Mafalda se ha hecho espa?ola
El dibujante Quino obtiene su nueva nacionalidad, aunque frustrado por no haber jurado la Constituci¨®n
Quino solamente escuch¨®: "Firme aqu¨ª". Y firm¨®. ?l hab¨ªa so?ado con un acto solemne en el que su mano acariciara una Constituci¨®n espa?ola abierta de par en par, mientras dijese: "S¨ª, juro". Y se decepcion¨® cuando la funcionaria se limit¨® a pedirle fr¨ªamente la filiaci¨®n, la fecha de nacimiento, la hora en que vino al mundo (que afortunadamente recordaba) y los datos personales, para rellenar el formulario. El creador de Mafalda insisti¨® en buscar un clima m¨¢s simp¨¢tico: "Me ha hecho usted un lindo regalito de Reyes", le dijo. La funcionaria no se inmut¨®: "Dentro de dos semanas puede recoger su partida de nacimiento espa?ola y luego el documento nacional de identidad".
As¨ª que lo primero que hizo Quino este 5 de enero pasado, al salir de los juzgados de la calle de Pradillo, en Madrid, fue entrar en una librer¨ªa y comprarse un ejemplar de la Constituci¨®n, para jurarla a solas.Joaqu¨ªn Lavado, un dibujante conocido internacionalmente gracias a Mafalda y sus amigos, se ha hecho espa?ol a los 57 a?os. Naci¨® en Mendoza (Argentina) bajo el signo de C¨¢ncer, hijo de dos malague?os de Fuengirola. Ya de ni?o decidi¨® ser dibujante de humor, y despu¨¦s estudi¨® Bellas Artes en la universidad de Cuyo (Argentina). Habl¨® andaluz s¨®lo hasta los seis a?os, pero sigui¨® siendo espa?ol hasta siempre.
Resulta f¨¢cil creerle cuando lo dice, y sobre todo cuando muestra su sentido fatalista de la vida. "Es bastante espa?ol esto de la obsesi¨®n por la muerte", comenta. Quino alega, para respaldar la idea, que ve apariciones. Se le ha aparecido su padre, que muri¨® cuando ¨¦l ten¨ªa 14 a?os; se le ha aparecido su amigo el dibujante Oski, que falleci¨® de la misma enfermedad de la que ¨¦l ha sido operado; adivin¨® la muerte de su t¨ªo Salvador, y se ha visto a s¨ª mismo dentro de 14 a?os enfermo de c¨¢ncer y en Madrid.
"A mi padre le vi en Buenos Aires, hace cuatro o cinco a?os, estaba enfrente, en el balc¨®n. Me miraba y ten¨ªa cara de estar pensando: 'M¨ªrale, despu¨¦s de todo no le ha ido tan mal a ¨¦ste'. Mi amigo Oski estuvo junto a m¨ª en el hospital, hace tres a?os, y me dec¨ªa: 'Vio, compa?ero, qu¨¦ joda, a usted seguramente le va a ir muy bien, pero a m¨ª me trataron muy mal los m¨¦dicos'. Era un tipo que se quejaba de todo". Una vez, Quino se despert¨® sobresaltado en Italia diciendo: "Se muri¨® mi t¨ªo Salvador". Llam¨® despu¨¦s a su casa y era verdad. Cuando ya gobernaba Ra¨²l Alfons¨ªn en Argentina, Quino estaba afeit¨¢ndose en su casa de Buenos Aires y se vio en el espejo de una curiosa manera: vestido de gris, con el pelo gris tambi¨¦n, sentado en una plaza de Madrid que tiene unos ¨¢lamos y una iglesia, y en la que juegan unos ni?itos; ven¨ªa de la consulta del m¨¦dico, que le hab¨ªa diagnosticado c¨¢ncer.
Y aquel d¨ªa, hace ya unos a?os, se pregunt¨® sorprendido ante el espejo: "?Por qu¨¦ en Madrid?"
El pasado d¨ªa 5 de enero, en su estreno como espa?ol, la cabalgata de Reyes le cort¨® el paso por Serrano, hacia Alcal¨¢. Menudo susto se dio cuando casi le roza un personaje vestido de negro que iba andando sobre unos patines y que portaba una guada?a. No era una visi¨®n, era un disfraz. Pero esto le llev¨® de nuevo, despu¨¦s de tanto tiempo, a la imagen que hab¨ªa visto de s¨ª mismo en el espejo de su casa, a aquella plaza de Madrid.
Esa remota visi¨®n, que aparentemente se toma en serio, no le ha quitado de la cabeza la voluntad de ser espa?ol. Incluso le ha reafirmado, porque tambi¨¦n ello forma parte, pues, de su destino. Para explicarlo, recuerda un cuento de Borges en el que un hombre huye de la muerte en un lugar equivocado y finalmente la encuentra donde le correspond¨ªa.
Quino ha sufrido seis operaciones quir¨²rgicas en 10 a?os, entre otras una por un p¨®lipo raro. Cuando ten¨ªa 14 a?os ya estaba hu¨¦rfano de padre y madre, y tal vez por ello asumi¨® pronto "esa obsesi¨®n tan espa?ola". Su mujer y ¨¦l no han, querido tener hijos: "Es una mala porqueria traer a alguien aqu¨ª sin haberle preguntado". Si uno le dice que no se queje, que al fin y al cabo no le ha ido tan mal, como ya dec¨ªa su padre, ¨¦l responde: "No me ha ido mal, pero he tenido mala pata con la salud".
Una se?ora gorda
Llevaba mucho tiempo queriendo ser espa?ol oficialmente La culpa de que no haya cumplimentado antes los tr¨¢mites la tiene una se?ora gorda y antip¨¢tica que le atendi¨® en 1977 en el Consulado de Mil¨¢n (¨¦l pasa largo tiempo en Mil¨¢n porque all¨ª est¨¢ enclavada la agencia que gestiona sus derechos para Europa). La funcionaria le pregunt¨®: "?Y a esta edad se le ocurre a usted hacerse espa?ol?". ?l contest¨®: "No, se me hab¨ªa ocurrido antes, pero es que entonces estaba Franco". No debi¨® de sentarle muy bien a la funcionaria, empez¨® mal la cosa y Quino desisti¨® de emprender los engorrosos tr¨¢mites con el viento en contra. Aquella se?ora origin¨® que pasasen 12 a?os hasta que Quino se anim¨® de nuevo.
Ser espa?ol le vendr¨¢ muy bien para circular por Europa, para superar las trabas burocr¨¢ticas de los ciudadanos no comunitarios, y, sobre todo, para residir ya siempre en Madrid, adonde ha viajado muy a menudo. "Si escucho la m¨²sica folcl¨®rica de Mendoza, mi tierra, me gusta, no digo que no. Pero lo que verdaderamente me emociona es el flamenco. Es algo que siento como hormiguitas dentro de las venas. Por eso siempre he sabido que soy espa?ol y siempre he dicho que soy espa?ol".
El escritor argentino Julio Cort¨¢zar se pas¨® a la nacionalidad francesa y en Buenos Aires se organiz¨® un esc¨¢ndalo. Quino espera que no le ocurra lo mismo, porque ¨¦l seguir¨¢ siendo argentino merced al convenio de doble nacionalidad. Pero la noticia a¨²n no se conoce all¨¢, y teme las reacciones. Seguir¨¢, no obstante, vinculado a su pa¨ªs de origen. Sus dibujos continuar¨¢n apareciendo en el diario Clar¨ªn, por all¨ª seguir¨¢n corriendo sus nuevos libros, y nunca dejar¨¢ de preocuparse por la pol¨ªtica argentina, incluso despu¨¦s de que apoyase en las elecciones al candidato perdedor, Eduardo Angeloz.
Nunca m¨¢s
Quino dej¨® de dibujar a Mafalda en 1973 porque ya no disfrutaba con ella. Le resultaba muy dif¨ªcil no repetirse; y evitar la reiteraci¨®n constitu¨ªa un esfuerzo penoso. S¨®lo la ha recuperado para causas que considera justas: para ilustrar campa?as de Unicef, de la Liga para la Salud Mundial, y para explicar la ley org¨¢nica del Derecho a la Educaci¨®n (LODE), por encargo del Gobierno espa?ol en 1986. El dinero que recibi¨® por este trabajo se lo devolvi¨® a Educaci¨®n a fin de que fuera destinado a las escuelas de Andaluc¨ªa. Tiempo despu¨¦s le enviaron un completo informe detallado que no entendi¨®.
Mafalda sigue viva en los libros que se reeditan en todo el mundo, en mu?ecos de goma, en ch¨¢ndales, en llaveros. Y se ha convertido en un cl¨¢sico de las librer¨ªas. Un librero de Gij¨®n le explic¨® una vez a Quino: "Cuando veo entrar a alguien ya s¨¦ si me va a comprar un libro de Hermann Hesse o de Mafalda".
Sin embargo, aquella ni?a sabia ya no tendr¨¢ nuevas historietas. "No quiero decir nunca m¨¢s', pero el caso es que lo veo muy dif¨ªcil", explica. "?C¨®mo har¨ªa yo ahora a Mafalda: con 30 a?os, que es la edad que tendr¨ªa, o la vuelvo a hacer peque?ita? Cuando dibujaba a Mafalda, yo acud¨ªa a mi infancia. Pero hoy, con los ordenadores y los videojuegos, ya no s¨¦ c¨®mo piensan los ni?os".
El dibujante termina su caf¨¦ sin az¨²car, se coloca sobre la calva un gracioso gorro contra el fr¨ªo y sale a las calles de Madrid en busca de su destino. A¨²n no tiene piso.
Babelia
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