Insolidaridad

A¨²n mis ojos se llenan de l¨¢grimas cuando me acuerdo del pasado viernes por la noche, no de pena ni de dolor, sino de verg¨¹enza ajena e indignaci¨®n.Regresaba a mi casa en la calle de Alcolea (Sants) con mi novio, cuando vimos que unos sinverg¨¹enzas estaban orinando en la puerta. Mi novio les grit¨® y ellos le plantaron cara. Al o¨ªr los gritos, salieron mis padres, y de las palabras llegaron a las manos.

Esta queja no se refiere a ese acto de guarrer¨ªa, porque supongo que contra esa gentuza no hay nada que hacer, sino a la decepci¨®n que yo sent¨ª al comprobar que mis vecinos dejaban que esos malhechores nos pegaran, sin mover un solo dedo para evitarlo.

Por otro lado, est¨¢ la polic¨ªa, a la cual llamamos y que no se present¨® hasta media hora despu¨¦s de que todo terminara. Los dos agentes dijeron que no hab¨ªan podido venir antes porque estaban en la otra punta de la ciudad. Por decirlo claramente, quiero dar las gracias a mis vecinos por su comportamiento tan solidario y a la polic¨ªa: no a los dos agentes de esa noche, sino a la Administraci¨®n, por tener en una noche de viernes s¨®lo un coche de polic¨ªa en servicio en toda una ciudad como Barcelona.-