Ministros
No hay expectaci¨®n respecto al nuevo Gobierno, y ¨¦ste es un acontecimiento sin precedentes en la vida espa?ola. Los rumores de crisis ministeriales, los anuncios de formaci¨®n de nuevos Gobiernos, las especulaciones sobre cambios pol¨ªticos, animaban la vida espa?ola. La Administraci¨®n bull¨ªa y el funcionariado se solazaba observando el talante de los altos cargos, que luego somet¨ªa a an¨¢lisis en sus covachuelas. De ellas sal¨ªan rumores, muchas Yeces infundados. Simplemente porque un alto cargo estuviera p¨¢lido ya le consideraban cesante, y a lo mejor s¨®lo era que el pobre hombre andaba estre?ido.Los nombres de los ministrables saltaban a la calle y circulaban listas, que los ciudadanos cotejaban. En el fondo les daba lo mismo uno que otro porque sus biografias sol¨ªan ser poco conocidas, pero todo el mundo -salvo los muy ¨¢cratasestaba convencido de que un cambio de ministros pod¨ªa significar nuevos rumbos en el futuro del pa¨ªs.
A pesar de que Franco enviaba los ceses por motorista y nombraba ministro a quien le diera la gana, tambi¨¦n entonces circulaban listas de ministrables y, consumada la crisis, se esperaban novedades, pues la compos?ci¨®n del nuevo Gobierno daba claves interpretativas respecto a las intenciones del dictador.
La expectaci¨®n por los nuevos Gobiernos se mantuvo con la llegada de la democracia. Mientras estuvo Adolfo Su¨¢rez en el poder, las especulaciones sobre ceses y nombramientos conocieron su ¨¦poca m¨¢s floreciente, porque cambiaba de ministros cada cuatro d¨ªas. Luego accedi¨® al poder Felipe Gonz¨¢lez y pues su primera crisis le sent¨® como si se pusiera de parto, ya no se le ocurri¨® tener otra, ni loco. Desde entonces los ministros le duran m¨¢s que un traje de pana, los ministrables se han ido eliminando por consunci¨®n, no hay listas ni cambios pol¨ªticos previsibles y si forma nuevo Gobierno dar¨¢ lo mismo. Hasta puede que sea el mismo.
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