Los comunistas h¨²ngaros luchan por su supervivencia
En un edificio de cemento blanco en Budapest, frente al pedestal sobre el que hace s¨®lo unos meses se levantaba una gigantesca estatua de Lenin, los fantasmas del comunismo volvieron ayer a planear sobre los vivientes. "El Partido Socialista Obrero H¨²ngaro no ha muerto", declar¨® el veterano Gyorgy Marosan al abrir el 14? Congreso del partido.Para muchos h¨²ngaros, que trabajaban en la ilusi¨®n de que el gobernante PSOH se aboli¨® a s¨ª mismo hace dos meses y fund¨® el Partido Socialista H¨²ngaro, este pronunciamiento ha representado un golpe doble. Su mayor sorpresa ha sido ver a Marosan, de 82 a?os, a¨²n vivo y en buen estado. La ¨²ltima vez que se le escuch¨® fue en 1962, cuando dimiti¨® del Politbur¨® en protesta por las tendencias revisionistas desplegadas por Janos Kadar, el jefe del comunismo de goulash.
Marosan estaba flanqueado en la tribuna por otras dos personas del pasado lejano: Frigyes Puja, que fue ministro de Exteriores, y Robert Ribanszki, que fue durante un corto per¨ªodo de 1958 el secretario privado de Kadar. Para aquellos de corta memoria, Karoly Grosz y Janos Berecz estaban incluidos en el liderazgo. "Hay todav¨ªa una posibilidad de que podamos impedir la restauraci¨®n burguesa por m¨¦todos pol¨ªticos", declar¨® Kalman Docze, secretario nacional del partido. Cualquier conversaci¨®n sobre recurrir a la violencia para restaurar el poder popular es rechazada de plano. Con la abolici¨®n de los guardias obreros, los de la l¨ªnea dura han sido privados de sus armas.
No est¨¢ claro si a¨²n les queda alguna fuerza pol¨ªtica. Los l¨ªderes del partido se han contradicho repetidamente entre ellos sobre las cifras de los miembros de ¨¦ste. Al principio dec¨ªan que ten¨ªan 120.000 afiliados; despu¨¦s, entre 80.000 y 100.000 miembros. Probablemente la cifra real es 50.000, exactamente igual que los socialistas y muy por encima de los dem¨¢s partidos.
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