Himno
El himno nacional espa?ol es el ruido. Le gente oye ruido y se pione firmes. Se pone en trance patri¨®tico. Saluda la ense?a del decibelio y sangra de gusto por las orejas.Vas a una hermosa cafeter¨ªa de lujo y si no hay ruido no bay ambiente. El camarero llega con un mont¨®n de platos y los suelta con estruendo sobre la barra, ya rebosante de otros mel¨®dicos ruidos. Te mira con cara de do de pecho y pregunta qu¨¦ va a ser. Y t¨² respondes:
-P¨®ngame una de ruido en taza mediana, con el asa atada a un badajo, y la leche fr¨ªa de vaca mugiendo.
-?Una hecatombe en taza de bombardeo con la leche que le eche! -transmite el mozo al otro mozo de la m¨¢quina.
Entonces, el de la m¨¢quina manej a el manubrio y mientras el p¨²blico consumidor se desga?il.a para aumentar el nivel ruidoso del local, cuyo fondo es rock duro, este mozo maquinista suelta el vapor piara calentar la leche y hasta las banquetas chirr¨ªan sin necesidad de rieles.
M¨¢s tarde entra el cliente fijo de las cinco. ?ste no parece amante del foll¨®n, sino m¨¢s bien protector de la sociedad de los animales inudos, que tambi¨¦n existe y est¨¢ debidamente inscrita en el registro, El caballero avanza entre disparos de ruido -cucharillas tintineantes, berridos de tapas variadas, sartenazos de cocina y voces de repartidor de suministros- y alcanza su meta, que no es otra que el diab¨®lico juego de los marcianitos. Mete moneda y empiezan el gorgoteo, los pitidos, la traca y el revent¨®n sin premio, aunque s¨ª con rotura de t¨ªmpano y desgarro de las trompas de Eustaquio.
No puedes m¨¢s. En la terraza atrona el tr¨¢fico y por encima de ¨¦l se r¨ªe de todos un helic¨®ptero que ensordece. Alzas la voz, ya que no el pu?o, y llamas al camarero: "?La cuenta! ?Traiga la cuenta.?".
Y ¨¦l se vuelve, herido en su pentagrama ¨ªntimo. Responde: "!Jod¨¦, jod¨¦, no grite, que uno no est¨¢ sordo!".
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