La sal de la izquierda
Al acelerarse el proceso de un cambio de denominaci¨®n, en consideraci¨®n desde hace mucho tiempo, los dirigentes del Partido Comunista Italiano (PCI) han provocado una tempestad que afecta a toda la izquierda europea. Los viejos militantes han quedado naturalmente desamparados por el abandono de un estandarte que los combates de los partisanos, las luchas de los campesinos, las batallas de los sindicatos y los debates intelectuales hab¨ªan colmado de honor y prestigio. Los rivales socialistas y centristas se preocupan ante la atracci¨®n que podr¨ªa provocar en los electores un partido cuya denominaci¨®n estuviese m¨¢s conforme con lo que es.Porque no se trata de cambiar su identidad, sino de darle el nombre exacto. Incluso en tiempos del estalinismo el PCI era m¨¢s abierto que sus hom¨®logos occidentales. De Togliatti a Berlinguer y de Berlinguer a Occhetto, su evoluci¨®n le ha conducido hasta la perestroika mucho antes de que la Uni¨®n Sovi¨¦tica lo hubiera tomado en consideraci¨®n. Le ha llevado m¨¢s lejos que a Gorbachov. El contenido de la botella es, evidentemente, m¨¢s importante que su etiqueta. ?Pero c¨®mo conservar la etiqueta de una regi¨®n vin¨ªcola de la que todo el mundo sabe que se ha vuelto yerma? Se podr¨ªa esperar que los procesos de Mosc¨² y el gulag fueran una desviaci¨®n ligada a la megaloman¨ªa de un dictador. La crisis actual de la econom¨ªa sovi¨¦tica va mucho m¨¢s all¨¢, porque afecta a la estructura misma del sistema. Nadie puede negar que la colectivizaci¨®n centralizada impide un desarrollo satisfactorio de la producci¨®n. Tras una experiencia de 72 a?os, el t¨¦rmino comunismo designa precisamente a este sistema.
Alg¨²n militante del PCI lo toma en este sentido. Pero nadie puede impedir que este significado se haya generalizado y que su car¨¢cter negativo no se vea agravado por la dislocaci¨®n del aparato productivo de la URSS y las revoluciones pol¨ªticas en los pa¨ªses sat¨¦lites. Hay quien piensa que la denominaci¨®n Partido Comunista Democr¨¢tico ser¨ªa suficiente para dar una imagen m¨¢s exacta y menos desagradable. Pero la f¨®rmula convendr¨ªa s¨®lo a los pa¨ªses del Este si lograran unas empresas colectivas tan eficaces como las privadas y suprimieran el monolitismo o la hegemon¨ªa del partido. En tal caso, conseguir¨ªan unir realmente una democracia definida por el pluralismo y un comunismo caracterizado por una econom¨ªa predominantemente colectiva.
Se puede poner en duda que la izquierda del PCI tienda en realidad hacia un r¨¦gimen de este g¨¦nero. En todo caso, no corresponde a los deseos de la mayor¨ªa de los militantes y los electores. Una sola cosa sigue siendo fundamental: que se mantenga a toda costa la unidad del conjunto formado por la coexistencia de todos los elementos de un partido extraordinario, que constituye una de las esperanzas de la izquierda en Europa. Eug¨¨ne Cabet, introductor del t¨¦rmino comunismo en 1842, dud¨® durante mucho tiempo entre ¨¦ste y la palabra comunidad, menos ideol¨®gica y m¨¢s humana, que defin¨ªa como la alianza entre la igualdad y la fraternidad. El PCI ya no es comunista en el sentido que este t¨¦rmino ha recibido de la experiencia sovi¨¦tica. Pero se mantiene una comunidad en un sentido m¨¢s aut¨¦ntico y m¨¢s fuerte que el que tiene Bruselas.
Finalmente, el cambio de estructura que implica la convocatoria de un congreso constituyente del partido parece m¨¢s importante que el cambio de nombre. Sobre este plan, la propuesta de Achille Occhetto abre perspectivas de una mutaci¨®n fundamental. En la Europa de los doce, el socialismo ya no puede ser considerado y organizado a escala nacional. En 1993, cuando el 80% de las decisiones econ¨®micas y sociales se tomen por las instituciones de la CE, habr¨¢ que luchar a esta escala para desarrollar la solidaridad, reducir las desigualdades, encauzar el mercado, favorecer la investigaci¨®n, desarrollar la inversi¨®n, crear empresas colectivas capaces de afrontar la competencia, asegurar la planificaci¨®n de la producci¨®n y adoptar una pol¨ªtica coyuntural. La batalla actual en torno a la Carta Social subraya la urgencia de garantizar que la protecci¨®n de los trabajadores se ajuste al nivel m¨¢s alto y no al m¨¢s bajo.
?Llegar¨¢ el PCI hasta el final de la v¨ªa en la que se ha comprometido? ?Se transformar¨¢ de partido italiano en partido europeo, el primero de todos, y le seguir¨¢ el resto? ?sta es la cuesti¨®n esencial. Desde este punto de vista tiene una experiencia ¨²nica gracias al banco de pruebas que constituye el grupo que promueve en el Parlamento de la Comunidad Europea. Algunos sugieren incluso que podr¨ªa adoptar el nombre Izquierda Unitaria Europea. Las elecciones espa?olas demuestran que un partido comunista abierto puede incrementar sus votos combatiendo tambi¨¦n bajo la bandera de la unidad de la izquierda. En Estrasburgo, el grupo Izquierda Unitaria Europea colabora estrechamente con el grupo socialista, del que es un poco la sal de la tierra descrita por el Evangelio. Se avanzar¨ªa m¨¢s en la progresiva desaparici¨®n de las escisiones como las de 1920 (Francia) y 1921 (Espa?a e Italia) si la Internacional Socialista aceptase integrar a un PCI renovado que lo ha solicitado. Tendr¨ªa m¨¢s que perder si le rechaza. Privada de esta sal de la izquierda, la Internacional Socialista se volver¨ªa ins¨ªpida.
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