Una Europa distinta
EL FIN del muro de Berl¨ªn y la democratizaci¨®n de la RDA abren una nueva etapa en la trayectoria recorrida por Europa en el siglo XX. Por cautas que sean las reacciones de los Gobiernos europeos, previniendo contra los riesgos de desestabilizaci¨®n, es obvio que se van a poner en cuesti¨®n estructuras que han en marcado el desarrollo de nuestro continente duirante el ¨²ltimo medio siglo. Adem¨¢s, la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn est¨¢ impulsando el avance hacia la democracia del resto de la Europa del Este. A los pocos d¨ªas de rendirse el principal producto de la ortodoxia, la dimi si¨®n de Yivkov permite intuir la incorporaci¨®n de Bulgaria a la corriente reformista En Praga, Jakes est¨¢ acosado por dirigentes j¨®venes de su partido de seosos de abrir cauces a la libertad. En Ruman¨ªa, Ceaucescu prepara su ruina multiplicando las depuraciones de colaboradores infieles.
El problema de fondo es que la perestroika, al margen de las dificultades internas que sufre, ha puesto en marcha una transformaci¨®n total del llamado hasta ahora bloque sovi¨¦tico. El ca.so de la RDA -en el que Gorbachov ha sido agente activo del cambio- pone de relieve que la URSS no s¨®lo ha enterrado la doctrina Breznev y no interviene "para salvar el socialismo", sino que estimula los movirnientos que llevan a la democracia, y que en el caso polaco -y sin duda en otros cercanos- suponen incluso la p¨¦rdida del poder para los partidos comunistas, que lo han ocupado desde hace cinco d¨¦cadas bajo su protecci¨®n. Se trata, pues, del abandono de un concepto de seguridad que se basaba en imponer a los pa¨ªses vecinos reg¨ªmenes y gobernantes que por afinidad ideol¨®gica les hac¨ªan sumisos a los deseos de Mosc¨².
La gran e inminente novedad es una Europa en la que reaparezcan Gobiernos del Este sin ataduras con la ideolog¨ªa comunista y con la URSS. Budapest, Varsovia, Berl¨ªn Este, Praga, pueden tener pronto Gobiernos de tendencia liberal, socialdem¨®crata o democristiana, pr¨®ximos por su ideolog¨ªa a los de Europa occidental. Gobiernos surgidos de elecciones y sujetos a lo que diga el voto ciudadano. No es casual que la Internacional Socialista muestre gran inter¨¦s en ayudar al desarrollo de las tendencias socialdem¨®cratas. En el p¨¢ramo dejado por el hundimiento del marxismo-leninismo est¨¢n surgiendo exacerbaciones nacionalistas netamente reaccionarias, lo que podr¨ªa acarrear serios riesgos de desestabilizaci¨®n.
Los recient¨ªsimos Cambios en la RDA est¨¢n modificando el futuro continental con la posibilidad de una Alemania unida. La apertura de fronteras abre un proceso f¨ªsico de relaciones no s¨®lo personales, sino institucionales, culturales, eeon¨®micas, de una unidad en acci¨®n. A la vez -y lo han dicho los gobernantes de Bonn-, nadie debe intentar aprovechar el momento para gestos precipitados que despierten viejos recelos, hoy en gran parte apagados. En poco tiempo, la aceptaci¨®n de la unidad alemana ha avanzado lo suficiente como para intentar trabajar pol¨ªticamente en la preparaci¨®n de cauces viables.
La Europa que se perfila como resultado de los cambios en el Este no debe retornar a la era de los conflictos nacionalistas, sino seguir avanzando por caminos de integraci¨®n y concordancia. Ello implica el que nada debe retrasar la creaci¨®n de la Europa de los doce, a la vez que, como ha dicho con acierto Jacques Delors, se conciba una, Europa de varios c¨ªrculos, con relaciones flexibles que articulen afinidades geogr¨¢ficas y de otro tipo en un proceso inspirado por ideas comunes de democracia y solidaridad. Todo ello aconseja enfocar la unidad alemana a partir de f¨®rmulas federativas que permitan dejar de lado aspectos militares -y otros- para evitar el choque con la realidad de los bloques, mientras ¨¦stos subsistan. A la vista de todo lo sucedido, parece imprescindible que el consejo de la CE, compuesto por los mandatarios de las 12 naciones, acelere sus contactos y no espere a la reuni¨®n de Estrasburgo para adoptar una posici¨®n com¨²n frente al nuevo mundo que llega con velocidades de v¨¦rtigo.
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