Sangre en El Salvador

Hab¨ªa dos respuestas oficiales inmediatas de Washington ante los asesinatos de seis jesuitas en El Salvador la pasada semana: una, condenar estos asesinatos como b¨¢rbaros, calificativo al que poca gente civilizada podr¨¢ poner pegas; otra, reconocer que el Pent¨¢gono estaba incrementando los env¨ªos de armamento al Gobierno de El Salvador, cuya responsabilidad en este acto de barbarie est¨¢ clara, por mucho que Washington se empe?ara en negarlo.Desde principios de la d¨¦cada de los ochenta, la postura del G¨®bierno norteamericano respecto a El Salvador ha sido contradictoria. ( ... ) Entonces, tras la violaci¨®n y el asesinato de cuatro monjas norteamericanas y la muerte del arzobispo ¨®scar Romero, la opini¨®n internacional -incluida la de Estados Un?dos- puso de manifiesto que, fuera lo que fuera lo que se defend¨ªa en El Salvador, no eran valores democr¨¢ticos. ( ... )

Mientras en privado los funcionarios norteamericanos reconoc¨ªan que la oligarqu¨ªa salvadorefta no parec¨ªa dispuesta a hacer concesiones pol¨ªticas ni sociales ( ... ), en p¨²blico se manten¨ªa la ficci¨®n de que los aliados de EE UU aceptaban d¨®cilmente la tutela democr¨¢tica.

Entre tanto, y con, ayuda de Estados Unidos, el pa¨ªs se militariz¨®, las fuerzas armadas se quintuplicaron y se gastaba un mill¨®n de d¨®lares diarios para combatir a la guerrilla, que como m¨¢ximo alcanzaba la cifra de 11.000 hombres. ( ... )

, 20 de noviembre