El American Ballet Theatre celebra sus 50 a?os
Casi todos los grandes de la danza que actuaron en ¨¦l asistir¨¢n a la gala conmemorativa
Con una gala de estrellas por todo lo alto -a 1.000 d¨®lares la butaca, con derecho a cena y champa?a-, el Arnerican Ballet Theatre celebra esta noche en su sede del Metropolitan de Nueva York el 50? aniversario de su primera presentaci¨®n ante el p¨²blico. Menos su ¨²ltimo director art¨ªstico, Mijail Baryshnikov -que se despidi¨® dando un portazo el 28 de septiembre pasado, despu¨¦s de una bronca con la principal ejecutiva de la compa?¨ªa, Jane Hermann, adelantando en un a?o su ya anunciada dimisi¨®n-, pr¨¢cticamente todos los grandes nombres vivos que en un momento u otro han colaborado con la compa?¨ªa estar¨¢n presentes.
Entre estos nombres est¨¢n los de Jerome Robbins, Alicia Alonso, Elliott Feld, Natalia Makarova, Gelsey Kirk1and, Igor Youskevitch, Cynthia Gregory, Twyla Tharp y un largu¨ªs mo etc¨¦tera, participar¨¢n en la gala, que se ha convertido en el acontecimiento art¨ªstico de la temporada neoyorquina.Fundada a finales de 1939 a partir del n¨²cleo del Ballet Mordkin -bailar¨ªn del Bolshol de Mosc¨² que lleg¨® a Am¨¦rica como pareja de Anna Pav1ova en 1910- por la heredera de varias fortunas bancarias y bailarina Luc¨ªa Chase y el empre sario Richard Pleasant, Ballet i Theatre (como se llam¨® hasta 1957) ha tenido una agitada existencia, llena de ¨¦xitos pero continuamente amenazada por la bancarrota, y ha presidido, junto con el New York City Ballet, el extraordinario florecimiento del ballet en Estado Unidos durante las ¨²ltimas cinco d¨¦cadas.
N¨²meros rojos
Cubrir al menos una parte de los n¨²meros rojos que ha dejado la gesti¨®n de Baryslinikov es uno de los objetivos de la Gala de esta noche, en un momento en que las consecuencias de casi 10 a?os de pol¨ªtica restrictiva en materia de subvenciones a las artes se hacen dram¨¢ticamente sentir, aunque la compa?¨ªa siempre dependi¨® m¨¢s del dinero privado que atra¨ªa Chase que de las espor¨¢dicas ayudas oficiales.Los viejos aficionados llorar¨¢n viendo a la que fue la primera gran estrella surgida de sus propias filas, Alicia Alonso, marcar el adag¨ªo del segundo acto de El lago de los cisnes, y los yuppies de la corte de la nueva benefactora, Blaine Trump, descubrir¨¢n a la m¨ªtica Gelsey Kirkland -cuya brillant¨ªsima carrera fue truncada hace 10 a?os por las drogas- La representaci¨®n se abrir¨¢ con el mismo ballet que inaugur¨® la primera temporada en el Center Theatre el 11 de enero de 1940 -Las s¨ªffides de Michel Fokine, quien trabaj¨® con Ballet Theatre hasta su muerte, en 1942- e incluir¨¢ extractos de los mayores ¨¦xitos y de las distintas etapas de la gran compa?¨ªa americana que hoy (al igual que el Ballet de la ¨®pera de Par¨ªs) est¨¢ descabezada.
Desde un principio, Luc¨ªa Chase y su equipo buscaron un repertorio amplio y ecl¨¦ctico, que permitiera mostrar al p¨²blico americano una variedad de tradiciones y estilos y, sobre todo, que posibilitara la aparici¨®n de una verdadera coreografia americana. As¨ª, se crearon varias alas dentro de la compa?¨ªa: el ala cl¨¢sica se encomend¨® al ingl¨¦s Dolin -que cre¨® para la compa?¨ªa su celebrada parodia rom¨¢ntica, Pas de quatre-; la americana, a Eugene Loring, quien junto con Annes de Mille y Jerome Robbins casi consiguieron un verdadero repertorio de ballet americano (con obras como Billy el ni?o, Fall river legend o Fancyfree), aunque el estilo terminar¨ªa encontrando su aut¨¦ntica culminaci¨®n en la comedia musical; y la dram¨¢tica, al gran Anthony Tudor (Pilar de fuego, Oscuras eleg¨ªas). Hab¨ªa incluso un ala espa?ola (que produjo cosas como las Goyescas del cubano Jos¨¦ Fern¨¢ndez) y un ala negra.
Estrellas aut¨®ctonas
A lo largo de los a?os la compa?¨ªa fue consolidando su base cl¨¢sica y asumiendo poco a poco el grueso del gran repertorio tradicional que el insaciable p¨²blico reclamaba, mientras alternaba el lanzamiento de estrellas aut¨®ctonas (como Sallie Wilson, Nora Kaye, Alicia Alonso, Cynthia Gregory o la ya mencionada Kirk1and) con las de importaci¨®n, como AliciaMarkova, Eric Brul-in, Rudolf Nureyev, Carla Fracci, Natalia Makarova, Ivan Nagy o Baryshnikov.El ya ex director -que fue un¨¢nimemente idolatrado- se esforz¨® por mantener la identidad plural y americana de la compa?¨ªa, reponiendo continuamente su repertorio original y llevando al estrellato nuevos valores desde dentro del cuerpo de baile, que, sin embargo, a pesar de su apoyo, no acabaron de cuajar mientras que las verdaderas estrellas -acaudilladas por Fernando Bujones, Gregory y Makarova- se marcharon. Tuvo ¨¦xito en el gran impulso que dio a la nueva generaci¨®n de j¨®venes core¨®grafos americanos, pero fracas¨® en su af¨¢n de remozar los viejos cl¨¢sicos montando versiones lamentables de Giselle y El lago y, finalmente, agobiado por las lesiones recurrentes, dej¨® de bailar.
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