Fondos olvidados

EL USO indebido de los fondos reservados, su falta de control pol¨ªtico y legal y, sobre todo, su opacidad a la acci¨®n de la justicia, puesta de manifiesto en el caso Amedo, no han merecido atenci¨®n alguna de las fuerzas pol¨ªticas en la campa?a electoral. Ha sido una de las omisiones cualitativamente m¨¢s llamativas. Aun los partidos que consideraron conveniente que una comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria indagase sobre la posible financiaci¨®n de los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL) con fondos reservados han permanecido mudos en esta ocasi¨®n.La legislaci¨®n actualmente aplicable a estas partidas presupuestarias atribuye al titular del departamento que dispone de ellas la responsabilidad de acreditar que se dedican a los fines para los que son libradas por el Parlamento. Sin embargo, el caso Amedo ha demostrado claramente que esta garant¨ªa es insuficiente y, lo que es m¨¢s grave, ha llevado el descr¨¦dito y la sospecha a todo el sistema de libramiento y uso de estas partidas.

Hubiera sido bueno conocer la posici¨®n de las fuerzas pol¨ªticas sobre los fondos reservados y su compromiso program¨¢tico respecto de esta cuesti¨®n. Por ejemplo, si deben o no desaparecer, o qu¨¦ nuevas garant¨ªas ser¨ªan necesarias para evitar que tuvieran fundamento las sospechas sobre su mal uso. El caso Amedo, con la imposibilidad judicial de investigar su posible financiaci¨®n con fondos reservados, ha constituido un resonante fracaso del Estado de derecho. Impedir que algo as¨ª vuelva a repetirse es un deber inexcusable de todas las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas. Y el debate electoral hubiera sido una excelente ocasi¨®n para idear y proponer nuevas f¨®rmulas de control parlamentario y judicial sobre el uso de estos fondos p¨²blicos, que seguramente son necesarios, pero a condici¨®n de que no se conviertan ellos mismos en una amenaza para el propio Estado.