Vieja estampa colonial

El Teatro L¨ªrico Nacional inici¨® su temporada con la reposici¨®n de Don Gil de Alcal¨¢, de Manuel Penella (Valencia, 1880), de cuya muerte en Cuernavaca se cumpli¨® medio siglo en enero.La m¨²sica de Don Gil de Alcal¨¢ conserva, en estrecha alianza, su frescor y su intenci¨®n evocativa de vieja estampa colonial dieciochesca. La orquestaci¨®n, para arcos y arpas, supuso una original limitaci¨®n voluntaria del autor con vistas a unos resultados que estilizan el esp¨ªritu subyacente, y a veces superpresente, en la obra, y que no es otro que el de la zarzuela, dicho sea sin el menor matiz peyotativo. N¨²me ros como La habanera o el Canto al jerez ser¨¢n siempre aplaudidos, pero me parece m¨¢s bella e interesante la musicalizaci¨®n l¨ªrico-narrativa de los di¨¢logos.

Acerto plenamente, en el tono y el aire, la direcci¨®n esc¨¦nica de Carlos Fern¨¢ndez de Castro, ¨²ltimo representante, por ahora, de la dinast¨ªa teatral Fern¨¢ndezShaw, mientras Daniel Bianco sirvi¨® con muy atractiva simplicidad a la idea evocadora encuadrando la acci¨®n entre dos marcos dorados, al gusto rococ¨®, y grandes pinturas de ¨¦poca que, en ocasiones, toman vida en la escena. Miguel Roa llev¨® la parte musical con el conocimiento y el entusiasmo que le dicta su amor al g¨¦nero l¨ªrico espa?ol. Dio encanto musical y teatral a Ni?a Estrella la soprano Carmen Gonz¨¢lez, e hizo otro tanto Santiago Geric¨® en Don Gil.

Compusieron con exactitud sus diversos personajes el bar¨ªtono Enrique Baquerizo, el bajo Juan Pedro Garc¨ªa Marqu¨¦s, el gracioso Jes¨²s Castej¨®n -el Antonio Palacios de nuestros d¨ªas, y ya es decir- y su pareja, Amelia Barrio. En realidad, todo funcion¨® bien, incluidos los coros, los bailes, las luces y la orquesta, por lo que el p¨²blico reaccion¨® con largos aplausos.