El despegue del sexo
En 1977, hablar de sexo en el cine espa?ol -entend¨¢monos, mostrarlo- era moneda corriente, consecuencia l¨®gica del cambio y su correspondiente permisividad. Tambi¨¦n frecuentaron las pel¨ªculas cuyo tema era el de la iniciaci¨®n al sexo por los adolescentes, un tema oportuno que en muchas manos tom¨® acento de oportunismo. No es el caso de Los claros motivos del deseo, filme dirigido ese a?o por Miguel Picazo. Los claros motivos del deseo, s¨ª, nos expone el tema con naturalidad y sin andarse por las ramas, cosa que dif¨ªcilmente hubiera podido hacerse antes, pero hay que ver en la pel¨ªcula de Picazo, de notable inter¨¦s, otros flancos hacia los que apuntan sus tiros y que acercan su obra a uno de sus anteriores y memorables hitos: La t¨ªa Tula.La t¨ªa Tula, en efecto, es todav¨ªa una de las mejores, m¨¢s serias y graves exploraciones de una Espa?a ahogada en el provincianismo y la represi¨®n sexual, cuando no el miedo, varios miedos, algunos de ellos inexplicables.
Los claros motivos del deseo se emite a las 2
00 por TVE- 1; Ashanti, a las 22.55 por TVE2.
Pues bien, Los claros motivos del deseo pone al d¨ªa la ¨¦poca, pero mantiene el mismo discurso, las mismas frustraciones adultas ahondan ahora en los j¨®venes protagonistas. El resultado no es tan perfecto aqu¨ª como en La t¨ªa Tula, aunque la misma tristeza inunda todo el filme, y las mismas verdades, contempladas sin contemplaciones.
Ashanti, rodada en 1979, es una de esas pel¨ªculas que en los ¨²ltimos tiempos han venido a demostrar la decadencia de un director como Richard Fleischer, que anta?o, en el cine de acci¨®n y aventuras -g¨¦nero al que este filme pertenece-, nos hab¨ªa dado obras realmente atractivas -y algo m¨¢s que atractivas, como la estupenda Los vikingos-. Hay un estimable material de base procedente de una novela de Alberto V¨¢zquez Figueroa, un buen equipo t¨¦cnico y un reparto de campanillas en Ashanti, pero la pel¨ªcula aparece finalmente desmayada y desganada, como si su simple inclusi¨®n en f¨®rmulas prefabricadas ya bastara para ganarse al espectador.
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