Homenaje de los escritores del cincuenta a Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos
Escritores de la generaci¨®n del cincuenta, en un acto coordinado por el cr¨ªtico Santos Sanz Villanueva, dedicaron anoche un homenaje a Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, autor de Los bravos, Cabeza rapada y Extramuros, entre otras novelas. En torno a la figura de Fern¨¢ndez Santos, que naci¨® en Le¨®n en 1926 y muri¨® en Madrid el pasado a?o, se reunieron Josefina Aldecoa, Medardo Fraile, Ram¨®n Jim¨¦nez Madrid, Carmen Mart¨ªn Gaite y Fernando Mor¨¢n, adem¨¢s de otro autor leones de un tiempo posterior, Luis Mateo D¨ªez. La viuda del escritor, Mar¨ªa Castaldi, intervino tambi¨¦n en el acto, que se celebr¨® en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, y agradeci¨® la placa que el Ayuntamiento le acaba de dedicar al autor de Cabrera.
Tenemos tan corta la memoria que ya no sabemos lo que ¨¦ramos anteayer. El tiempo, ese gran escultor, est¨¢ asediando ya hace mucho, a esa generaci¨®n que en Espa?a nos aliment¨® contra viento y marea, nuestra verdadera generaci¨®n perdida, la de los ni?os de la guerra, que ahora, cuando acaba de empezar el siglo XXI, est¨¢ experimentando p¨¦rdidas inapreciables. La primera fue, y ya lo hemos olvidado, la de uno de sus fundadores, Ignacio Aldecoa; pero despu¨¦s han venido muchas m¨¢s: Daniel Sueiro, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, Carlos Barral ayer. Aquella fue de verdad la generaci¨®n humillada, la m¨¢s perdida, la del aut¨¦ntico sacrificio.Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos fund¨® desde 1954 los bravos, el movimiento realista de la narrativa espa?ola de aquellos a?os. Junto con Aldecoa, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Alfonso Sastre y Carmen Mart¨ªn Gaite -Juan Goytisolo y Ana Mar¨ªa Matute vendr¨ªan despu¨¦s- instaur¨® una nueva y verdadera manera de ver la vida, de hacer literatura, antes de que los brujos de la pol¨ªtica intentaran encuadrarlos y echarlo todo a perder. Cuando, despu¨¦s, la literatura se encamin¨® por s¨ª sola, algunos profesores ya no supieron qu¨¦ hacer y hablaron de disoluci¨®n porque Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos no se ajustaba a ning¨²n programa, rechazaba cualquier dogma y s¨®lo era fiel a su propia vocaci¨®n: la de describir una realidad silenciada, oculta, acaso miserable, pero tambi¨¦n la m¨¢s vital, la m¨¢s personal, interior y constructiva al fin y al cabo. Y al final, cuando la realidad cambi¨® -porque la realidad siempre cambia-, s¨®lo los profesores perdieron.
Fragmentos
Gan¨® casi todos los premios, varias veces el de la Cr¨ªtica, otra el Nadal, otra el Nacional, otra m¨¢s el Planeta, sin contar otros muchos menores, y si no lleg¨® a m¨¢s fue porque su inexorable carrera no pudo cumplirse del todo ya que el tiempo se lo llev¨® demasiado pronto. Nos ense?¨® el realismo, y cuando todo parec¨ªa estar en su sitio se embarc¨® en esas misteriosas y extra?as historias interiores que describ¨ªan una y otra vez fragmentos de una realidad m¨¢s cercada, asediada, troceada, hasta el punto de que ya no ten¨ªa m¨¢s remedio que encerrarse en s¨ª misma. En El hombre de los santos describi¨® la intimidad existencial de un restaurador de im¨¢genes en una Castilla que no pod¨ªa m¨¢s que conservarlas, pues ya no pod¨ªa producirlas; en El libro de las memorias de las cosas nos cont¨® la existencia social e ¨ªntima de alguna otra religi¨®n tan vital como la nuestra; en Extramuros, su gran ¨¦xito final, encerr¨® la m¨ªstica -uno de los hechos m¨¢s grandes de nuestra literatura- en el cerco infernal de lo personal, el sexo, la sociedad, la intolerancia pol¨ªtica y religiosa y el infierno hist¨®rico y social. Ya no se pod¨ªa hacer m¨¢s.Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos encontr¨® y describi¨® una realidad destrozada, rapada, con la esperanza fragmentada, y la persigui¨® hasta el fondo, hasta el interior de unos personajes supervivientes, asediando a la historia, a la que no tiene nombre, dando jaque a la dama, a sus orillas desperdigadas, en una lecci¨®n de rigor, de pudor, nombrando tan objetivamente los sentimientos que apenas parec¨ªan serlo. Es un trozo de nuestra historia, de nuestra literatura, como la piedra de ese olvidado mausoleo que al final resulta ser el nuestro.
Babelia
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