El precio de Thyssen
Cuando comenz¨® a hablarse de poder traer a Espa?a la colecci¨®n Thyssen-Bornemisza nos ilusionamos con ello; despu¨¦s vimos lo que se expuso en las salas de la planta baja de la Biblioteca Nacional, y m¨¢s tarde lo que pudimos ver en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siguiendo a todo ello un cierto desencanto.Hemos seguido a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n el acuerdo al que, al parecer, se lleg¨®, y la ilusi¨®n y el desencanto se convirtieron en resignaci¨®n ante ese magn¨ªfico y costoso dep¨®sito franco en que se convert¨ªa el palacio de Villahermosa a la mayor honra y gloria de los Thyssen-Bornernisza, y por a?adidura espl¨¦ndidamente remunerado. Pero al leer en EL PA?S del d¨ªa 29 de diciembre de 1989, p¨¢gina 32, las condiciones del contrato, el idioma en que est¨¢ redactado y la legislaci¨®n a la que queda sometido, lo que sentimos es indignaci¨®n, a la vez que humillaci¨®n.
Eso no es, eso no es. Si el bar¨®n Thyssen-Bornernisza quiere ser un gran mecenas y ceder sus cuadros a Espa?a, debe agradec¨¦rsele, y mucho, su magnanimidad, pero, tal como hemos le¨ªdo que se pretende, no, pues no estamos por pagar alquileres tan altos por algo que estar¨¢ aqu¨ª como las aves migratorias, de paso.
Los espa?oles queremos ver los cuadros que est¨¢n guardados, que son nuestros, y que no se exponen por falta de espacio; los tapices del Patrimonio Nacional, que s¨®lo sabemos que est¨¢n y que no hemos visto nunca; que nuestras catedrales, iglesias, palacios y monumentos est¨¦n restaurados; que las obras de arte se conserven dignamente; que los museos en general puedan ser visitados y con instalaciones dignas; monasterios, conventos... Y si despu¨¦s nos sobra dinero, tr¨¢tese con quien quiera que sea para adquirir nuevas obras en condiciones transparentes y sabiendo qu¨¦ es lo que nos va a costar, pero cesiones o d¨¢divas que no lo son, de ninguna manera.
Aqu¨ª hay algo que va m¨¢s all¨¢ de una normal acci¨®n de gobierno: es nuestra dignidad la que est¨¢ en juego, y no estamos por mendigar a estas alturas.- Pedro Mar¨ªa Orts y Bosch.
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