Un extra?o doctor
Fue en 1866 cuando R. L. Stevenson public¨® uno de sus relatos m¨¢s fant¨¢sticos bajo el t¨ªtulo de El extra?o caso del doctor Jekyll y mister Hyde. Desde que se realizara la primera versi¨®n cinematogr¨¢fica, en 1908, este tema -convertido en un cl¨¢sico del terror- ha sido llevado al cine en unas 30 ocasiones. La versi¨®n que Victor Fleming dirigi¨® en 1941 era la n¨²mero 15, y pasa por ser la mejor y m¨¢s popular de cuantas se han realizado. Solamente la adaptaci¨®n de Robert Mamoullam de 1932 con Fredric March y Miriam Hopkins como int¨¦rpretes compite en calidad.Se cuenta que Stevenson escribi¨® en tres d¨ªas las aventuras de este popular personaje guiado por un estado febril. Fleming supo mejor que nadie bucear en el personaje para extraer partido de los componentes ps¨ªquicos que utiliz¨® Stevenson al caracterizar al doctor Jekyll. En realidad, Jekyll s¨®lo es el descubridor de una p¨®cima que al ingerirla le transforma en el monstruoso Hyde. De esta manera, el doctor puede vivir toda la perversidad de su verdadero yo, exteriorizar todas las inhibiciones de tipo sexual y liberarse de los prejuicios sociales y normas que le impiden un comportamiento instintivo impropio de su status y de su cultura.
Fleming no se limit¨® a plantear el mito como una lucha de fuerzas entre el bien y el mal que todo ser humano lleva dentro. Seducido por la popularidad del psicoan¨¢lisis y la influencia de ¨¦ste sobre ciertas pel¨ªculas de la ¨¦poca, insisti¨® en los conflictos sadomasoquistas de Jekyll- Hyde, dotando al personaje de un sadismo y un erotismo desenfrenados. Cualidades que explora a trav¨¦s de ciertas escenas on¨ªricas de gran belleza. No es f¨¢cil olvidar aquella en que Ivy Peterson (Ingrid Bergman) y Batry Emery (Lana Turner) tiran semidesnudas de una carroza como si fueran dos animales mientras Hyde las azota s¨¢dicamente en un decorado repleto de s¨ªmbolos sexuales.
El doctor Jekyll de Fleming es el m¨¢s perverso de cuantos han pasado por la pantalla. Para Spencer Tracy fue posiblemente el personaje de mayor maldad en toda su carrera. Represent¨® extraordinariamente ese juego psicol¨®gico que el director exig¨ªa para este monstruo humano. Mayor sorpresa caus¨® el papel de Ingrid Bergman al encarnar a una masoquista, una esclava del amor que acept¨® voluntariamente mientras Lana Turner hac¨ªa el de novia sumisa.
Adem¨¢s de todo el simbolismo er¨®tico expl¨ªcito y el complejo mundo de relaciones sexuales, el filme planteaba tambi¨¦n la problem¨¢tica moral que gener¨® en la ¨¦poca victoriana la experimentaci¨®n cient¨ªfica en seres humanos, gran afici¨®n de Jekyll. Lejos de perseguir un filme t¨¦trico, Fleming logr¨® expresar con cierta exquisitez y a trav¨¦s de diferentes escenas el terror que provocaba la torturada mente de este extra?o doctor.
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