Obispo
Habl¨® por Navidad el se?or obispo como si hubiera nacido un ni?o y no un cuentacorrentista, como si aquel lejano suceso hubiese tenido lugar en un pesebre y no en una urbanizaci¨®n exclusiva, como si el dolor y no el pecado fuese lo que m¨¢s le llamaba la atenci¨®n al contemplar al pr¨®jimo. Pidi¨® ayuda para los transe¨²ntes, para los extra?os que hab¨ªan venido sin ¨¦xito a buscar trabajo en la naranja. Record¨® a los drogodependientes y a sus familias. Habl¨® de madres solteras y divorciadas sin trabajo, reconoci¨¦ndoles alguna dimensi¨®n adicional a la de transgresoras del sexto mandamiento. Y debi¨® de pensar que la Navidad inclu¨ªa tambi¨¦n a los "fracasados escolares", carne de ca?¨®n del desempleo, en sus propias palabras. Probablemente dijo otras cosas tambi¨¦n don Jos¨¦ Mar¨ªa Cases, obispo de Segorbe-Castell¨®n, pero la rese?a de prensa que lleg¨® a mis manos era tan escueta como suficiente.Se acababa el a?o, la d¨¦cada y casi el siglo. Y andaba yo juntando palabras para corresponder con esta columna a tanto n¨²mero redondo. En estos meses pasaron muchas cosas. Mis vecinos de La Serran¨ªa lograron impedir que les metiesen el almac¨¦n de pararrayos radiactivos, Anchuras mereci¨® su hermoso nombre, los yanquis deshicieron un pa¨ªs para intentar capturar a un antiguo empleado, fuimos fot¨®grafos de EL PA?S y ni?os rumanos, algunos celebraron el fin del comunismo mientras los m¨¢s descubr¨ªamos que nunca hab¨ªa existido el comunismo, sino otro modo de conseguirse una cuenta en Suiza, algo que amenaza con ser obligatorio. Ocurrieron muchas cosas, como si al calendario tambi¨¦n lo hubieran amenazado con el paro. En Valencia se nos cayeron muchas casas y el otro d¨ªa se incendi¨® una f¨¢brica mil veces denunciada por los vecinos de Natzaret, incombustible mala yerba humana. Tiempo habr¨¢ de rumiar y comentar tanto suceso. Ac¨¦pteme el se?or. obispo como obsequio navide?o esta laica cesi¨®n de m¨ª palabra.
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