Namibia tiembla
El temor a los resultados electorales provoca huidas en los distintos bandos del pa¨ªs surafricano
A orillas del r¨ªo Okavango, a la altura de Rundu, al norte de Namibia, la poblaci¨®n negra aprovecha los d¨ªas de fiesta en una de las pocas playas no infestadas por cocodrilos. Aparentemente reina la calma. Sin embargo, de 5.000 blancos que habitaban la peque?a ciudad apenas quedan unos 1.000. El temor a que el triunfo de la antigua guerrilla de la Organizaci¨®n de los Pueblos del Suroeste Africano (SWAPO) en las pasadas elecciones provoque estallidos de violencia ha hecho huir a los dem¨¢s. La SWAPO gan¨® las elecciones y consigui¨® 41 de los 72 esca?os de la Asamblea Constituyente, que deber¨¢ sentar las bases de la independencia de la ¨²ltima colonia africana. Pero los hombres de Sam Nujoma necesitaban siete esca?os m¨¢s para alcanzar la mayor¨ªa de los dos tercios necesarios para dominar sin contrapesos en la nueva C¨¢mara legislativa.
Nada m¨¢s hacerse p¨²blicos los resultados de las elecciones, Nujoma volvi¨® a hacer un llamamiento para que todos los sectores de la sociedad namibia colaboren en el futuro desarrollo del pa¨ªs. Se?al¨®, especialmente, a la comunidad blanca, propietaria de las granjas agr¨ªcolas y ganaderas. El l¨ªder de la SWAPO afirm¨® que las elecciones no han tenido ni ganadores ni perdedores.Rundu, capital de la provincia de Kavango, no es m¨¢s que un peque?o pueblo rodeado de kroals (aldeas de barro y techos de paja), en las que viven unidades familiares dedicadas al pastoreo y el cultivo de la mahanga, base de su alimentaci¨®n. La regi¨®n es un aut¨¦ntico oasis comparado con el resto del territorio semi¨¢rido de Namibia. El r¨ªo Okavango da all¨ª vitalidad a la sabana, que se extiende tupida a uno y otro lado de su cauce.
A lo largo de centenares de kil¨®metros no hay se?al de un puesto fronterizo ni un cartel que haga menci¨®n de que en la orilla derecha del r¨ªo termina Namibia y en la izquierda comienza Angola. Entre juego y juego, con unas pocas brazadas o corriendo a trav¨¦s de las aguas, ahora escasas tras meses de sequ¨ªa, los baflistas cruzan los 80 metros que separan la l¨ªnea fronteriza imaginaria. Al otro lado, un pastor saluda con la mano mientras conduce una numerosa manada de ceb¨²es.
Desde Namibia nadie se adentra en la orilla angole?a. Hace a?os que es territorio de la Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), la guerrilla dirigida por Jonas Savimbi, que lleva 14 a?os luchando contra el Gobierno del Movimiento Popular de Liberaci¨®n de Angola (MPLA). Sus bases est¨¢n a pocos metros de all¨ª, y aunque no se vean, todos saben que sus guerrilleros, bien armados, vigilan atentamente entre el follaje todo movimiento de intrusos. En un recodo del camino, a escasa distancia, hace poco tiempo una patrulla de la UNTAG pas¨¦ por la margen derecha. Acababan de marcharse cuando en la orilla de enfrente aparecieron de entre los arbustos algunos hombres con traje de camuflaje camino de un kroals donde viven las familias de los combatientes de la UNITA.
Testimonios evidentes
Todo este territorio ha sido durante a?os escenario de uno de los m¨¢s graves conflictos del continente africano. Los testimonios son evidentes a uno y otro lado de la frontera.Del lado namibio abundan los huidos angole?os de las guerras entre la UNITA y el MPLA y los respectivos aliados de estos movimientos, surafricanos y cubanos. Algunos, como Pedro (18 a?os reci¨¦n cumplidos), han votado en las elecciones, que se prolongaron durante cinco d¨ªas, hasta el pasado s¨¢bado, en Namibia. Desde una d¨¦cada vive en la orilla derecha, y s¨®lo volvi¨® a su pa¨ªs hace cuatro a?os para ir al colegio: sus padres quer¨ªan que aprendiera el portugu¨¦s, puesto que en Namibia las lenguas oficiales de las diferentes remesas de colonizadores han impuesto el alem¨¢n, el afrikaner (tra¨ªdo por los b¨®ers holandeses) y el ingl¨¦s. "Yo he votado por la SWAPO porque ellos, como el MPLA, han luchado contra la ocupaci¨®n surafricana; su jefe, Sam Nujoma, es amigo de nuestro presidente, Eduardo dos Santos", explica el muchacho. Pedro conf¨ªa en que no haya guerra, porque en ese caso, ¨¦l pertenece a ese grupo que no podr¨¢ huir a trav¨¦s del r¨ªo hacia las filas de sus enemigos pol¨ªticos de la UNITA. Tambi¨¦n hay refugiados angole?os afines a la UNITA y que mientras sean namibios ser¨¢n partidarios de la Alianza Democr¨¢tica Turnhalle (DTA), rival pol¨ªtico y mortal enemigo de la SWAPO, a la que acusa de recibir el apoyo, al igual que el movimiento de Savimbi, de Sur¨¢frica.
Entre esta comunidad se refleja el reparto de referencias existente en la regi¨®n habitada por tribus de ovangos y kavangos, en un 50% entre la SWAPO y la DTA. En ambas partes est¨¢n firmemente convencidos de que el contrario aceptar¨¢ mal los resultados del recuento electoral si ¨¦stos no son de su gusto.
Los nervios han acelerado estos d¨ªas la marcha de surafricanos y namibios blancos. Incluso los militares que a¨²n quedan en el aeropuerto de Rundu dan muestras de impaciencia. All¨ª reside permanentemente un destacamento del contingente de la Fuerza A¨¦rea espa?ola que integra la UNTAG con la misi¨®n de realizar las conexiones a¨¦reas. Hace una semana, tres de los Aviocar espa?oles necesitaron aterrizar de noche con militares espa?oles e italianos a bordo. Sin dar explicaciones, el coronel surafricano responsable en el aeropuerto intent¨® impedir su entrada en pista neg¨¢ndose a encender las luces y cortando el balizaje de la misma. A cinco minutos de la llegada de los aviones, dos cabos primeros, Miguel Escudero y Carlos Pay¨¢, tuvieron que intervenir en¨¦rgicamente para disuadir al militar y construir con dos ambulancias y luces port¨¢tiles una pista de emergencia que permiti¨® un desenlace feliz.
Los surafricanos se llevan todo consigo. Los militares han levantado el material transportable de las instalaciones existentes. Los civiles arrastran en enormes remolques las casas port¨¢tiles en las que hasta ahora viv¨ªan. Los blancos que han decidido quedarse en Rundu tambi¨¦n han evacuado a Sur¨¢frica o a Windhoek a sus mujeres e hijos, y por las noches organizan patrullas para impedir los saqueos en la zona blanca de la ciudad.
El due?o de un gran supermercado es pesimista. Como casi todos los comerciantes de productos alimentarios pertenece al grupo de portugueses que desde las independencias de Mozambique y Angola nomadean por toda Africa sin querer o sin poder volver a su tierra. En muchos casos han servido como intermediarios entre la UNITA y Sur¨¢frica. El abastecimiento a esta guerrilla ha sido a menudo un buen negocio a lo largo de la frontera, que los militares de la UNITA cruzan diariamente vestidos de civiles. "Si gana la SWAPO esto va a ir muy mal; yo ser¨¦ quien apague la luz cuando tengamos que salir corriendo", dice. ?Y si espera demasiado no corre el riesgo de quedarse atrapado? "Bueno, en caso extremo, el r¨ªo est¨¢ a un paso, y la UNITA, tambi¨¦n...", contesta el portug¨²es.
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