Dos cl¨¢sicos rusos

El Concierto para piano en si bemol menor de Chaikovski y la primera versi¨®n de Petruchka, de Stravinski, funcionaron como reclamo de la ONE.Naoumoff es un excelente pianista, que ha ganado gran prestigio internacional a pesar de su juventud. Su versi¨®n de Chaikovski puede discutirse, especialmente en algunos aspectos de los tiempos y porque a veces su alto virtuosismo da la sensaci¨®n de tener algo de precautorio. Pero en todo caso, se trata de un int¨¦rprete que rehuye el t¨®pico y demuestra visi¨®n propia para los pentagramas que aborda. Su juego es claro, su t¨¦cnica de pedal, muy inteligente, y sus ideas po¨¦ticas y l¨ªricas salvan hasta los fragmentos m¨¢s convencionales. En conjunto, la actuaci¨®n de Naoumoff fue admirable y se benefici¨® de una espl¨¦ndida colaboraci¨®n por parte del director Inbal y de la Orquesta Nacional.

El maestro de Jerusal¨¦n, actual titular de la radio de Franckfurt y del teatro La Fenice de Venecia, trabaja la orquesta con minuciosidad, lo que se advirti¨® en el montaje de una partitura como Petruchka que nos fue contada con detalle, buen ritmo y buen gusto y en la que todos los solistas de la ONE colaboraron con gran calidad al tiempo que el conjunto se mostraba disciplinado en unos ataques equilibrados y simult¨¢neos, lo que no siempre sucede.

Inbal hace tocar bien a la orquesta que dirige y esto me parece primera obligaci¨®n de un maestro. Quiz¨¢ el cuidado para conseguir la m¨¢xima, cantidad de ejecuci¨®n, alicort¨® el impulso po¨¦tico y la fascinaci¨®n pl¨¢stica de la obra que, en cambio, discurri¨® en una continuidad excelente y fiel a la intenci¨®n gestual caracter¨ªstica del gran ballet stravinskiano.