La encrucijada de Baabda
Haraui lucha por convertirse en presidente de todos los libaneses y contra el fantasma de la partici¨®n
ENVIADA ESPECIALEl¨ªas Haraui ha emprendido la dif¨ªcil tarea de convertirse en el presidente de todos los libaneses. El bloque de quienes respaldan al nuevo presidente de la Rep¨²blica busca la forma menos dolorosa de sentarle en la sede de la jefatura del Estado, el palacio de Baabda, mientras los partidarios de su actual ocupante, el general Michel Aoun, han formado una barrera humana para defenderle. El foso que separa las dos concepciones sociopol¨ªticas que hoy se enfrentan en L¨ªbano se agranda por momentos.
En la mara?a de comunidades religiosas, partidos pol¨ªticos, grupos de presi¨®n y fuerzas militares y paramilitares que se disputan el control de las diferentes partes de L¨ªbano, hace falta casi una gu¨ªa telef¨®nica para saber qui¨¦n est¨¢ con qui¨¦n, por qu¨¦ y hasta cu¨¢ndo. Cuando el Parlamento liban¨¦s eligi¨® el pasado 5 de noviembre, con m¨¢s de un a?o de retraso, un nuevo presidente de la Rep¨²blica, Ren¨¦ Muawad, todos parec¨ªan respaldarle contra el general Michel Aoun, el ¨²nico l¨ªder cristiano que ha rechazado las resoluciones de Taif. Una semana despu¨¦s, Aoun apareci¨® flanqueado por el jefe de la milicia de las fuerzas libanesas, Samir Geagea, y por Dany Chamun, un pol¨ªtico que pocos d¨ªas antes le calificaba ante esta enviada especial de "director de circo". Otra semana m¨¢s tarde Muawad era asesinado y Haraui se constitu¨ªa en heredero de lo que parece una misi¨®n imposible.Durante d¨ªas, los partidarios de Aoun han sido capaces de soportar una huelga general, con un elevado ¨ªndice de seguimiento, una manifestaci¨®n casi continuada y el fr¨ªo de las noches pasadas a la intemperie, combatido con bailes al ritmo de Aoun baba luba balam bam bu y otras melod¨ªas no menos conocidas, aderezadas con letras nacionalistas y alabanzas al general.
Decisi¨®n peligrosa
Aoun ha querido traducir su impacto sobre las masas en una especie de plebiscito que le legitime pol¨ªticamente. Decisi¨®n peligrosa por cuanto, como se?ala el semanario liban¨¦s Magazine, "el funeral de un militante de Hezbol¨¢ en la regi¨®n de Baalbeck moviliza a decenas de miles de shi¨ªes", de igual modo que "el movimiento Amal es capaz, en el Sur, de reunir a miles de ciudadanos". En ninguno de los casos se plantea la cesi¨®n del poder pol¨ªtico al partido integrista o al grupo que lidera Nabili Berri.Contrariamente a los objetivos unitarios que llevaron a Aoun a emprender la guerra de liberaci¨®n contra Siria, sus seguidores reclaman hoy la partici¨®n como ¨²nica v¨ªa para salvaguardar su identidad, que reclaman heredera de la tradici¨®n cristiana occidental en un Oriente Medio dominado por los valores del Islam. Influidos, sin duda, por el confesionalismo militante, adoptan en ocasiones un lenguaje inexacto que opone cristianos a musulmanes, pero sobre todo un L¨ªbano libre a otro ocupado por las tropas sirias, al que califican de reh¨¦n.
Ah¨ª radica en esencia la negativa de su l¨ªder a aceptar el acuerdo de Taif, apoyo legal de la nueva presidencia, que el desarrollo de los acontecimientos ha transformado de plan de reconciliaci¨®n en causa de disputa. Aoun denuncia que "la carta del acuerdo nacional no establece un l¨ªmite de tiempo para la retirada de las fuerzas sirias". Esta constataci¨®n, que nadie que haya le¨ªdo con atenci¨®n los papeles de Taif puede rebatir, manipula, sin embargo, la realidad, convirtiendo el conflicto liban¨¦s en un asunto internacional. Ignora que el factor sirio no es el responsable de la guerra civil que estall¨® hace 15 a?os, y que las relaciones con Damasco han constitu¨ªdo desde entonces un aspecto singular de la historia libanesa.
Camino lleno de trampas
El riesgo de un nuevo estallido de violencia parece conjurado, si bi¨¦n ayer hubo intercambio de disparos a trav¨¦s de la l¨ªnea verde que divide Beirut, pero el camino hacia la soluci¨®n continua lleno de trampas. De un lado, el respaldo popular ha alejado las esperanzas de ver partir al general por las buenas o premiado "con una embajada en un pa¨ªs occidental" como suger¨ªan algunos medios desconocedores de su psicolog¨ªa. La propuesta norteamericana de que el general cree un partido pol¨ªtico desde el que defender sus ideas ha provocado m¨¢s de una sonrisa maligna en los mentideros beirut¨ªes.De otra, Haraui ve morir poco a poco el plan de Taif ante la imposibilidad de contar con un verdadero Gobierno de unidad nacional, segundo paso del acuerdo. Sin la presencia de Georges Saade y Michel Sasine, la representaci¨®n del llamado Este pol¨ªtico en el nuevo Gabinete es dudosa. El greco-ortodoxo Abdala Rasi es un ministro que siempre ha estado pr¨®ximo a Siria, y en cuanto a los otros cuatro cristianos que forman parte del consejo no representan a ninguna formaci¨®n pol¨ªtica de peso. "Los kataeb y las fuerzas libanesas est¨¢n con el presidente de la Rep¨²blica, pero su prioridad es la unidad de las filas cristianas", aseguran los jefes de ambas formaciones, Saadse y Samir Geagea.
El reto al que se enfrenta Haraui de unir a los distintos grupos armados que han estado luchando entre s¨ª durante a?os, tropieza adem¨¢s en su propio frente. Ni el Partido Socialista Popular, ni Amal, ni los grupos m¨¢s radicales de izquierda respetan la figura de Selim Hoss como primer ministro. Su pol¨ªtica de dudas y de silencio, que algunos interpretaron como fruto de su talante moderado, es vista como un signo de debilidad.
En tales circunstancias, s¨®lo un compromiso hist¨®rico que no sea torpedeado por ninguno de los jefes de fila permitir¨ªa salir del atolladero. Y s¨®lo con una fuerte presi¨®n de la comunidad internacional se puede meter en cintura a los diversos cabecillas que aspiran a hacer de L¨ªbano su feudo. La diplomacia francesa y la vaticana han iniciado gestiones en ese sentido, pero con la anuencia de los grandes se conseguir¨ªa antes. Se tratar¨ªa de elaborar un anexo al documento de Taif en el que Siria se comprometiera a cumplir un calendario de retirada de sus tropas de territorio liban¨¦s. Tal es, seg¨²n parece, la ¨²nica condici¨®n que permitir¨ªa una salida honorable del general. Falta saber si Damasco est¨¢ dispuesta a ese compromiso contra sus intereses y a qu¨¦ precio.
Desanimados ante la apariencia imposibilitadora de encontrar una soluci¨®n al problema liban¨¦s, muchos mediadores, e incluso observadores pol¨ªticos, se preguntan estos d¨ªas si no ser¨ªa mejor hacer efectiva la que ya es una partici¨®n del pa¨ªs. Este sue?o de una parte de los libaneses choca con la f¨¦rrea oposici¨®n de quienes no renuncian a la integridad del pa¨ªs y con la dificultad de satisfacer las ambiciones territoriales de sus defensores.
Quienes no renuncian a la integridad territorial, imaginan todav¨ªa la posibilidad de una soluci¨®n libanesa-libanesa, con una intervenci¨®n limitada de los soldados leales a la Presidencia. Los expertos han sido claros: sin participaci¨®n siria fracasar¨¢ el asalto a Baabda. Con los sirios en el combate, ser¨¢ de nuevo la guerra total y tal vez la partici¨®n definitiva.
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