Luna de miel para la abadesa
El alcalde comunista de Orvieto, oficiante del matrimonio entre una monja de clausura y un constructor
![Juan Arias](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F5a86bcd5-e5fc-49ab-b292-f3043b0fbfd4.png?auth=2d48be4f56908c68f3c88d7da3c4bd83b9078e68267346b6bac73e371847252d&width=100&height=100&smart=true)
La ex abadesa de las clarisas del convento del Buon Ges¨´ de la ciudad de Orvieto, Anna Chiara Viti, de 44 a?os, que hab¨ªa dejado los h¨¢bitos para casarse con el constructor que estaba restaurando el convento, el viudo Marino Mortini, de 61 a?os, consigui¨® burlar a los fot¨®grafos que llevaban apostados por todas partes desde hace semanas, al casarse el jueves pasado, a las ocho de la tarde, en el despacho del alcalde comunista, Adriano Casasole.Los padrinos de la boda, celebrada, bajo la niebla que envolv¨ªa la encantada ciudad medieval, cuando ya hab¨ªa ca¨ªdo la luz del d¨ªa y la gente se dispon¨ªa a cenar, fueron un galerista de arte y un obrero, amigos del esposo, ambos incorregibles anticlericales.
El novio y rico constructor, con bigotes a lo Clark Gable, llevaba un traje corriente, mientras que la novia, menudita, de pelo oscuro -naturalmente, corto, como lo llevaba bajo el velo en el convento de clausura- y de ojos azul celeste, llevaba un traje sastre negro con una camiseta blanca. Hab¨ªan salido ella y su futuro marido juntos por una puerta trasera de casa en un BMW, y entraron por otra puerta secundaria en el Ayuntamiento, donde el alcalde, que mantuvo en secreto el d¨ªa y la hora de la boda, les esperaba, para despistar, en su despacho particular.
La novia, emocionada, confes¨® al alcalde comunista, ya buen amigo por su complicidad en defenderles del asalto de la curiosidad ciudadana, que al conocer al viudo constructor -que hab¨ªa podido entrar en la clausura s¨®lo con permiso del obispo-, se di¨® cuenta que era "un hombre en busca de amor que hab¨ªa sufrido mucho la soledad durante sus tres a?os de viudedad", y a?adi¨®: "S¨®lo ¨¦l pod¨ªa ser capaz de insinuarme la duda y de alejarme para siempre de la clausura".
El novio record¨® que su futura esposa ya hace 14 a?os hab¨ªa dejado una primera vez el convento, pero s¨®lo durante ocho meses, el reci¨¦n estrenado marido coment¨® a su vez con orgullo: "Si en aquella ocasi¨®n Anna hubiese tenido a su lado un hombre firme como yo, no hubiese cambiado entonces de idea".
La ex abadesa, como agradecimiento, le ha hecho una firme promesa, casi un nuevo voto, que podr¨¢ horrorizar a las feministas, pero que, al parecer, muchos maridos italianos envidian: "Ser¨¦ -ha confiado con candor- una esposa tradicional¨ªsima que se dedicar¨¢ s¨®lo a su casa y que esperar¨¢ a su esposo con gran paciencia para cenar y juntos leer, antes de acostarnos, algunos pasajes de la Biblia".
En vano varias agencias fotogr¨¢ficas le hab¨ªan ofrecido much¨ªsimo dinero a la ex abadesa para conseguir en exclusiva las fotos de la boda escandalosa. La nueva esposa se mostr¨® inconmovible tanto con los fot¨®grafos como con la casa publicitaria que le hab¨ªa ofrecido que patrocinara una marca de trajes de novia.
Los nuevos esposos abandonaron la ciudad para una "largo viaje de luna de miel", con la esperanza de que a la vuelta nadie se acuerde ya de ellos. Las que no se olvidan son las 10 monjitas de clausura que se han quedado en el convento como hu¨¦rfanas sin su madre abadesa y aseguran que ha sido todo "obra del demonio".
La madre de Anna a¨²n no se lo quiere creer. Y menos que a su hija la haya casado un alcalde comunista. Y a¨²n menos que el obispo de la ciudad haya pedido que "se respeten las decisiones de la conciencia de cada uno".
Al constructor seductor, persona muy apreciada en la curia, el obispo, como castigo, le ha prohibido s¨®lo que vuelva a desplegar su actividad "dentro de los conventos de la di¨®cesis".
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