Prudencia y rebeli¨®n
LA REVOLUCI?N de los pa¨ªses tradicionalmente escondidos detr¨¢s del tel¨®n de acero, que en muy pocos meses ha alterado radicalmente el panorama pol¨ªtico y sociol¨®gico, no pod¨ªa por menos de afectar tambi¨¦n a la estructura de las relaciones econ¨®micas montada por ellos en 1949. El Consejo de Ayuda Mutua Econ¨®mica (CAME) dio por concluida el pasado mi¨¦rcoles en Sof¨ªa su 45? sesi¨®n plenaria, con un resultado f¨¢cilmente previsible: la confusi¨®n m¨¢s total. D¨ªas antes de la reuni¨®n, el ministro checo de Finanzas asegur¨® que pensaba aprovecharla para pedir la disoluci¨®n del CAME, mientras su colega polaco de Comercio Exterior afirmaba que era evidente que se trataba de una "organizaci¨®n superada". Los sovi¨¦ticos, mucho m¨¢s prudentes, se han limitado a decir que lo que se requiere es "una renovaci¨®n radical de la actividad del consejo", frase finalmente incluida en el comunicado oficial de la reuni¨®n. En realidad, todos ellos son t¨¦rminos para enmascarar lo evidente: el CAME se ha mostrado esencialmente in¨²til.No se trata de que, en su origen, el Consejo fuera creado como respuesta del Este europeo al Plan Marshall. Esto, en todo caso, era razonable. El verdadero problema del CAME radica en que fue constituido para aplicar a los nueve miembros no sovi¨¦ticos los muy sovi¨¦ticos principios de planificaci¨®n centralizada de la econom¨ªa e integraci¨®n de sus sistemas econ¨®micos, merced a la homogeneizaci¨®n y al monopolio estatal del comercio exterior. Es evidente que tal sistema, relativamente ¨²til al principio, caus¨® despu¨¦s el estancamiento de las econom¨ªas socialistas y acab¨® volando por los aires, hecho pedazos por el terremoto pol¨ªtico de los ¨²ltimos tiempos, por la esclerosis del propio aparato y por el boom de la organizaci¨®n de la competencia, la CE. Ning¨²n sistema econ¨®mico puede funcionar razonablemente si tiene que basarse en una moneda -el rublo- que no es convertible y en unos mecanismos de precios que son fijados de antemano para a?os. Por ello, el CAME nunca fue enemigo para una CE cuyo funcionamiento se asienta en la convertibilidad de un sistema arm¨®nico de monedas y en el libre juego de las fuerzas de mercado para la fijaci¨®n de precios competitivos.
El primer paso para el reconocimiento de tal circunstancia fue la firma del acuerdo CE-CAME el a?o pasado. A partir de ese momento, la din¨¢mica pol¨ªtica se encarg¨® de hacer el resto: a la reuni¨®n de Sof¨ªa no s¨®lo ha asistido un Gobierno -el polaco- que ha roto abiertamente con el sistema socialista, sino que han estado presentes otros que o han establecido procedimientos democr¨¢ticos de Gobierno o han quitado al partido comunista su papel rector; en todo caso, han arrumbado en el armario a los l¨ªderes esclerotizados.
Abierta la caja de Pandora, la unidad monol¨ªtica del CAME se ha deshecho. Al menos tres de sus miembros, Checoslovaquia, Hungr¨ªa y Polonia, aspiran a convertirse en un futuro no demasiado lejano en miembros de la CE. Los m¨¢s pobres de los restantes miembros del CAME empiezan a ser ayudados por los pa¨ªses capitalistas o ¨¦stos, como lo prueba la reciente reuni¨®n en Madrid de los embajadores espa?oles acreditados en los pa¨ªses del Este europeo, planean actuar de una forma m¨¢s conjuntada y eficaz en la asistencia econ¨®mica al desarrollo. Hungr¨ªa va m¨¢s lejos, y ya ha indicado que regresa al sistema econ¨®mico de mercado. Checoslovaquia anunci¨® que quiere desvincularse del eufemismo de la ponderaci¨®n monetaria (l¨¦ase rublo no convertible). Otros seguir¨¢n el camino de ambas o el mucho m¨¢s complejo de la RDA. El cambio est¨¢ en marcha, y una comisi¨®n de reforma debe proponer soluciones para la 46? sesi¨®n, que se celebrar¨¢ este mismo a?o en Hungr¨ªa. ?ltimamente, el Este europeo nos tiene acostumbrados a la sorpresa de la celeridad: nadie es capaz de predecir en qu¨¦ condiciones se celebrar¨¢ la sesi¨®n de Budapest, por m¨¢s que los compromisos multilaterales sean inalterables hasta 1991, al menos sobre el papel. La URSS ha logrado evitar una desaparici¨®n precipitada del CAME, apoy¨¢ndose en que a¨²n muchos de sus miembros dependen de su ayuda econ¨®mica. Pero el proceso de resquebrajamiento no se detendr¨¢. La comisi¨®n designada para preparar una renovaci¨®n radical tendr¨¢ que tomar acta del derrumbamiento de una estructura que ha perdido su raz¨®n de ser.
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