Primero, los hijos; luego, los padres
Cada vez hay m¨¢s mujeres trabajadoras que se ven obligadas a cambiar su vida para cuidar a sus parientes ancianos
Cada vez son m¨¢s numerosas las mujeres de 40 a?os en adelante que tienen que hacer frente a la carga de cuidar a sus ancianos, cuando lo normal, una vez criados los hijos, ser¨ªa que iniciaran sus a?os m¨¢s productivos. Por otra parte, aumenta el n¨²mero de personas que rebasan los 80 y 90 a?os de vida, por lo que esos cuidados a padres o suegros ancianos pueden prolongarse durante m¨¢s de una d¨¦cada.
Muchas encuentran este deber filial a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de cumplir que el maternal, del que est¨¢n empezando a salir. Aunque algunos hombres dan a sus padres los cuidados principales, lo normal es que ofrezcan ayuda financiera, mientras que las hijas se ocupan de su cuidado fisicamente.Para poder hacerlo, muchas se cambian a empleos de media jornada, dejan pasar ascensos o abandonan el trabajo, incapaces de soportar la doble carga, o la triple en el caso de las que tambi¨¦n tienen hijos peque?os.
Seg¨²n un estudio de Travelers Corporation de 1985, casi uno de cada cinco empleados de m¨¢s de 30 a?os daba alg¨²n tipo de cuidado a un pariente anciano, generalmente una, madre viuda. La mayor¨ªa eran mujeres, incluso cuando era el padre del marido el que precisaba, cuidados.
En Filadelfia. se realiz¨® otro estudio sobre 150 familias en las que las mujeres casadas -de las que trabajaban aproximadamente la mitad- se ocupaban de la mayor parte de los cuidados de sus madres viudas. M¨¢s de la cuarta parte de las que no trabajaban hab¨ªan dejado sus empleos por sus madres; la cuarta parte de las que trabajaban se hab¨ªan planteado dejar de trabajar.
La Asociaci¨®n Americana de Jubilados calcula que en 1987 siete millones; de hogares norteamericanos proporcionaban cuidados a los ancianos, y el 55% de los cuidadores tambi¨¦n trabajaban. El estudio, hecho en 1989, mostr¨® que el 14% de los trabajadores a media jornada hab¨ªa dejado sus empleos de jornada completa por sus responsabilidades como cuidadores. Entre los no empleados que alguna vez hab¨ªan trabajado, el 27% se hab¨ªa jubilado anticipadamente o hab¨ªa dimitido para poder cumplir con sus responsabilidades como cuidadores.
"Un motivo para que las mujeres mayores sean mucho m¨¢s pobres que los hombres mayores es porque la mujer media dedica 11 a?os de su vida laboral a cuidar a otros, frente a los seis meses del hombre medio", dijo Joan Kuriansky, directora ejecutiva de la Liga de Mujeres; Mayores, una asociaci¨®n no lucrativa de abogados de Washington. "Cuarido dejas tu trabajo para ocuparte de tu madre ya no tienes derecho a Seguridad Social ni pensi¨®n".
Para algunas mujeres, proporcionar amorosos cuidados a un pariente anciano constituye, pese a sus costes, una afirmaci¨®n de fuertes lazos familiares y una fuente de orgullo. Pero para muchas otras, la responsabilidad aparece por sorpresa como una pesadilla que desequilibra sus vidas y les hace sentirse culpables inadecuadas y rencorosas con sus hermanos y herma?as que no la comparten.
Orgullo o pesadilla
Una de estas mujeres dej¨® su trabajo de asistente social en Nueva York el a?o pasado, tras contraer su madre la enfermedad de Alzhelmer. "Sent¨ª como si me hundiera, y no pod¨ªa hacer mi trabajo porque me sent¨ªa hecha pedazos", dijo. "Estaba furiosa con mi hermano, que no ayudaba en absoluto. Mi hija de 15 a?os est¨¢ furiosa conmigo por estar tan liada con mi madre. Mi hijo ha dejado de venir a verme, y los amigos que fueron tan maravillosos y me ayudaron tanto con los ni?os y con el divorcio desaparecieron, justo cuando m¨¢s los necesito. Unas veces estoy trist¨ªsima por el declive de rni madre y no puedo parar de llorar, y otras furiosa porque me han estropeado la vida".El n¨²mero de mujeres de mediar¨ªa edad con padres ancianos a los que cuidar ha aumentado espeetacularmente en las ¨²ltimas d¨¦cadas. A comienzos de los setenta., s¨®lo el 25% de, las personas pr¨®ximas a los 60 a?os ten¨ªa un. padre superviviente, pero en 1980 lo ten¨ªa el 40%.
La necesidad de cuidados se hace especialmente aguda en los ancianos de m¨¢s de 85 a?os, un grupo que ha aumentado de menos de 300.000 en 1930 a cerca de tres millones hoy.
Seg¨²n Elaine M. Brody, destacada investiaadora afiliada al Centro Geri¨¢trico de Filadelfia, una residencia de ancianos, en un d¨ªa normal pidieron ayuda al centro las siguientes personas: una mujer exhausta de 70 a?os que no pod¨ªa seguir cuidando a su madre inv¨¢lida de 93; una viuda reciente de 50 a?os que acababa de terminar su preparaci¨®n para volver al trabajo, pero cuya madre hab¨ªa contra¨ªdo la enfermedad de Alzheimer; una pareja de cerca de 70 a?os que juntaban tres padres entre los dos; una mujer divorciada de 57 anos que cuidaba a dos hijos inv¨¢lidos, un nieto de seis a?os y una madre de 87 confinada en una silla de ruedas, y una pareja joven a punto de tener su primer hijo, que hab¨ªa acogido a dos ancianos en su casa: la madre de la esposa, enferma terminal, y su abuela, senil e incontinente.
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