?Me acuso y os acuso!
Han tenido que ahogarse dos j¨®venes extreme?os en el r¨ªo Matachel para que la confiada y dormida capital de Espa?a se entere de que en Extremadura a¨²n perviven situaciones latifundistas y feudales que aconsejan y obligan a la pr¨¢ctica de una determinada pol¨ªtica que, apoyada por la mayor parte del pueblo extreme?o, hasta hoy ha sido incomprendida, descalificada y vituperada por los que no ven m¨¢s all¨¢ de las Koplowits, los Condes, los Albertos y los j¨®venes cachorros de la jet o por los que aqu¨ª siguen empe?ados en consagrar el derecho al uso y abuso de la tierra por parte de sus propietarios, aunque el resto de la poblaci¨®n no encuentre las posibilidades queesta regi¨®n deber¨ªa ofrecer a todos..Cuando la tragedia ha hecho acto de presencia en nuestras tierras, los cortesanos madrile?os -esos seres extravagantes que tildan de provincianos a los m¨¢s de 30 millones de espa?oles que vivimos en la periferia- han olvidado por unos minutos ese mundo espumoso y chisporroteante para sentar un pobre a su mesa, y como no pod¨ªa ser menos, a trav¨¦s de sus comentaristas m¨¢s caracterizados, han arrojado por la negra tinta de su m¨¢quinas de escribir toda clase de demagogia respecto de una visi¨®n parcial, sesgada y arbitraria de la Espa?a rural, de la Espa?a profunda (concepto ¨¦ste que ha servido de chiste y mofa para algunos comentaristas pol¨ªticos cortesanos).
Los mismos que hace unos d¨ªas, y a lo largo de los ¨²ltimos a?os, han atacado con dureza la pol¨ªtica agraria de la Junta de Extremadura en lo que hace referencia a las expropiaciones de algunos latifundios inexplotados en esta regi¨®n, queriendo ver en dichas expropiaciones un nuevo artificio de venganza contra la aristocracia in¨²til e improductiva que asienta sus reales en esta tierra o que han intentado desautorizarnos por pr¨¢cticas pol¨ªticas propias, seg¨²n ellos del siglo XIX; son los que, tras la tragedia de dos j¨®venes que quer¨ªan llevar al zurr¨®n unos conejos para aumentar su menguada econom¨ªa, hoy se rasgan las vestiduras clamando contra una situaci¨®n feudal propia de ¨¦pocas pasadas.
Y para quedar en paz con sus conciencias y no molestar a los que animan sus portadas diarias o semanales, no encuentran mejor argumento que echar la culpa a toda la Guardia Civil, muchos de cuyos miembros, y por culpa de esos latifundistas usureros, tuvieron que dejar su vocaci¨®n agr¨ªcola para vestir el uniforme verde y marcharse al Pa¨ªs Vasco a defender la libertad (algunos de ellos, de cuando en cuando vuelven a Extremadura en un ata¨²d envuelto en la bandera nacional).
Sin entrar a juzgar si en el nuevo drama que nuestra regi¨®n ha vuelto a vivir alg¨²n miembro de la Guardia Civil ha tenido o no alg¨²n grado de responsabilidad en la muerte de los dos j¨®venes (ser¨¢n los tribunales de Justicia los que digan la ¨²ltima palabra) ser¨ªa necesario que todos fu¨¦ramos capaces de elevar nuestro punto de mira para apuntar no s¨®lo al instrumento, sino tambi¨¦n, y especialmente, a la causa de que estos hechos hayan tenido lugar. Me da pena saber que en un conflicto, con resultado de muerto, entre los due?os de un coto de caza y unos j¨®venes que quer¨ªan arrebatarles unas cuantas piezas las ¨²nicas-v¨ªctimas sean los dos malogrados muchachos y sus familiares y alg¨²n guardia civil si la Justicia le condenara.
?No tienen responsabilidad en estos hechos quienes en su m¨¢s baja avaricia -700 perdices derribaban cada d¨ªa, dec¨ªa una cr¨®nica period¨ªstica del domingo pasado- utilizan todos los instrumentos legales a su alcance para reprimir a quienes pueden privarles de unas pocas piezas que est¨¢n destinadas a los Val¨¦ry Giscard, a los Carlos March, a los condes de Tendilla, duquesa de Arcos, etc¨¦tera?
Expropiar un coto
?Est¨¢ al margen de estos acontecimientos el hecho de que expropiar un coto en Extremadura se convierta en el cuento de nunca acabar como consecuencia del uso y abuso que se hace y consiente de los resortes jur¨ªdicos que tan bien saben tocar quienes tienen dinero para pleitear hasta el fin de los siglos? ?Tendremos alguna vez sentencia sobre la expropiaci¨®n de la finca El Valero, propiedad de una arist¨®crata espa?ola?
?No ha sentido nadie en su fuero interno, tras los tristes acontecimientos, una cierta n¨¢usea al recordar las cr¨®nicas de sociedad que se dan de cuando en cuando sobre la presencia en Extremadura de tanto cazador ilustre cuyo objetivo es matar osos, conejos o perdices que por miles se llevan en sus aviones privados, dejando aqu¨ª la muerte de quienes osaron arrebatarles una docena con la simple ayuda de un perro y una mala carabina?
Yo s¨ª he sentido esa n¨¢usea, ese remordimiento y esa impotencia por no haberme sabido enfrentar con ¨¦xito a esos se?ores feudales. Me acuso y os acuso del drama que dos familias y todo un pueblo han vivido y siguen viviendo, y repudio que la justicia que pedimos con el pueblo de Palomas s¨®lo nos conduzca al camino m¨¢s f¨¢cil.
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