La di¨¢spora de la cultura rumana
Ceaucescu deja como herencia un enorme exilio interior
Hay nombres universalmente conocidos en el exilio cultural rumano. Son pocos, pero conforman la peque?a parte visible de un enorme iceberg. Su celebridad rompi¨® todas las fronteras y hoy su obra es patrimonio de todos. Es el caso de Mircea Eliade, muerto en abril de 1986 en Chicago, donde era profesor de Historia de las Religiones y escritor de importancia capital; de Eug¨¦ne Ionesco, polemista pol¨ªtico, uno de los m¨¢s brillantes dramaturgos de la vanguardia francesa en la posguerra y creador del teatro del absurdo; de Sergiu Celibidache, de 77 a?os, considerado un director de orquesta fundamental en la m¨²sica actual, y de Emil Cioran, uno de los fil¨®sofos m¨¢s radicales y originales de la Europa contempor¨¢nea.
Lo que irradian estos fil¨®sofos, escritores , y artistas traspasa los c¨ªrculos de iniciados y logra la sanci¨®n, epid¨¦rmica pero valiosa como indicio, de la popularidad. Son nombres que por su universalidad oscurecen a otros muchos procedentes de otras fugas culturales rumanas, repartidas por casi todos los pa¨ªses de Europa occidental, Israel y Estados Unidos, donde forman un significativo n¨²cleo residual en la cultura de los pa¨ªses de adopci¨®n.V¨ªctor Stoichita, profesor de historia del arte en M¨²nich, habla de tres grandes exilos. Al primero pertenecen los viejos intelectuales y artistas que abandonaron su tierra en el per¨ªodo de entreguerras. Otro, con nombres menos conocidos, pero m¨¢s numeroso, es el generado por el r¨¦gimen de Ceaucescu. Y hay, a su juicio, "un tercer exilio, el exilio interior, que es el fundamental y de m¨¢s vastas proporciones, cuya verdadera magnitud comenzar¨¢ a averiguarse ahora".
La b¨²squeda de nombres famosos procedentes de Ruman¨ªa depara algunas sorpresas. Por ejemplo, que el Tarz¨¢n por excelencia del cine, Johnny Weissm¨¹ller, fue en realidad un ni?o de estirpe alemana nacido en Timisoara, ciudad donde se concentraron los m¨¢s terror¨ªficos estertores de la. dictadura agonizante. Tambi¨¦n en Timisoara naci¨®, en otra familia de la minor¨ªa alemana, Arnold Hauser, cuya monumental obra Historia social de la literatura y, el arte es libro de consulta obligatoria en todas las universidades del mundo. Otro nacido en Timisoara fue Robert Klein, jud¨ªo-alem¨¢n cuya obra fundamental, La forma y lo inteligible, es un libro cl¨¢sico para el estudio del arte contempor¨¢neo. Y fue en Timisoara donde Rainer Mar¨ªa Rilke escribi¨® sus Cartas a un joven poeta, destinadas a un muchacho cuyo tr¨¢gico destino se hermana ahora con el de su ciudad.
Un nombre inseparable de la edad dorada de Hollywood, el g¨¢nster por excelencia del cine negro, naci¨® en Bucarest y no se llamaba Edward G. Robinson, sino Emmanuel Goldenberg, jud¨ªo rumano al que en broma llamaban Sapo de Transilvania sus colegas. Rumanos exiliados son Jean Negulesco, director de filmes conocidos como Belinda, C¨®mo casarse con un millonario y Creemos en el amor y la actriz Nadia Gray, que interpret¨® La dolce vita de Fellini y estuvo en repartos de filmes como Fantas¨ªa napolitana y Dos en la carretera. Nadia Gray se llama Nadia Kujnik-Herescu.
La historia contempor¨¢nea de Ruman¨ªa ha generado desde entreguerras varias oleadas de exilios, de manera que a lonesco, Cioran, Celibidache y Eliade les siguen otros de menor notoriedad, como el heredero intelectual del ¨²ltimo Joan Petru Culianu; el premio Groncourt y residente en Espa?a, Vintila Horia; los escritores residentes en Par¨ªs Alexandre Papilan (Le fardeau) y Paul Goma; los directores teatrales Lucian Pintile y Andrei Serban, este ¨²ltimo fundador del grupo neoyorquino La Mamma; el ling¨¹ista Eugenio Coseriu, profesor en Tubigen; el compositor Roman VIad, autor de musica para filmes norteamericanos e italianos (Romeo y Julieta de Castellani) y director de la ¨®pera del Liceo romano; el arque¨®logo Dinu Adamesteanu. Otro escritor es Virgil Georgiu, autor de La hora 25 y otro cineasta es Radu Gabrea, director del filme alem¨¢n Un hombre como Eva.
Tres mujeres
En el Par¨ªs de los a?os treinta tres mujeres rumanas, Ana Noailles, Helene Vacarescu y Marta Bibescu, crearon c¨ªrculos de agitaci¨®n para artistas e intelectuales. Estos c¨ªrculos tuvieron una influencia notable en la vida cultural de uno de los m¨¢s ricos per¨ªodos de Par¨ªs, cuando la capital francesa era tambi¨¦n capital cultural del mundo occidental. Luis Bu?uel pudo realizar su filme La edad de oro, la m¨¢s famosa obra del movimiento superrealista en el cine, gracias al mecenazgo de uno de estos c¨ªrculos, el del vizconde de Noailles, animado por su esposa Ana.
En el teatro franc¨¦s triunf¨® el aura rom¨¢ntica de la actriz Elvira Popescu. En los cementerios de Francia, el Reino Unido, Suiza e Italia abundan las l¨¢pidas con nombres rumanos con resonancias universales, como el del pintor vanguardista Constantin Brancusi, muerto en 1956 y enterrado en Par¨ªs; el m¨²sico Georgi Enescu, muerto en 1950 y enterrado tambi¨¦n en Par¨ªs; el pianista Dinu Lipatti, cuyos restos descansan en Ginebra.
Pero no s¨®lo en los cementerios hay huellas de la gran fuga. V¨ªctor Stoichita afirma que "no hay orquesta occidental de la que no formen parte instrumentistas rumanos, ni coro en que no haya voces rumanas. Las sopranos Viorica Cortez e Iliana Cotrubas superaron el anonimato y se convirtieron en solistas de primera fila", como el pianista Radu Lupu, el violonchelista Radu Aldulescu, la violinista Silvia Marcovicz.
La m¨¢s grande sangr¨ªa cultural se produce en los a?os ochenta. "Hay en Ruman¨ªa", dice Stoichita, "un gran movimiento cultural desconocido, formado por personas que nunca colaboraron con Ceaucescu. La supervivencia de estas personas en la ¨²ltima d¨¦cada es un drama de proporciones inimaginables en la Europa actual. Estos grupos son el m¨¢s grande capital de la vida cultural rumana, un capital humano de valor incalculable, que forma aut¨¦nticas cadenas humanas para la distribuci¨®n de ideas, libros, filmes, revistas".
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