El guaran¨ª
La escritura de Augusto Roa Bastos asume el destino de su pueblo, tanto en el sifnifante como en el contenido.En el lenguaje, su palabra po¨¦tica est¨¢ impregnada de los ritmos profundos del guaran¨ª, el idioma ind¨ªgena que tiene una vigencia generalizada en Paraguay (95% de la poblaci¨®n lo habla; 50% es monoling¨¹e guaran¨ª). Menos que la presencia espor¨¢dica de t¨¦rminos o frases, lo importante es el sustrato guaran¨ª que conserva su castellano, empapado por dentro, desde las ra¨ªces, por las inflexiones po¨¦ticas de una lengua cuya estructura polisint¨¦tica le facilita recursos expresivos de gran ductilidad, con inusitados matices posibles (en el guaran¨ª, el radical que expresa la idea nuclear, es pasible de modificaciones, transformaciones, cambios de sentido y negaciones en funci¨®n de los afijos rn¨²ltiples que se pueden ir agregando).
As¨ª sus textos plasman un habla constelada de im¨¢genes, de susurros, de silencios henchidos. Los juegos de palabras de su escritura no son gratuitos; obedecen a una l¨®gica que, m¨¢s que a la, raz¨®n, sigue al mecanismo de los sentimientos, sensaciones. Significado y significante se entrelazan como un haz de ra¨ªces en las alusiones e impl¨ªcitos, las evocaciones y elipsis. Con todos los evocados recursos el narrador -poeta en sus comienzos y poeta en su prosa- consigue trasvasar al castellano el aliento profundo de la lengua nativa, potenciando la polisemia de su escritura gracias a esa presencia subterr¨¢nea fecunda. La literatura de Roa Bastos es un ejemplo feliz de una simbiosis en que las dos cui.lturas en presencia contribuyen a plasmar una escritura original, plena de fuerza, de renovador aliento expresivo en las letras hispano americanas.
En el aspecto de los contenidos tambi¨¦n esta obra encarna el destino de ese pueblo tan castigado por los avatares de una historia marcada por exterminios, dictaduras, infortunios y exilios. Una comunidad que, pese a las adversidades sufridas, ha sabido conservar ¨ªntegra su identidad, su dignidad, su capacidad de resistencia, su cuota de esperanza. Esa esperanza que no ha podido apagar el largo y siniestro t¨²nel de ignominia dictatorial -casi 35 a?os de oscuridad-, y que hoy renace plenamente en estos momentos de transici¨®n democr¨¢tica.
Doble ancla
Creo que ha sido esta doble fidelidada las ra¨ªces, ese anclarse en la patria de los suenos y de los huesos, lo que ha contribuido a hacer de la obra de Augusto Roa Bastos una de las m¨¢s universales en nuestra lengua.
El Premio Cervantes 1989 consagra una obra que se inscribe en dos aspectos muy importantes; de la literatura hispanoamericana: el de la tradici¨®n y el de la renovaci¨®n creadora.
Cuando hablo de tradici¨®n me refiero a la que ha marcado la literatura en lengua castellana. Espa?a ha sido siempre un crisol de culturas. Sigui¨® si¨¦ndolo -y en forma potenciada- en funci¨®n del encuentro con las culturas de Am¨¦rica. El mestizaje que Espa?a practic¨® en el Nuevo Mundo -a diferencia de otras naciones- constituy¨® un proceso de mutuas aportaciones. Y especialmente en el dominio de la lengua, en el que el mestizaje cultura] configur¨® -configura- un terreno fecundo. La lengua de Castilla, la de los hispanoamericanos, ha demostrado -una vez m¨¢s- poseer una proteica ductilidad: ha sabido incorporar a su acervo el universo cultural amerindio, y se ha robustecido con esas c¨¦lulas nuevas. Este aspecto de la renovaci¨®n creadora est¨¢ patente en la escritura de Roa.
Considero que el premio honra -y se honra- al serle concedido a un ese ritor que ha dedicado su vida a engrandecer una producci¨®n li,teraria que nos es com¨²n por la lengua y por los lazos del esp¨ªritu que nos unen.
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