La izquierda sumergida
El Partido Comunista Italiano (PCI), desde siempre un partido bastante an¨®malo dentro del panorama comunista internacional, se dirige hacia un congreso decisivo. Entre febrero y marzo de 1990 s e va a decidir algo que supone m¨¢s que un proyecto de refundaci¨®n (que ya ser¨ªa bastante).Se va a discutir la propuesta del secretario general Acchille Occhetto de cambiar el nombre y la naturaleza del partido. O, para ser m¨¢s exactos, se trata de crear un partido completamente nuevo.
Este proyecto constituye la l¨®gica consecuencia de las decisiones tomadas por Occhetto y por el nuevo grupo dirigente, desde su asentamiento en el v¨¦rtice del PCI. Y, sin embargo, se trata de una aut¨¦ntica revoluci¨®n, dado que los pol¨ªticos raramente llevan a la pr¨¢ctica las "consecuencias l¨®gicas". Si el cambio propuesto por Occhetto realmente se lleva a cabo, todo el sistema pol¨ªtico italiano quedar¨¢ alterado, conmocionado, y ser¨¢ posible (despu¨¦s de m¨¢s de 40 a?os) imaginar un Gobierno sin la Democracia Cristiana, un Gobierno de izquierdas, un Gobierno de alternativa reformadora.
Y hay m¨¢s. Si el proyecto llega a puerto, un elemento de novedad y una potencial y profunda renovaci¨®n empezar¨¢ a circular tambi¨¦n en el ¨¢mbito de la izquierda europea y de la Internacional Socialista.
La decisi¨®n de Occhetto, a la que se oponen todos los l¨ªderes hist¨®ricos del comunismo italiano (desde Ingrao a Pajetta, desde Natta a Tortorella), no pretende realizar una mera "conversi¨®n en socialdemocracia", sino superar los l¨ªmites evidentes que desde hace tiempo la socialdemocracia pone de manifiesto tanto en su versi¨®n cl¨¢sica (SPD), como en su versi¨®n modernizada (PSOE).
Un nuevo partido para las fuerzas que lo apoyen, hemos comentado. De hecho, Occhetto se dirige a todos los militantes de su partido y adem¨¢s a la que desde hace tiempo un grupo de intelectuales (MicroMega) define como "izquierda sumergida". Los profesionales de la pol¨ªtica de todas las tendencias han ironizado hasta hoy respecto a esta izquierda sumergida, seg¨²n ellos ilocalizable. Con ocasi¨®n de las elecciones para el Ayuntamiento de Roma, y a la vista las pr¨®ximas elecciones de primavera (para renovar el gobierno de todas las ciudades-italianas), todos los partidos han desencadenado una verdadera caza del "candidato indepen diente", del representante de la sociedad civil. Del "no profesional" de la pol¨ªtica, en definitiva.
La izquierda sumergida existe, y para Occhetto supone un interlocutor privilegiado. Est¨¢ formado por m¨²ltiples c¨ªrculos pol¨ªtico-culturales peque?os, con actividad sobre todo en las provincias, por una multiplicidad de iniciativas solidarias (sobre todo de corte cristiano, pero ajeno y al margen de la DC) y, finalmente, -last but not least- por la competencia y el inter¨¦s de much¨ªsimas personas.
Estos ciudadanos que quieren volver al compromiso pol¨ªtico, sin convertirse por ello en "pol¨ªticos de jornada completa", se han visto enfrentados durante a?os con la izquierda oficial organizada (incluido el PCI), precisamente por la pobreza de las propuestas que la izquierda oficial planteaba o por su oportunismo pr¨¢ctico. Sobre todo por la incapacidad de sustraerse a la l¨®gica de la partitocracia.
Veamos las novedades del programa pol¨ªtico, en las que Occhetto pretende basar su planteamiento. Lo que est¨¢ claro, sobre todo, es lo que el nuevo partido no quiere ser. En cuanto a los elementos positivos, giran en tomo al redescubrimiento del ciudadano como figura socialmente concreta portadora de derechos e intereses cada vez m¨¢s sacrificados por la transformaci¨®n de la democracia en partitocracia.
En concreto, el nuevo partido que deber¨ªa surgir de la uni¨®n de un PCI desde hace tiempo ajeno a la tradici¨®n comunista y la "izquierda sumergida" tiende a contemplar al individuo como sujeto de solidaridad organizado libremente, frente al individualismo entendido como mera ideolog¨ªa que, en su forma actual, supone en realidad el corporativismo m¨¢s oprimente y, por tanto, supone asimismo la negaci¨®n de cada individualidad concreta y su ¨¢mbito de libre autonom¨ªa.
Por ello, en el proyecto del nuevo partido asumen un peso que no es circunstancial los temas ambientales, eliminados en toda ideolog¨ªa fundamentalista. Asimismo, adquiere un car¨¢cter decisivo el tema, m¨¢s dram¨¢tico en Italia de lo imaginable, de la legalidad, dado que existen regiones enteras gobernadas por, la criminalidad organizada.
En realidad, el partido que Occhetto quiere crear de las cenizas del PCI supone tener que inventar un sistema de organizaci¨®n in¨¦dito. Puede que ¨¦ste sea el problema m¨¢s arduo. El PCI es ya hoy d¨ªa el m¨¢s democr¨¢tico de los partidos. Pero la relaci¨®n entre militantes y partido es un problema en segundo plano; tanto es as¨ª, que esa mayor democracia interna del PCI no ha sido valorada por los electores, como tampoco ha sido sancionada la ausencia de democracia interna en la DC y en el PSI.
Pata el ciudadano, la cuesti¨®n de la democracia en el seno de un partido se sit¨²a no tanto en t¨¦rminos de libertad e influencia de los militantes, sino precisamente en el peso y el papel que pueden tener los electores respecto a la pol¨ªtica del partido. Por tanto, se trata de inventar formas de organizaci¨®n m¨¢s ¨¢giles, capaces de hacer sitio a la influencia de aquellos que simplemente simpatizan con un partido y pueden (y quieren) dedicar a ese partido ratos de su tiempo libre. Una innovaci¨®n colosal en un panorama en el que los partidos son cada vez m¨¢s mastod¨®nticos aparatos-m¨¢quinas impermeables a la influencia de la gente.
El proyecto de Occhetto choca con inmensas dificultades. Empezando por el enfrentamiento interno con la tradicional izquierda de Ingrao y la derecha de Napolitano dentro del propio partido. Ambos sectores, as¨ª como el viejo centro berlingueriano (Natta, Tortorella), representan una geograf¨ªa vieja e inservible para comprender verdaderamente las divergencias internas.
La relaci¨®n con el PSI de Craxi constituye la segunda dificultad-desaflo de Occhetto. Craxi no parece que est¨¦ nada dispuesto a allanar el camino a Occhetto. Ni tampoco a apoyar la entrada del nuevo partido en la Internacional Socialista. A Craxi parece que s¨®lo le preocupa que el nuevo partido reformado pueda suponer una competencia eficaz para el propio PSI. Y no est¨¢ muy descaminado. Bajo el perfil de la pol¨ªtica reformista, de hecho, el Partido Socialista Italiano representa un burdo fracaso: un reformismo sin reformas, un reformismo de habladur¨ªas.
Este extraordinario 1989 parec¨ªa que iba a concluir para Italia con una paradoja: mientras que en el mundo se estaban produciendo transformaciones revolucionarias en Italia se retroced¨ªa con el poder en manos de Andreotti y de Forlani (como hace 20 a?os).
La determinaci¨®n de Occhetto trastoca los papeles, todo se pone en tela de juicio. Puede que se anuncie una ¨¦poca de reforma de la politica, que podr¨ªa tener reflejo incluso fuera de Italia.
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