El Cervantes apenas cambia las costumbres de Roa Bastos

A. FERN?NDEZ RUBIOENVIADO ESPECIAL Augusto Roa Bastos vari¨® ayer en lo m¨ªnimo su vida cotidiana, que transcurre en Toulouse, en el piso a las afueras de la ciudad en el que vive con su mujer y sus hijos, y cerca de la universidad en la que ense?a literatura. El escritor sali¨® a mediod¨ªa, y no regres¨® hasta bien entrada la tarde, cuando de nuevo comenz¨® a contestar las llamadas telef¨®nicas que le han dejado casi af¨®nico y que se suceden desde que el jueves fue anunciado que le hab¨ªa sido concedido el premio Cervantes de Literatura.

El autor de Yo, el supremo dijo sentirse muy honrado de haber resultado elegido entre el gran n¨²mero de escritores con una obra literaria de alta calidad, y a?adi¨® que se siente particularmente feliz del tratamiento que la Prensa espa?ola ha dado de la concesi¨®n del premio, sobre todo porque se ha hecho hincapi¨¦ en su participaci¨®n activa en las luchas por la instauraci¨®n de una democracia en Paraguay, y tambi¨¦n en lo que ha significado su exilio de 42 a?os.

Roa Bastos, de 72 a?os y nacionalizado espa?ol, piensa que la literatura de los autores latinoamericanos expresa las fragilidades y problemas a los que se enfrenta el escritor, el hombre, y el artista en general, en un ¨¢rea sometida a numerosas tensiones.