Son¨¢mbulos
Las personas de 40 a 50 a?os, sobrecargadas de trabajo, tensiones y medicaci¨®n, son las m¨¢s propensas al insomnio y finalmente al sonambulismo. Entonces hacen cosas muy extra?as. Se pasean en cueros por el vest¨ªbulo del hotel, cargan sus armas de fuego como si alguien las amenazara y, lo que es peor, vac¨ªan el frigor¨ªfico del hogar sin enterarse del atrac¨®n nocturno.El triple efecto de su conducta (exhibicionismo, tiro al plato y aumento de peso) les lleva al psiquiatra, quien diagnostica el mal y propone la terapia.
En Estados Unidos hab¨ªa 12 cl¨ªnicas especializadas en trastornos del sue?o al comenzar la actual d¨¦cada. Hoy hay 200, todas ellas con lista de espera. La estad¨ªstica asegura que un 5% de los norteamericanos padecen sonambulismo, trastornos que va ganando adeptos. Estas cl¨ªnicas cobran unas 120.000 pesetas por d¨ªa, incluyendo la noche, que suele ser la parte m¨¢s activa de la jornada hospitalaria.
No s¨®lo los altos ejecutivos, sino tambi¨¦n las clases dirigentes est¨¢n amenazadas por estos accesos m¨®rbidos. Existe, sin duda, un neosonambulismo pol¨ªtico que manifiestan los l¨ªderes en per¨ªodo electoral. Puede darse en la misma tribuna del orador o en el tendido del p¨²blico. Cuando el mitin alcanza el punto de las promesas imposibles y la ret¨®rica provoca el bostezo general ?no estamos ya siendo invadidos por la peor especie de hipnosis catal¨¦ptica? El l¨ªder alarga los brazos mientras el votante extiende sus ronquidos. Ni uno ni otro son responsables. Un son¨¢mbulo es capaz de hacer verdaderas animaladas. Por ejemplo, en Ottawa, hace un a?o, un individuo en ese estado recorri¨® 20 kil¨®metros en autom¨®vil para llegar al domicilio de su suegra, a quien apu?al¨® cuatro veces sin darse cuenta de lo que hac¨ªa. La mam¨¢ pol¨ªtica gritaba desesperadamente durante la agresi¨®n, pero el tipo sigui¨® dormido hasta consumar el crimen. Y el jurado lo absolvi¨®.
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