La batalla de Madrid
MADRID -MUNICIPIO y autonom¨ªa- se ha convertido en las elecciones del 29 de octubre en el espejo en el que se mira el Partido Popular como prefiguraci¨®n de un futuro m¨¢s esperanzador para sus intereses. Esos resultados no son, sin embargo, un¨ªvocos, pues si es cierto que los socialistas pierden proporcionalmente m¨¢s votos que en el conjunto de Espa?a, tambi¨¦n es en la capital donde mayor es el crecimiento de Izquierda Unida y donde el descalabro del partido del .actual alcalde, Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, se hace m¨¢s ostensible. Con todo, el hecho de que en la circunscripci¨®n en la que compet¨ªan el presidente del Gobierno y el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n la lista encabezada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar haya obtenido unos 25.000 votos m¨¢s que Felipe Gonz¨¢lez es un dato de indudable valor simb¨®lico en un sistema pol¨ªtico en el que tan significativo resulta el papel atribuido a los liderazgos personales.Aunque siempre resulta arriesgado proyectar sin m¨¢s los resultados de una convocatoria sobre otra de diferente signo, es l¨®gico pensar que las tendencias registradas en las legislativas del 29 de octubre van a estar presentes en las pr¨®ximas auton¨®micas y mun¨ªcipales de Madrid, sobre todo porque no surgen a bote pronto, sino que vienen manifest¨¢ndose en anteriores enfrentamientos electorales. La m¨¢s clara ha sido el progresivo desgaste del PSOE, tanto en Madrid municipio como en la comunidad aut¨®noma, cifrado en la p¨¦rdida de 128.000 y 155.000 votos, respectivamente, en relaci¨®n con las legislativas de 1986. Si el punto de referencia son las elecciones de 1982, la p¨¦rdida de voto socialista es a¨²n m¨¢s espectacular: el 43% en la capital y el 33% en la comunidad. Por su parte, el Partido Popular se ha convertido en la primera fuerza pol¨ªtica de Madrid, con holgura en la capital y por un margen reducido en la comunidad. El descalabro del Centro Democr¨¢tico y Social y el fuerte incremento de Izquierda Unida en Madrid no vienen de tan lejos. Aparte de otros factores, su causa m¨¢s pr¨®xima parece encontrarse, en el primer caso, en los pactos auton¨®micos y municipales con la derecha conservadora, no bien recibidos por una parte del electorado populista del partido de Su¨¢rez; en el segundo, en el espacio abierto a la izquierda del PSOE por la evoluci¨®n de esta coalici¨®n, paralela a la modernizaci¨®n por parte de Izquierda Unida de algunas de sus formulaciones, y al acercamiento sindical a la misma.
Pero no ser¨ªa prudente sacar de estos datos atropelladas deducciones tom¨¢ndolos aisladamente o combin¨¢ndolos de forma indebida. La actual relaci¨®n de fuerzas parece fortalecer la v¨ªa de los gobiernos de coalici¨®n en el municipio y en la Comunidad de Madrid. De centro-derecha, en el primer ¨¢mbito, donde el PP y el CDS consolidan la mayor¨ªa alcanzada en las municipales de 1987, y de centro-izquierda, en el segundo, donde el PSOE e IU logran nuevamente la primac¨ªa que perdieron a favor de la derecha y del centro en las auton¨®micas del mismo a?o. Suponiendo que el partido de Su¨¢rez considere que sus pactos deben seguir ubic¨¢ndose en el campo de la derecha, dentro de lo imprevisible, que resulta todo juego de alianzas, ¨¦ste es en estos momentos el factor m¨¢s impredecible. En todo caso, cualquier pretensi¨®n de proyectar sobre otros aspectos los resultados del 29 de octubre en Madrid deber¨ªa afectar m¨¢s bien al equilibrio interno de la actual coalici¨®n de centro-derecha municipal -el partido del alcalde ha sido votado por apenas ocho de cada 100 madrile?os- que al gobierno de la comunidad.
En el campo de la izquierda existe el precedente del gobierno de coalici¨®n de socialistas y comunistas en el Ayuntamiento madrile?o en el per¨ªodo 1979-1983 y la pr¨¢ctica de una oposici¨®n cr¨ªtica, pero no destructiva, por parte de los ¨²ltimos respecto del gobierno socialista de la Comunidad de Madrid. Es cierto que las distintas estrategias y los resabios que hayan podido generar en unos y otros estas experiencias de colaboraci¨®n no favorecen su repetici¨®n. Pero los resultados electorales no dejan mucho margen a otra opci¨®n. En todo caso, la plural opci¨®n electoral de los madrile?os puede hacer de Madrid el alambique donde se destilen interesantes e in¨¦ditas f¨®rmulas de administraci¨®n apropiadas para sus intereses y que incluso pueden ser ¨²tiles a m¨¢s largo plazo a nivel nacional.
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