con ese esp¨ªritu, y me parece lo honesto en un candidato: desear ser presidente y trazar un programa de gobierno".
En el caso de que llegara a la Moncloa, es probable que la llenase de cartelitos con citas memorables y refranes apa?ados. A todo ello es muy proclive Julio Anguita, que puede sin empacho detenerse en plena charla informal con los periodistas y ponerse a recitar a Ovidio en lat¨ªn. Otra cosa son las m¨¢ximas -"si me enga?an una vez no es culpa m¨ªa, pero si me enga?an dos veces, s¨ª"- y los poemas ¨¢rabes. Dijo, al pasar por Orihuela, contemplando el fulgor de los palmerales al atardecer:
-"Oh, palmera, t¨² como yo eres forastera en esta tierra" -y, gir¨¢ndose hacia esta periodista: aclar¨®: -"Abderram¨¢n I".
Entonces la compa?era del PCE de Murcia advirti¨®:
-Por aqu¨ª abajo m¨¢s vale no insistir en lo de califa, porque hay mucho facha y van a decir que eres moro.
Chapado a la antigua
Todo ello le da fama de pedant¨®n, pero no lo es. Aunque s¨ª es un solemne, un se?or chapado a la antigua, un serio, un t¨ªmido, que lleva reloj de leontina -se lo regalaron en el ¨²ltimo colegio donde ense?¨®, llamado precisamente Los Califas-, y que, cuando puede, se relaja meti¨¦ndose por la noche en una discoteca y bailando una lambada muy travoltilla, aunque es obvio que lo suyo es el agarrao. Anguita es un carroza que con una hermosa voz de bar¨ªtono tararea Al vent, Fumando espero y canciones de Carlos Cano -su preferido-, aunque no le hace ascos a Los Chanclos y llega al extremo de prestarnos la casete para que la escuchemos en el autocar. Un carroza que, pese a las inevitables urgencias, trata de humanizar la campa?a d¨¢ndole un ritmo suave, un ritmo andaluz, y que en los m¨ªtines habla de asuntos que podr¨ªan parecer pasados de moda, pero que calan porque la gente est¨¢ ya hasta las narices. As¨ª, habla de irse de la OTAN, de no comprar carb¨®n a Sur¨¢frica -"porque est¨¢ manchado de sangre"-, de poner orden en la econom¨ªa -"organiz¨¢ndose como hac¨¦is vosotros con el sobre de la paga"-, de ir cerrando las centrales nucleares, de reducir los gastos de investigaci¨®n militar y aumentar los de investigaci¨®n cient¨ªfica, de anteponer la rentabilidad social a la econ¨®mica, "porque cuando la izquierda empieza a contar las pesetas se convierte en derecha". La gente le aplaude especialmente en las partes ¨¦ticas, como cuando dice que al consumismo desaforado hay que oponerle consumo de cultura, sanidad, deporte, educaci¨®n y solidaridad.
Es tambi¨¦n un resistente de fondo que explica de forma curiosa su paciencia. Cuando le preguntan si no le fastidia que en TVE le acorralen con especial sana progubernamental, sonr¨ªe: "?Qu¨¦ imagen m¨¢s elocuente que ese Jesucristo maniatado ante Pilatos sin poder defenderse de sus enemigos?". Toma del frasco. Anguita, que tiene escritas tres obras de teatro -que no han le¨ªdo m¨¢s que sus ¨ªntimos-, cuenta que la Pasi¨®n de Cristo es una fuente de inspiraci¨®n, pero no la crucifixi¨®n sino "ese huerto de los olivos en donde el hombre medita". Pero que no tiemblen los ortodoxos, porque a pesar de estas veleidades literarias situadas entre Calder¨®n de la Barca y Cecil B. de Mille, el dirigente comunista va a mandar a su hija a aprender ballet a Mosc¨². Otro hijo, Julio, que estudia periodismo, le ha salido acrat¨®n, "pero va a votar, porque si no, lo mato".
Con sus dos atuendos de batalla -un conjunto de blazer azul marino con pantal¨®n de franela gris, y un traje marr¨®n que confiesa haber adquirido all¨¢ por 1980- metidos en una funda de viaje que ¨¦l mismo acarrea hasta que su ch¨®fer, Antonio, la mete en el maletero del Renault 21, Anguita recorre el itinerario marcado sin perder ocasi¨®n de transmitir su mensaje. No es casual que antes de los m¨ªtines se vista de se?or: "Mi clientela no son los jornaleros que viven de la sopa boba que les da este Gobierno, sino intelectuales, profesionales, maestros". Cualquiera que le haya seguido durante estos d¨ªas lo puede comprobar. Cierto, hay viejos militantes con cachaba, luchadoras con delantal y alg¨²n que otro look Marcelino entre el mogoll¨®n -dos, tres y hasta cuatro mil personas-, pero tambi¨¦n hay ropa cara y fina, crestas moderadas y pendientes de dise?o. Como sintetizaba con agudeza un colega: "Las rubias han vuelto a los actos comunistas".
Voto ¨²til
O no tan comunistas, sino simplemente de izquierdas. Como dec¨ªa en Murcia una madre de familia: "Yo soy socialista, pero estoy aqu¨ª porque a los m¨ªos les est¨¢ saliendo demasiada barriga". A Anguita le reprochan sus detractores que Izquierda Unida va a subir gracias al voto ¨²til, que fue precisamente lo que puso al PSOE en el poder: "Bueno, y qu¨¦. Lo que pase despu¨¦s depender¨¢ de que nosotros cumplamos o no con nuestro programa". "Lo que ser¨ªa muy triste", a?ade, "es que me votaran porque no hay nada m¨¢s".
Al pasar junto a unas vallas electorales que reproducen la efigie de los principales l¨ªderes carism¨¢ticos sale el Anguita que pocos muestran, quiz¨¢s porque conviene mantenerle en el papel de iluminado: "Mira qu¨¦ cara de gilipoyas tenemos en los carteles. Menos mal que cuando he de hacer esas cosas" -posar para las fotos- "mi cuerpo astral se va por ah¨ª".
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